Se le atribuye a W. Churchill que la democracia es el menos malo de
los sistemas políticos, etimológicamente quiere decir gobierno del pueblo.
Algunos cofunden la democracia con la república que literalmente quiere decir
gobierno de la ley. Es importante está distinción pues hay repúblicas que no
son democráticas.
Para complicar este galimatías tenemos el llamado estado de derecho cuyo concepto se le atribuye a Kant y que los
ingleses denomina “rule of law” (la
regla de la ley). Se entiende por estado de derecho aquella forma de organización política en la cual el
ejercicio del poder se encuentra sometido a los parámetros del Derecho,
es decir la forma como se ejerce el poder se rige por los mandatos que
emanan de un orden jurídico vigente. Frecuentemente los “Estados de
Derecho” son además democracias participativas pero
no por ello debemos asimilar los términos.
En el momento de escribir estas líneas sendos titulares nos advierten
que la democracia está en peligro; de un lado BarakObama
de otro Meral
Aksener (la llamada “Dama de Hierro en Turquía).
Nos hemos acostumbrado a vivir en democracia pero al igual que la vida
ambas precisan de determinadas condiciones y delicados equilibrios para que
triunfen y continúen. Ya sabemos lo que pasa con el exceso de CO2, el
calentamiento global, etc. Lo mismo con la democracia, los peligros son muchos.
Alfred Croiset advirtió “El enemigo más temible de las democracia es
la demagogia” por desgracia son los políticos los primeros en
caer en ella. Últimamente lo comprobamos con facilidad y ninguna sigla se
escapa de tenerlos en sus filas.
Además la mayoría de los políticos ignoran o desconocen cuáles son su
funciones, continuamente vemos titulares y actuaciones en donde se apruebanresoluciones o declaraciones grandilocuentes por los motivos más variopintos,
que algunas incluso pueden estar bien, pero la primordial función de estos señores
es resolver o por lo menos plantear soluciones a los problemas de los
ciudadanos, no aumentarlos, además deben legislar o adecuar la legislación
existente a los tiempos actuales y parece mentira pero a juzgar por el trabajo
del Constitucional fallan más que una escopeta de feria. Mientras la oposición
debe controlar la acción de gobierno y ser la voz de las minorías para evitar
posibles abusos de la mayoría, haciendo ver los despropósitos y consensuando
las medidas para el bien común.
Otro de los peligros, que acechan a la democracia, es la poca
separación e independencia de poderes. Así nos encontramos con jueces sometidos
a presiones políticas y de otras instituciones que debieran dar ejemplo de no
injerencia. Para más nos aparecen “jueces estrella” con aspiraciones
políticas o profesionales, medrando en el escalafón anteponiendo sus interés a
los de la sociedad a la que supuestamente sirven.
Otros riesgos surgen de la casi inexistencia de una prensa libre, culta
y con público (a ser posible con criterio), el amarillismo de los medios, la
esquizofrenia por las audiencias y los índices de ventas, la deformación del
periodismo que propicia la visibilidad (excesiva) de algunos intereses que
buscan la promoción gratuita e incluso la manipulación de la sociedad y que exacerban
los ánimos. “El periodismo
tiene una función social y tiene que tener una ética que
sirva a los hechos” G Lomana.
Sin olvidar las redes sociales con su postverdad y la nueva palabra
del año en inglés las “fake news” (noticias falsas), Los postulados sobre
la propaganda de Goebbles nunca han estado más de moda.
La injerencia de otros estados (Rusia, China, Venezuela, Arabia Saudí,...)
con otros modelos “ademocráticos” que conspiran para que la Democracia sucumba
como se está comprobando en recientes investigaciones, curiosamente valiéndose
de las redes sociales y de la libertad de expresión que es de dudosa existencia
en sus países.
Nuestro sistema educativo hilvanado, ni siquiera confeccionado, para
aplastar la inteligencia e igualar en mediocridad con el fin domesticar el
espíritu crítico y evitar la indicación de caminos y de objetivos a la sociedad.
Y que provoca una falta de cultura, de conocimiento básico, de educación
cívica, que permita discernir y distinguir entre conceptos como Democracia,
República, Estado de Derecho, Constitución, Consenso y lo que representan. Toda
esta “ignorancia democrática” conforma una mayoría silenciosa y temerosa de expresar
sus ideas y que cuando se pronuncia lo hace a última hora, tarde y mal; que se
contenta con el espejismo de la participación ciudadana a través de las
votaciones, porque lo “democrático” es votar, el becerro de oro es la urna y
sus resultados, independientemente de que no haya veracidad en ellos. Ya que
los sumos sacerdotes de la demagogia se encargan de proclamar el pecado de
blasfemia contra el progreso y tildan al discrepante, aunque sea de los suyos,
de enemigo público al que hay que purgar o reeducar, al
más puro estilo bolchevique o del primer franquismo.
Ya Aristóteles reflexionaba “Cuanto
más democrática se vuelve una democracia, más tiende a ser gobernada por la
plebe, (...) degener(ando) en tiranía”.
Nota: Publicado en Navarra Información el 24-11-2017
Y en El Blog del Suscriptor de El Español el 23-11-2017
Y en El Blog del Suscriptor de El Español el 23-11-2017