La
confianza es uno de los pilares que sustentan nuestra sociedad. En el
paleolítico cuando el hombre iba a cazar necesitaba de la confianza en
sus compañeros de partida para poder abatir presas de gran tamaño y así
alimentar convenientemente al clan. Gracias a ello este creció y se
convirtió en tribu. Así hasta nuestra sociedad.
Hoy
en día continuamente hacemos uso de la confianza en nuestras
relaciones, Padre/Madre-Hijos, Pareja, Amigos, Maestro-Aprendiz,
Jefe/Subordinado, Cliente-Proveedor,….Ejemplo de esta última es el
triunfo y crecimiento de una conocida cadena de distribución que se va a
instalar en nuestra comunidad.
Incluso
nuestras decisiones de consumo se sustentan en la confianza de una
marca. Es esta uno de los valores intangibles de una marca y por el cual
estamos dispuestos a pagar más por un producto o servicio. Es más, ello
se refleja en los lemas o eslóganes publicitarios; quien no recuerda:
“Del - - - me fío” o el “…busque, compare y si encuentra algo mejor
cómprelo”. Y hasta para mejorar la confianza en uno mismo y rendir mejor
ha surgido una nueva profesión la del entrenador o ”coacher”.
Por
desgracia al españolito de a pie nos lo están poniendo pero que muy,
muy difícil los distintos estamentos de poder e instituciones en las que
se fundamenta nuestra sociedad. Para empezar el poder ejecutivo, el
anterior nos mintió, ocultando el inicio de la crisis y creando falsas
expectativas con los brotes verdes, por ello al actual ni le hemos
respetado los cien días del beneficio de la duda. Además ahora y tras
las penúltimas declaraciones de que se hará lo que se tenga que hacer,
aun cuando se haya dicho previamente todo lo contrario. No ayudan mucho,
salvo que demuestran una firmeza en la toma de decisión que antes no se
tenía. Nos queda esperar, con incertidumbre, y ver.
Tampoco
el poder legislativo ayuda, toman decisiones que afectan a casi todos
menos a ellos. Me refiero a la moderación y o congelación salarial, a la
reforma de las pensiones, etc. Los diputados (nacionales y forales) e
incluso los concejales se suben el sueldo cuando y cuanto quieren. Con
dos legislaturas se aseguran la pensión máxima, cuando a un currito le
toca trabajar 38 años y medio para poder cobrar el 100% de la suya, que
no suele ser la máxima. Además su dedicación exclusiva es bastante
extraña, pueden faltar al trabajo y cobrar importantes sumas de dinero
de empresas privadas. Y la lista de incoherencias sigue y no para como
los conejos con aquellas pilas inacabables.
En
esto el poder judicial y los altos funcionarios tampoco se quedan
atrás. Y con ellos hay que cogérsela con papel de fumar, pues está claro
que un hotel de 4 estrellas no es de lujo, pero ese “lujo” difícilmente
se lo puede permitir un señor trabajador, como nos llamaba aquel famoso
ingeniero, que gana 25.000 euros brutos anuales, que es en lo que se
estima el salario medio. Dato muy susceptible, teniendo en cuenta que la
media estadística camufla la realidad si no va acompañada de la
desviación típica. El famoso ejemplo del pollo y dos comensales, uno se
lo come y el otro no pero toca a medio por cabeza.
En
cuanto a nuestro sistema financiero, que decir, hace poco era el mejor
del mundo mundial. Ahora para “sanearlo”, hace falta la friolera de
40.000 millones de €. Eso sin contar que los responsables se van de
rositas y con indemnizaciones insultantes e indecentes cuando a un
trabajador por menos (incumplimiento de sus responsabilidades) se le
puede despedir procedentemente sin indemnización, ni paro.
La guinda a este pastel la pone la familia real con sus últimos “deslices”.
Lo
que no suscribo es la idea que se está imponiéndonos de que todos
tenemos la culpa de este desmadre. Si es cierto que hay muchos
responsables y que algunos lo son en mayor grado y además se van sin
recibir su castigo. Pero también es cierto que una parte de los
ciudadanos hemos ido en contracorriente y se nos ha tildado cuando menos
de paletos por no asumir, ni adherirnos a la orgía consumista. Hasta
nuestro hijos nos han dicho: “Joo, pero si todos lo hacen, porque
nosotros no.”
Ahora
a estas alturas del poema ya todos sabemos que Nadie nos va a salvar,
que Penélope-Merkel con lo que desteje a la noche le da tiempo a
prepararnos una fuerte soga, no sé si para ahorcarnos o tenernos de
mascota; que la búsqueda del Dorado nos ha llevado a adentrarnos en la
espesura de la selva y que la única luz que entra en la penumbra de la
jungla nos lleva a un caudaloso y turbulento río, que no sabemos cuan
largo es y cuantas abruptas cataratas tendremos que sortear hasta su
tranquilo estuario. A pesar de que los remeros de la izquierda y los de
la derecha no terminan de remar al unísono y de que los arqueros
periféricos están más preocupados en buscar su sustento que en defender
al conjunto de la expedición. La misma historia de siempre de esta
España envidiosa, que no cambia, ni mejora.
Lo
que está claro es que sólo podemos y debemos querer confiar en nosotros
mismos y recordar que las marcas líderes ofrecen confianza y los
consumidores ponen su confianza en ellas. Si tienen dudas, por favor,
analicen sus opciones de compra. Gracias.