Tras 18 años de juventud y casi 34
inviernos de experiencia, uno ha podido comprobar que el sistema deja a Saturno
en un bebe de pecho en cuanto a voracidad se entiende. Y que deglute y fagocita
cualquier elemento de ser susceptible de conseguir beneficio. Ejemplos hay
muchos estilos musicales que surgen como contestatarios y críticos son
convertidos a los dos días en máquinas de rentabilidad (Rock, Punk, Hip-Hop o
Rap), lo mismo pasa con el cine independiente o con las tribus o movientes
urbanos (Beatnicks, Hippies, Hipsters, o el último de Hijabsters). El mundo de
la gestión empresarial tampoco está exento de esta hambre compulsiva que roza
la bulimia. Al final de los ochenta era presumir de tener sistemas de gestión
de calidad, aunque ésta debía ser indispensable, después vinieron los sistemas
de gestión medioambiental y las
excelencias del EFQM (que han afectado a la mayoría de los centros educativos,
olvidando que la verdadera excelencia se da en el aula), pero hoy quiero
céntrame en el último alarido de gestión que es la Responsabilidad Social
Corporativa. Cualquier empresa que se precie debe presumir de ella, pero a
veces se cometen errores de calibre, por falta de tacto y empatía para con los
llamados “stakeholders” (término inglés utilizado por primera vez por R. E. Freeman en su obra: “Strategic
Management: A Stakeholder Approach” (Pitman, 1984), para referirse a «quienes pueden afectar o son
afectados por las actividades de una empresa».)
Me confieso fiel seguidor de un
programa de radio de tarde-noche (94,20 en FM)
en donde los jueves hay una sección en la cual un experto en análisis de
datos envía al purgatorio a medios y personas que emplean los mismos de una
forma errónea o confusa en noticias y artículos. Siguiendo su ejemplo me veo en
la obligación de enviar esta semana al purgatorio a varios medios forales, que
se han hecho eco de una noticia posiblemente enviada a los medios desde el
gabinete de prensa de una conocida multinacional por vía de alguna agencia de
prestigio como Europa press o EFE. Entiendo que es difícil, casi imposible,
corroborar la veracidad de todos los cientos de noticias que se producen al
día. Y más cuando vienen de una empresa seria que presume de un código de
conducta.
La verdad es que a quien hay que enviar al purgatorio es a la
empresa, por manipular a los medios, usando información basada en verdades a
medias. En este otoño les ha colado dos goles a los medios. El primero era una
noticia en la cual unos doscientos empleados de la misma habían acudido al
final de una prueba deportiva. En la que se decía que habían sido elegidos por
sorteo, por desgracia no todos lo empleados supieron del mismo, porque no se
utilizaron ni todos los puntos de información de la planta, ni el boletín semanal
para ello.
El segundo es, en mi opinión, peor pues afecta a la Fundación Anastasio de Gracia-FITEL
(AGFITEL), cuyo objetivo es el fomento de la lectura en el ámbito laboral,
iniciativa que cuenta con el patrocinio del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte
a través del Plan de Fomento de la Lectura, y la colaboración de MCA-UGT
y las editoriales Nórdica Libros, Seix
Barral y Planeta. De lo que no informan es que de los 100 ejemplares de la
novela repartidos entre los trabajadores, el 70% fue para personal de oficinas
y mano de obra indirecta (unos 900) y solo el 30% para los operarios (algo más
3.000), repartidos en tres turnos. Pero lo injustificable es la discriminación
de un tercio de estos por pertenecer al turno que estaba trabajando cuando se iba
a tener una charla coloquio con el autor del mismo, a estos operarios no se les
dio el libro, aunque algunos fueron a solicitarlo, con la excepción de uno que
debió ser un error del responsable que los entregaba. Como que hoy en día no
hay medios y posibilidades técnicas que hubieran permitido la participación de
estos pocos trabajadores interesados. Pero desde luego nunca, NUNCA discriminar a un tercio de la plantilla de un acto
cultural de una Fundación. Y menos
hacerse propaganda a costa del mismo tras
flagrante acto de desconsideración a los operarios que eran el objetivo
primordial de la campaña. Con la esperanza de
que los lectores pongan en cuarentena noticias de este tipo y el deseo de que
en el futuro las empresas se organicen mejor que hacer las cosas bien que no
cuesta tanto, sólo un poco de interés y de pensar en los demás. Y así la
responsabilidad corporativa será real. Un “stakeholder” por partida doble según la definición del sr. Freeman.
Nota: Publicado como Carta a los Lectores en el Diario de Navarra el 28-12-2014.
Ya te he leído, esta vez te han degradado.
RE
Nota: Publicado como Carta a los Lectores en el Diario de Navarra el 28-12-2014.
Ya te he leído, esta vez te han degradado.
RE