domingo, 19 de abril de 2015

La moderna manzana y el diablo (que existe de verdad)



A estas alturas de la carrera electoral, en las salas de mando de los partidos han decidido aumentar la cadencia en el tam-tam de los galeotes. Y viendo cerca las naves “enemigas” han comenzado las primeras salvas para demostrarles que están a tiro y probar a hacer alguna avería en el timón o con un poco de suerte desmochar alguna cofia de mayor o mesana. El peligro de estas primeras salvas es que los cañones no estén bien sujetos y en su retroceso hagan un destrozo entre las tripulaciones poco expertas y enroladas de aquella manera. Hace unas semanas escribía sobre el tema del aborto en “un tema recurrentecon un nuevo enfoque”. Esta semana han saltado a la palestra distintas legalizaciones (prostitución y drogas) como reclamo electoral. Temas conflictivos por sus complejidad y múltiples aristas y que requieren de un consenso de la sociedad en general (de los llamados agentes sociales y de expertos y afectados) y no sólo de los partidos y políticos, o aspirantes a ello, en las cámaras legislativas.

Normalmente estas ofertas electoralista se mal interpretan como signo de progresía, modernidad e izquierdismo, aunque ahora hay fuerzas políticas que aborrezcan de dichas distinciones y etiquetas. Pero nada más lejos de la realidad. Por un lado y en la superficialidad estos globos sondas, son el reflejo de que por mucho que se diga la política no cambia en sus maneras. Pero entrando en el tema estas propuestas, bajo un hipócrita halo de progreso lo que en realidad pretenden es aumentar la financiación del estado/administración de un suculento bocado que ahora se le escapa, pero que mueve carretas de millones, en lo que podríamos llamar la economía paralela o la subeconomía de los bajos fondos. Hecho que tampoco arreglara que una vez legalizadas no dejen de buscar trucos y triquiñuelas para cometer fraude fiscal, como la gran mayoría de actividades económicas legales y honestas.

Pero en su profundidad el tema es indignante. Pues nos oculta envuelto en esa aureola de modernidad relativista y pseudoliberal (en el sentido de opuesto a conservador) qué modelo de persona es a la que se aspira. Lo verdaderamente “progre”, avanzado moderno y de izquierdas es poseer, propugnar, manifestar y defender en público un modelo utópico de Persona y Sociedad y de la relación entre ambas y con las Creencias. Entendiendo por “Creencias” desde una Espiritualidad Humanística a los diferentes y numerosas manifestaciones de Religión (no sólo monoteístas) que hay en nuestra sociedad plural. La gran diferencia entre estas creencias es la de inmanencia de la primera y la transcendencia de las segundas.

En ese modelo de persona hay que optar por los “pobres” en el sentido bíblico/evangélico, como lo emplea el papa Francisco I. Y aspirar a lograr una persona madura, que sea capaz de desarrollar todas sus potencias (Aristóteles) o como dicen los psicólogos y pedagogos, hoy en día, competencias, sin ser manejada/manipulada por nadie y menos enajenada por la sociedad.

Lo verdaderamente innovador es aspirar a erradicar la prostitución, y ésta no es sólo el cambio de dinero por favores sexuales, es también el alquiler de vientres, el comprar/vender esperma, incluso el tener que vender la fuerza del trabajo por un sueldo miserable y en unas condiciones paupérrimas, perdiendo la dignidad. Quien ha viajado a Ámsterdam ha visto el denigrante espectáculo de ver a personas (mujeres, por cierto no he visto ninguna declaración sobre esta iniciativa de legalización de los colectivos feministas) cosificadas, expuestas y exhibidas en escaparates con luces rojas cuan solomillos, o chuletas. Nadie debiera tener un puesto de trabajo por muy legal que sea que la denigre como persona. Hay que conseguir que toda persona pueda tener un puesto de trabajo digno con un sueldo que le permita alcanzar su sustento, su vivienda, la sanidad y la educación de su familia y una jubilación honrosa y justa.

En cuanto a la legalización de la droga, si he de elegir entre un porro, una raya o un chute, prefiero doparme con la droga dura que encuentro en las librerías o gratis en las bibliotecas, en las palabras de Homero, Sófocles, Platón, Aristóteles, Séneca, Copérnico, Maquiavelo, Descartes, Hume, Kant, Hegel, Marx, Nietzsche, Shakespeare, Cervantes, Quevedo, Lope, Tirso de Molina, Sta. Teresa, Zorrilla, Moratín, Pérez Galdós, Ortega y Gasset, Unamuno, JR Jiménez, Dumas, Verne, Huxley, Wells, Conrad y un largo etc.,…incluso Pérez-Reverte o JM de Prada y porque no también del Corán, la Biblia y el Talmud, que provocan que mi única neurona masculina se estruje y cumpla la función para lo que fue desarrollada: PENSAR y a ser posible, mejor, libremente.

Lo que no deseo, ni quiero es caer en la manipulación de los listos y vivos, ni atrapado en las burocracias de los partidos y sindicatos con sus actitudes clientelares, que en connivencia con los poderes facticos me quieren aborregar y confundir con una dosis de soma diaria, de pan y circo, de telebasura, de ilusionismo confundido por ilusión o engañado por un mago de feria aunque éste se vista con traje de buenos paños y pretenda que caiga en la trampa de ser estómago agradecido.

Nota: Publicado en el Diario de Navarra el 21-04-2015 con el título de "Las Legalizaciones".