lunes, 27 de marzo de 2017

El nacimiento de una nación



Acostumbrados como estamos a la sociedad de la inmediatez, en donde casi todo lo conseguimos con un golpe de click e influenciados por las nuevas narrativas de cine y series en donde las investigaciones que duran cierto tiempo parecen resolverse en unos segundos nos olvidamos que hay procesos que cuestan un tiempo realizarse y cuajar, como es el caso del nacimiento de una nación.

Sin ir más lejos desde la declaración de independencia de las 13 colonias en 1776 hasta que en 1898 el archipiélago de Hawái fue anexionado pasaron más de 100 años. El sábado 25 de marzo conmemoramos la firma del Tratado de Roma hace sólo 60 años, pero esto no fue más que el embrión, pues si somos estrictos es el conocido como Tratado de Maastricht (firmado 7 de febrero de 1992, y con entrada en vigor el 1 de noviembre de 1993) el que verdaderamente fue concebido como la culminación política de un conjunto normativo, vinculante para todos los Estados miembro de la Unión Europea firmantes como para los futuros miembros.

Por lo tanto estamos todavía casi en pañales y la actual crisis de la Unión Europea no es más que el inicio de la edad del pavo. Es de cajón de madera de pino que estamos mejor juntos, pero tampoco no deja de ser cierto que en los últimos años debido a la crisis financiera y de valores mundial y a intereses ocultos por parte de algunos miembros de la Unión, fundamentalmente económicos, algunas actuaciones de Bruselas y declaraciones de algunos de sus políticos, ejemplo reciente de Dijsselbloem, han sido más de madrastra de cuento de los hermanos Grimm que de verdadera madre.

Esto unido a que los habitantes más jóvenes de la Unión, carecen de memoria histórica y se les olvida lo que sufrieron sus abuelos para alcanzar los derechos que ellos ahora disfrutan, ven normales y hasta pocos. Esto no es más que el reflejo de unos sistemas educativos defectuosos y más preocupados por la tecnología que por la apuesta de una formación integral de la persona.

En esta encrucijada las opciones son volver para atrás, esperar o avanzar. Algunos autores esto días han escrito sobre el proyecto de futuro, que no hay modelo mejor e incluso el Papa (argentino, él) nos ha advertido del riesgo de morir por involución.
 
 












Si seguimos algunos de los consejos de frases anónimas que hoy en día se emplean tanto en la motivación de equipos.


Parece que la mejor opción válida es la de avanzar pero cambiando el plan. Personalmente si hay alguien que no cree en el proyecto lo mejor es que se vaya, caso del Brexit, y cuanto antes mejor.

Como parece que dudamos de la meta y antes de tomar una decisión precipitada deberíamos estudiar que modelos se nos proponen en el tablero geopolíticoeconómico actual para definir mejor el nuestro. Empezando por el este, para seguir un orden, tenemos el modelo chino, dictadura del proletariado, nunca mejor dicho las burocracias familiares del comité central se reparten los beneficios generados, siempre y cuando no caigan en desgracia y desaparezcan, mientras el proletariado sólo tiene que producir, sin horarios laborales, viviendo en el mismo trabajo, olvidando la prevención y seguridad y sin respeto por el medio ambiente. China es el país con más Audi A8 pero todos son de los comisarios políticos.

Acercándonos en el próximo oriente tenemos los modelos musulmanes de teocracias en donde bien las familias elegidas, descendientes de Mahoma, controlan el poder o bien los imanes imponen su visión de la sharia. Las mujeres son seres con derechos limitados y supeditadas a las directrices del patriarca y los infieles ni los tienen.

Desde Rusia la propuesta es la de las oligarquías que manejan el gas y el petróleo, además de otros negocios menos legales y más oscuros, y en donde los que piensan diferente sufren el virus del polonio o temen por sus huesos. Y el objetivo es volver a ser la Gran Rusia fastuosa, bailando al son de un nuevo y moderno zar.

Desde el otro lado del Atlántico, tenemos el ideal americano, el hombre hecho a sí mismo, el triunfador, que sólo le importa él, lo primero él, lo segundo él y el tercero él. A lo que es lo mismo América (entendiendo por ello EEUU ó USA) primero, lo que se traduce en la imposición de la mentalidad avispa o WASP (White Anglo-Saxon Protestant) vamos la supremacía de los blancos de origen anglosajón y protestantes de religión, aunque un tanto farisaica y de puertas a fuera.

Quedan los países en desarrollo y África que de alguna manera copian o mal imitan estos modelos adaptados a su estilo. Y que demandan otras propuestas.

Últimamente aprovechando esta indefinición en la que nos encontramos en Europa han surgido movimientos populares que propugnan de alguna manera los modelos recién descritos o bien quieren imitar a los totalitarismos marxistas del siglo pasado con un lavado de cara o añoran las esvásticas y los desfiles al son del paso de la oca , mientras otros quieren imponer el neocapitalismo sin restricciones donde la especulación es la norma a cumplir y seguir, y sin olvidar a los que por medio del terror propugnan un estado con el Corán como constitución y única ley.

Ante todo esto, y aunque el plan está indefinido la meta propuesta es la de una Europa Social, democrática, de respeto a las libertades (de expresión, religión, ideología, raza, identidad sexual, sin imposiciones, ..) y al medio ambiente y su sostenibilidad en el espacio tiempo, con una búsqueda de la cogestión o armonía y equilibrio entre público y privado. Pero este objetivo oscila entre matices de socialdemocracia, pasando por la democracia cristiana y alcanzando tintes liberales y es aquí en estos pequeños detalles y el temor a ser etiquetados de tal o cual y no parecer modernos que unido a un rancio aldeanismo nacionalista nos impiden avanzar.

En definitiva lo que les pasa a los adolescentes, temor a definirse y ganas de aceptación por el grupo. El acné dura en el peor de los casos unos pocos años y lo mejor es pasarlo cuanto antes, como el sarampión, la varicela y las paperas.



Nota: Publicado en Navarra información el 27-03-2017.




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