He
dejado pasar unos días para ver si llegábamos a vislumbrar el final del
primer culebrón estival, que empieza a parecerse a la serie enredo.
Como dice mi hijo el pequeño “Alucino en colores”. De cómo una alerta o
alarma sanitaria ha llegado a convertirse en una crisis alimentaria de
carácter internacional y de nefastas consecuencias para un sector
requete maduro, que lucha por el céntimo y que para sobrevivir debe
pelear contra la gran distribución, contra los mayoristas muchos de
ellos hábiles especuladores, cumplir la amplia legislación de la
“factoría de Estrasburgo” y sus trasposiciones a los estados miembros, a
las autonomías o estados federales e incluso a veces a las locales),
pasar los controles rutinarios propios internos, tener que validarlos en
laboratorios externos, por supuesto certificados, y además estar
certificado por las numerosas normativas internacionales (ISO, BRC, IFS,
etc., …) las cuales si no posees no puedes optar a ser proveedor, lo
que implica estar continuamente auditado y todo eso a un precio barato;
perdón, por el despiste, hay que ser correctamente político y decir un
precio competitivo frente a los productos de países emergentes y que por
lo que nos dicen los posibles clientes lo hacen como nosotros y cumplen
todo. Pero hay de todo en la viña del Señor. No hay nada como viajar y
observar.
Pero
volviendo al tema de la crisis de los Pepinos Españoles o al Manual de
cómo no llevar una alerta alimentaria, en primer lugar asistimos a los
quince minutos de “gloria” de una política de segunda fila, de cuyo
nombre no me quiero acordar, que por su celo ante los votantes lanza sin
despeinarse una posible hipótesis de trabajo como causante del mal.
Esto es lo que nos pasa por tener pésimos políticos en vez de mediocres
gestores. No sólo no se ha cargado al sector hortofrutícola español con
una estocada bajera sino que además se ha llevado las dos orejas y el
rabo para le eficacia y la efectividad germanas. Ole tus …!
Pero
lo peor esta por llegar la prensa ávida por deglutir titulares y
olvidándose de la elemental norma de buscar la veracidad publica
rápidamente la noticia a bombo y platillo. Recomiendo el siguiente
enlace respecto al tema (http://www.paperpapers.net/2011/06/los-pepinos-espanoles-y-el-periodismo.html).
Luego
viene la torpe y lente respuesta de nuestro gobierno. Ultimamente y
cada vez más frecuentemente a uno le entran ganas de “apostatar” del
hecho de ser español. En una crisis de este cariz uno lo que quiere es
que su presidente dé la cara, aunque se la partan, y que los ministros
del ramo (Agricultura y Sanidad) salten como si les hubieran pinchado
sus propios pepinos, pero no sé si por la mal entendida paridad o por
estar más preocupados de la sucesión, del que pasará en mayo que viene o
de que si cometo un desliz y me mueven el sillón o me roban la cartera,
el caso es que uno no da la cara y las otras actúan tímidamente. El
caso es que miles de familias ven como sus puestos de trabajo se van al
garete, sin comerlo ni beberlo, y como nuestra economía va boyante no
nos importa perder unos cuantos millones de euros. Pa chulos nosotros!.
Siguiendo con el tema, ayer el origen de la malvada E. coli (por favor escibrir, E mayúscula y coli
en minúsculas y todo en cursiva o itálica me remito a la norma de
científica de escribir los nombres de los seres vivos y fósiles) estaba
en un restaurante de una localidad próxima a Hamburgo, pero no hoy está
en los brotes soja y otros productos de una granja alemana y mañana
quizás en otro lado y así seguimos señalando sectores como si nada.
Como
persona que solo sabe que cada día sabe menos y debe aprender más sobre
seguridad alimentaria me preocupa que parece que nada hemos aprendido
de las últimas crisis y para distender el asunto sugiero la viñeta de Oroz
publicada en el Diario de Navarra ayer domingo 5 de junio. Pero ahora
en serio me pregunto para que sirven las Agencias de Seguridad
Alimentaria (europea, española, autonómicas) para que tantos sistemas de
trazabilidad (directa, indirecta, hacia arriba y hacia debajo de la
cadena alimentaria) si luego cuando hay un incidente no los usamos. ¿Por
qué tardan en avisar las autoridades de Hamburgo 20 días de producirse
el incidente?. ¿Por qué nuestro gobierno no actúa rápidamente y
contundentemente?. ¿Por qué los periodistas antes de publicar una
noticia no consultan la veracidad de la misma? ¿Dónde esta la ética de
no difundir lo que no es cierto? ¿Qué pasa, qué es más económico difamar
y pagar una multa o una compensación?. ¿Es este el mundo que queremos
legar a las futuras generaciones de Homo sapiens o más bien Homo
ineptus?
No
sería mejor haber dicho que se estaba investigando un brote y que se
recomendaba extremar las normas de higiene a la hora de ingerir
alimentos tanto elaborados como frescos y publicarlas, especialmente
cuando lo primero que dijeron es que en Alemania no se lavan los
alimentos frescos, ni se pelan los pepinos (y hoy -día 8 de junio- es
cuando las he visto publicadas por primera vez íntegramente, aquí en
Navarra). E ir informando cuando se supiese en concreto y con certeza
cual era el origen y las normas que se van implantar para evitar futuros
incidentes.
Si
algo me está llamando la atención de todo esta loca espiral es la falta
de sentido común, en casi todo el mundo. ¿Dónde queda la posibilidad
del portador sano?, porque sino y como se esta extendiendo y afectando a
unos miles de ciudadanos de varios países. ¿Por qué no se insiste más
en la educación y formación de los ciudadanos en la manipulación de
alimentos?. Legalmente la cadena alimentaria acaba en el consumidor
final. Hoy en día los hábitos alimentarios o alimenticios han cambiando,
debido al ritmo de vida, las nuevas generaciones están acostumbradas a
que la leche sale de un tetrabrik y a que los guisantes salen del bote.
Hace 26 años cuando estaba en estudiando cuarto de carrera una compañera
ya me preguntaba asombrada si sabía lo que le pasaba a su planta de
guisante pues la estaba saliendo una especia de vaina.
Lo
que hemos tenido la suerte de ver a nuestras abuelas no fiarse del
frigorífico y comprar casi todos los días los alimentos básicos.
Sabemos, si nos fijábamos un poco, que hay que lavarse las manos. Lavar
siempre los alimentos frescos antes de manipularlos, aunque parezcan
limpios. Etcétera,….
Las
normas Koser y Halal de origen religioso son los primeros manuales de
manipulación de alimentos, no sabían el porque del problema pero idearon
un como para evitar contaminaciones cruzadas o infecciones parasitarias
(triquinosis, marea roja, etc,)
Hoy
se habla de qué, cuando y cuanto comer (alimentación sana y
equilibrada) pero no de cómo y en dónde preparar esos alimentos y lo más
importante por qué ha de hacerse así. Las prisas nos llevan al aquí y
al ahora y nos olvidamos del ¿a dónde voy? y ¿por qué ó para que estamos
aquí?. En esta nave planetaria, llamada Tierra, surcando el infinito y
pensando que el depósito lo tenemos siempre lleno, viajando a no sé
cuantos kilómetros por hora y dispuesto a estrellarnos pero sin usar
casco. ¿Por qué para qué queremos el casco?. ¿Para qué la trazabilidad y
la formación en manipulación de alimentos? Seguro que dentro de poco
tendremos otra crisis y como el burro volveremos a caer en la misma
piedra. Mientras tanto grandes profesionales y con experiencia estarán
sobrellevando la crisis económica y sacando a sus familias trabajando en
otros sectores y con contratos precarios.
Esta entrada fue enviada a la Delegación el COB en Navarra para su envío a la prensa.