viernes, 17 de abril de 2020

¿A qué estamos jugando?


En este “sinfinamiento” por fascículos coleccionables quincenales cuando la lucidez te ataca en el tedio en el que te están confitando (confitar técnica de cocina que consiste en cocer un alimento en materia grasa o azúcar a temperatura muy baja y de manera prolongada, también un excelente sistema de conservación), en la lucha por el relato, versión postmoderna del mito[i], uno se percata de ser un muñeco manejado por las cuerdas del titiritero. Y se subleva ante el lenguaje bélico impuesto e imperante, pues a las enfermedades no se las combate, se las padece; los que las superan y se recuperan no son valientes son convalecientes que se han curado, el coronavirus no es un enemigo es otro ser vivo que lucha por sobrevivir y perpetuarse en el tiempo y el espacio, la historia de la evolución. La democracia es un concepto abstracto que sólo lo entiende el Homo sapiens y visto el panorama no todos los miembros de esta especie. Las curvas no se doblan, se toman y en geometría no existen picos sino puntos de inflexión. Vivir implica morir.

El problema es cuando esas muertes se podrían haber evitado, no todas, pero si más de las que se han logrado. Por eso es ahora, o nunca, cuando los gráficos de la pandemia indican una disminución paulatina de fallecimientos diarios, un alcance lento de la meseta de la asíntota (vertical hacia abajo) de contagios y una desaturación de las UCI´s, y antes de que haya un rebrote o nos golpee la crisis económica que se aproxima inexorablemente a modo de ola de tsunami que se agranda según llega a la costa, es el momento de pedir responsabilidades.

Viendo al presidente francés dirigirse a su nación, uno siente vergüenza del nuestro porque en sus repetidas alocuciones al pueblo español cautivo en los sofás a la hora del telediario, no ha comparecido con una corbata negra en señal de duelo por nuestros fallecidos, en ningún momento.

Es una ofensa para la memoria de los fallecidos la lucha de cifras tanto a nivel estatal como autonómicos. además de silenciosos, silenciados, a lo que añadir la pérdida o el no saber dónde están algunos cadáveres y la entrega de ataúdes sellados, sin ninguna forma de comprobación.

Observando las actuaciones y exigiendo confianza en su gobierno y pidiendo una reedición del consenso nacional, uno le sugiere al supuesto firmante del Manual de Resistencia que le eche un vistazo a la novela SIDI de Pérez-Reverte para aprender algo de liderazgo. El cual empieza con el ejemplo, no es de recibo loar la sanidad pública y que la viceministra ingrese por elección propia en la Clínica Ruber.

Claro que para aprender hay dar el humilde paso previo del reconocimiento del propio desconocimiento y llenar las alforjas de las ganas de querer saber y dialogar. Y el lenguaje corporal de nuestro Sánchez, según los psicólogos es todo lo opuesto (tenso, cansado y ególatra).

Uno ya está harto del se van a hacer, se van a comprar, se van a …y ver como los ritmos de la administración son ineficientes frente a la diligencia del mundo empresarial y de la sociedad civil. Me cabrea leer “la creación de la figura de coordinación ejecutiva de todos los servicios de prevención de riesgos laborales de Navarra ante la crisis del coronavirus, una coordinación que recaerá en el Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra, y a la vez recibir de mi sindicato un comunicado que, tras reunión con dicho ente, el INSL rehúye avalar las medidas presentadas para poder reiniciar la actividad laboral, ya que su labor es de asesoría, no de avalar.

¿A qué estamos jugando?, lo mismo que el baile de las máscaras cuan carnaval ahora no valen, ahora sí valen y curioso sólo hay un único proveedor nacional aprobado. O el tema de las dichosas pruebas, que tras más de un mes hoy se publica que se cuadriplica el número de PCR diarios en Navarra, al empezar a usar las instalaciones de CIMA, Navarrabiomed y Nasertic, ¿por qué esta demora? Y mientras la lista de voluntarios capacitados para realizar estas pruebas sin recibir ninguna noticia por parte de la administración desde hace un mes.

No pueden faltar a esta kermés los nacionalistas de turno que en cuanto ven un resquicio meten baza para soltar su cansino discurso, y los progresistas de salón y casoplón para los cuales la responsabilidad individual es para los demás, ellos se pueden saltar el confinamiento y las normas para “todos”.

No quiero seguir porque como nos decía un jefe se me hincha la vena y se me ponen los pelos como escarpias. Pero alguien tendrá que asumir la responsabilidad de estos desaguisados, improvisaciones y mareos de perdiz. Y espero que no sea una vez más el mejor amigo del político, el chivo expiatorio.

Del consenso hablaremos otro día. Y de la cacareada y planificada “desescalada”, nadie sabe todavía cómo se va a realizar.


Nota: Publicado el 18-04-2020 en Navarra Información  y el 22-04-2020 en Diario de Navarra.

miércoles, 8 de abril de 2020

¿Por qué, ¿Para qué? Hobbes y Voltaire


En esto momentos donde parece que se intuye la luz al final del túnel, es conveniente mantener la calma y la sangre fría, para por un lado ir planificando esa vuelta a la “normalidad” y de otro analizar esta crisis preguntándonos, mirándonos al espejo sin ningún tipo de maquillaje, los dos interrogantes clave: ¿Por qué? y ¿Para qué?, que son las preguntas esenciales para una mejora.

El primero, los por qué, son necesarios para hacer un ejercicio de revisión y no volver a caer en los mismos errores en futuras crisis. Hemos comprobado en nuestras carnes que tras la crisis económica no hicimos este ejercicio ya que el primer fallo ha sido presumir de sistema de sanidad, al igual que hicimos al presumir de nuestro sistema financiero. Así nos fue y así nos ha ido. Ojo con este no quiere decir que nuestro sistema sanitario no sea bueno, pero si no hacemos este ejercicio de reflexión no lo podremos mejorar.

Como tampoco mejoraremos nuestras respuestas a futuras crisis globales, que las habrá. El coronavirus SARS-CoV-2 causante del COVID 19 ha venido para quedarse, al igual que sus primos que conviven con nosotros y que nos visitan cíclicamente, gripe, resfriados, catarros, procesos febriles y diarreicos indeterminados, y hasta que no desarrollemos inmunidad (anticuerpos), o vacunas y retrovirales que nos ayuden a sobrellevarlo hemos de vigilar su vuelta y cómo actuar cuando se detecte su amenaza. Pero los expertos también advierten que las venideras crisis, del tipo que sean (económicos, sanitarias, etc.), serán ya globales.

Sin embargo, detecto que los gobiernos (Estatal, Autonómico y Local) no parecen estar por la labor de hacer esta reflexión, pero es mejor una vez colorado que cientos amarillo, y mejor presentar mis errores e indicar como los voy a subsanar que pretender pasar página pues siempre habrá quien pida responsabilidades, lo cual es normal en un estado democrático y en esta crisis todos tenemos que entonar nuestro mea culpa. Aunque algunos además deben asumir sus responsabilidades que para eso se les ha votado y estamos pagando sus sueldos; además ellos han buscado los acuerdos y los votos necesarios para estar ahí. Todavía no ha llegado el momento de la crítica a las actuaciones, pero se acerca y las ganas de reestablecer la “normalidad” no deben distraemos de la misma.

Pero si importantes son los por qué, para la implementación de nuestros sistemas y la mejora de la capacidad de respuesta, más lo son los para qué. Pues según como respondamos a estos, nos marcaran la dirección a seguir, y la visión (a dónde queremos llegar) y objetivos (qué queremos lograr).

En estos días de confinamiento, casi desde el inicio, aparecieron sin tiempo para haber realizado una profunda reflexión ni individual y menos colectiva, salieron voces indicando diferentes “nortes” a seguir. Si bien todos habían pasado por la fase de sentimiento o dolor, muchas no expresaban su rechazo y renuncia a las conductas que nos han llevado a esta situación y bastantes adolecían de un propósito de cambio real, imbuidos de este “bambismo” y sentimiento infantiloide que impregnan y ahogan a nuestra poco madura sociedad. Por ello me reservo mi opinión, la cual escribo en paralelo y que en un futuro a medio plazo espero poder compartir, deseando en parte equivocarme.

Mas debo advertir que en esta lluvia de ideas e improvisaciones a la que nuestros gobernantes y expertos nos someten y los diferentes medios nos bombardean constantemente día sí y día también, hay demasiadas actitudes que no me gustan. Es cierto que estamos en un estado de alarma, pero este no es ni similar ni comparable al de la antigua república romana en donde todo el poder se otorgaba a un dictador temporalmente. Vislumbro amagos y ramalazos de autoritarismo en nuestro poder ejecutivo, que me preocupan, pues a parte de una posible inexperiencia y no haber vivido situaciones parecidas se unen las actitudes de algunos de nuestros dirigentes que son miembros de unas generaciones educadas en el consentimiento y que buscan imponer sus criterios con unos controles y unas medias de seguridad que coartan nuestra individualidad y privacidad y que son propios de otros modelos sociales que nada tienen que ver con nuestro sistema democrático y que pretenden, en estas excepcionales circunstancias en donde el equilibrio libertad-seguridad está escorado por una microscópica partícula, aprovechar la coyuntura, del confinamiento y las rápidas ganas de volver a una “normalidad” nada aclarada, para que el hobbesiano leviatan-estado nos cambie sin acuerdo el pacto social y marque un nuevo terreno y reglas de juego a golpe de decreto basándose en una ficticia promesa de temporal seguridad venidera a la espera de soluciones definitivas (vacunas y retrovirales para todos).

No caigamos en la trampa de la que Voltaire nos advirtió “La política es el camino para que las personas sin principios puedan dirigir a las personas sin memoria”. El consenso y el nuevo pacto social es cosa de todos no único y exclusivo de la casta, nueva y vieja, política.

Nota: Publicado en Navarra Información el 09-04-2020 y en Diario de Navarra el 15-04-2020.

sábado, 4 de abril de 2020

Va por ustedes!


Va por ustedes es un homenaje a todas estas personas, la mayoría anónimos que, en esta crisis del Coronavirus, están dándolo todo (sanitarios, fuerzas de seguridad, bomberos, agricultores y ganaderos, industria alimentaria, farmacéutica, transportista, personal de limpieza, etc..) pero muy especialmente a los que desparecen de nuestras vidas, y nos dejan por esta moderna peste, máscara de ese jinete del apocalipsis llamado Muerte que los lleva a jugar la última y amañada partida.

En esta guerra incruenta dentro de nuestras numerosas bajas quienes merecen una mención de honor son ellos, nuestros mayores (abuelos, padres y madres). Son conocidos por la generación silenciosa pero ahora que les ponemos letras, ellos son los miembros de las generaciones R, S y T; R de resistencia, S de supervivencia y T de transición.

Son unas generaciones que, en este país, les toco nacer en el peor momento de su historia, la incivil guerra y sus consecuencias. La guerra les robo la alegría y les secuestro la inocencia de su infancia. En su adolescencia tuvieron que soportar hambre y penurias, en su juventud sacrificios, algunos más que otros porque sin comerlo ni beberlo fueron estigmatizados por las decisiones de sus antecesores y se les marcó o señaló con la p de perdedores. La gran mayoría, igual daba vencedores como perdedores, emigraron, de sus pueblos a las ciudades en busca de un futuro que no la había o estaba vetado para ellos en sus pueblos. Muchos emigraron en busca de esas oportunidades que no encontraban en la autarquía de nuestro país, otros porque no estaban cómodos con los tiempos que se vivían. Forjaron el milagro alemán, con Vente para Alemania, Pepe (1971) y fueron las Españolas en Paris (1971). Se pluriemplearon o metieron horas hasta la extenuación (La gran familia-1962) para sacar, sacarnos, a sus familias adelante, inculcándonos respeto, espíritu de superación y ganas de trabajar, se convirtieron en Los nuevos españoles (1974). Algo que parece que nosotros no estamos sabiendo hacer con nuestras progenies. Durante la transición nos dieron una lección de llegar a acuerdos, consenso lo llamaron, cediendo por un bien común superior construir un nuevo país en democracia. Algo que algunos de sus hijos y nietos, se han olvidado y en vez de ser ecuánimes, han optado por reverdecer el frentismo y con memoria selectiva presumen de algunos de sus antepasados represaliados y se olvidan de sus otros antepasados que fueron activos represores, o estraperlistas y chaqueteros, que lograron que ellos ahora puedan estar en el candelero.

Llego el ansiado cambio y con él, la reconversión industrial, que algunos les dio un zarpazo, y fue preludio de nuevos horizontes de futuro donde la economía iba a centrar todo

Llegada su ansiada jubilación, no tuvieron tampoco respiro, y disfrutaron poco de ella. Los tiempos habían cambiado, y tuvieron que ayudar en la “conciliación familiar”, se convirtieron en canguros de sus nietos y algunos hasta en padres y madres suplentes. Cuando no ha acoger la vuelta al hogar familiar de sus hijos e hijas separados, divorciados o maltratados. Pero esto no quedo ahí, vino otra nueva crisis, la financiera-económica y tuvieron que compartir su pensión y otra vez también su casa con sus descendientes en paro, desahuciados, o con grandes apuros para llegar a fin de mes.

Ahora que tras duros años parece que se veía la luz al final del túnel, ellos ya achacosos que iban a poder ver como sus nietos estudiaban y empezaban a pelear en un mundo que tanto ha cambiado, presumiendo de sus logros y preocupándose, como no y una vez más, por sus desengaños, les golpea una nueva crisis.

Una plaga, pandemia, provocada por una microscópica partícula que se ceba con ellos, agravado por la falta de previsión, las improvisadas reacciones en cadena y un exceso de ignorante y presuntuoso optimismo inicial de que no nos iba tocar, los confina en sus casas en arresto domiciliario, sin poder salir ni ver a sus seres queridos. Y lo peor si enferman los internan en fríos hospitales aislados para no contagiar al resto, sin una mano familiar que los acompañe en esos momentos que tristemente puede que sean los últimos. Además, las noticias del colapso de las UCI´s y su disponibilidad para ellos son dramáticas. Y a los supervivientes nos invade la angustia y congoja de no haber podido estar con ellos y lo que es más duro no despedirles como se merecen porque hemos de estar confinados para evitar contagiar a los que siguen vivos.

Nunca podremos agradecer los esfuerzos que estas generaciones han hecho por todos y el cruel e inhumano final que el destino y nuestras torpes actuaciones les han deparado.

Por todo esto va por ustedes, se lo debemos.

Nota: Publicado en Navarra Información el 04-04-2020, en El Español el 21-04-2020 y en Diario de Navarra el 08-06-2020.