Tras
los premios Forqué (premios de la Entidad
de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales
para contribuir
a la promoción del sector audiovisual español),
vinieron los Feroz (premios de la Asociación de Informadores
Cinematográficos de España
para
reconocer el mérito y calidad de las producciones cinematográficas
españolas),
dando así un paso más en la escalera que llega a los Goya
(galardones
otorgados por la Academia
de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España,
con la finalidad de reconocer a los mejores profesionales en cada una
de las distintas especialidades del cine),
la gran fiesta del cine español.
Pero
¿qué es el cine? El cine con el tiempo ha evolucionado y se ha
convertido en un híbrido entre cultura y negocio. Como expresión
cultural, debe provocar al espectador. Pero provocar no es insultar
como los artistas “neoprogres” perpetran en sus modernas
“performace”, osease exposiciones o espectáculos, en donde
menosprecian al publico o al menos a una parte de este. La
provocación artística es en realidad una interpelación a la mirada
del espectador para que este o bien se plantee, reflexione y se
posicione ante una realidad que no le había llamado la atención o
bien le ayude a ver el poliedrismo de la misma y decida replantearse
su sesgada o insuficiente visión de la realidad mostrada.
Como
parte de la que llamamos industria del espectáculo, a de conseguir
el máximo beneficio para sus inversores, a la vez que pagar un
sueldo justo a sus trabajadores, unos servicios a sus proveedores y
a la vez satisfacer las expectativas de sus clientes y contentar a la
crítica.
A la
vez que fiesta del cine y por ser un fenomenal altavoz, los Goya
tradicionalmente han servido para reivindicaciones de las condiciones
del sector, muchas veces con mayor o peor acierto, o gusto, y también
de la sociedad.
Parece
que por superar la mítica barrera de los 100 millones de euros de
recaudación anual, el sector está boyante. Pero si vemos los datosdel Ministerio por película, vemos que la primera se lleva casi el
20% y las tres primeras superan el 37% y las 10 primeras llegan al
73%, haciendo que la ley de Pareto se achique. Y que muchas
producciones no cubran costes.
Desgraciadamente
si levantamos la famosa alfombra roja vemos demasiadas pelusas. Es el
sector donde mayor discriminación laboral, no solo salarial, entre
hombres y mujeres. Cada vez hay más escenas de sexo explicito,
muchas innecesarias, y en donde la mujer enseña más que el hombre,
pocas feministas lo mencionan. Aún así los actores y actrices son
los privilegiados del sector, aunque no todos pues dependen del caché
según su nivel de fama y les honra el ser la voz de los que no les
dejan ni el micrófono. Pero también debieran fijarse si en los
proyectos en los que participan todos reciben un salario acorde a su
función. Sin ir mas lejos para la ceremonia de este año, se pidenbecarios universitarios de comunicación audiovisual para realizar
tareas como guardarropa, acompañamiento a vips o gestión de los
accesos.
Así
como hace unos años todas las autonomías querían tener una
universidad, un aeropuerto, un circuito de velocidad, un centro de
investigación, un palacio de congresos y un megapolideportivo, ahora
en los gobiernos autónomos, se ha puesto de moda el cine,
fomentándose las producciones por creación temporal de puestos de
trabajo, fácil retorno de la inversión en forma de turismo, además
de promoción casi gratuita de monumentos y espacios naturales. El
error está en que no se persigue la letra pequeña, y las
prestaciones salariales no coinciden con las funcionales del puesto,
o se pagan salarios ridículos como 200 euros por 6 días y jornadas
de 12 horas (ayudante de producción). Habría que regular unos
mínimos, sobre todo teniendo en cuenta que no son trabajos estables
y no hay pluses de productividad.
Es
un sector dependiente de financiación, entre otras cosas porque no
hay una industria como tal, sino que se funciona por licitaciones o
subvenciones. Y aunque se ha mejorado en el control, resulta curioso
que muchas ayudas se las llevan proyectos de realizadores
consolidados, de manera que las mujeres y los jóvenes siguen siendo,
aquí también, los más desfavorecidos.
Como
nos gusta compararnos con el exterior también salimos peor, el cine
francés y el italiano reciben más ayudas que el nuestro.
El
tan manoseado IVA cultural, se redujo del 21% pero muchos
espectadores no lo hemos apreciado en el paso por taquilla.
Como
en otros sectores la distribución es un agujero oscuro que succiona
todo y habría que transformar su modelo y potenciar la distribución
de las producciones españolas.
Por
no meternos con los críticos que desde la comodidad de su sillón y
la seguridad y estabilidad de su sueldo, muchas veces destrozan el
buen trabajo de un equipo, en función de sus filias o fobias
personales con el “realizador estrella”.
Y
con todas esta motas de polvo es difícil construir una industria
estable.
Nota: Publicado el 01-02-2019 en navarrainformación.es y el 03-02-2019 en El Blog del Suscriptor de El Español.
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