lunes, 8 de febrero de 2016

El cambio para todos



Hay una gran relación entre la ecología (biología) y la economía, de manera que con ejemplos de una de estas ciencias se pueden explicar fácilmente las de la otra. Uno de esos casos es la simbiosis, la asociación de organismos de especies diferentes para beneficiarse mutuamente en su desarrollo vital. El convenio viene a ser en economía lo que la simbiosis en la biología.

Llevamos un tiempo en que en nuestro pequeño y gran universo foral y en concreto en la galaxia Cuenca, pues parece que no existe nada más tras el Perdón o el Carrascal, que por uno u otro motivo tenemos el termino convenio presente en nuestras conversaciones, noticias, foros, …; ya sea en su versión CUN, Metal, TRW, Económico. Es curioso que ver cómo nos posicionamos según las tornas, haciendo cierto el refrán de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro. Intramugas hablamos de “privilegios” de algunos afectados por sus convenios y cuando desde el otro lado del Ebro nos mencionan las supuestas prebendas del nuestro nos afanamos en su defensa a ultranza.

En ciertos foros sin saber, ni documentarse hablan muchas personas y lo peor se vierten opiniones y criticas comparando peras con manzanas, sin conocer la letra pequeña de los acuerdos (a pesar de que la mayoría son públicos), los salarios de tal o cual empresa y confundimos días de vacaciones, con flexibilidades laborales; esos voceros dentro de unos meses criticarán las horas extras de esas empresas, sin saber que son aquellos días de “vacaciones”. Si se quiere comparar algo hay que usar la misma medida por ello a la hora de comparar un trabajo de oficina, con uno de TRW, VW, o de la construcción, debiéramos dividir el salario bruto anual por la jornada en horas anuales y aun así la comparación resultaría odiosa porque no es la mismo estar en una oficina sentado y con calefacción y aire acondicionado que trabajando a tiempo medido con saturación y control del tiempo y en condiciones ambientales fuera de confort, en malas posiciones, repetición de movimientos, con turnicidad y nocturnidad, y en algunos casos con penosidad y sobre esfuerzos añadidos.

Por otro lado en casi todos los convenios hay una cláusula de beneficios sociales, en algunas entidades ni siquiera están escritos pero el uso y el tiempo han creado un derecho adquirido. Fundamentalmente porque a las empresas les cuadran mejor estas medidas que no una mayor subida salarial ya que está última se consolida y es para todos los trabajadores sí o sí mientras que con los llamados benéficos sociales hay trabajadores que no los piden o disfrutan en su totalidad lo que supone a la larga un ahorro para la empresa. Y en la actualidad con la idea de responsabilidad social corporativa los llamados beneficios sociales suman puntos de cara a la imagen de la empresa y captación de trabajadores o debiera decir conocimiento como les gusta decir a los gurús.

Hacienda, que somos todos, quiere que todo se declare y me parece justo pero se debiera preservar la equidad, de manera que si en una empresa deben declarar las dietas y el kilometraje, en otra lo hagan los descuentos en productos o servicios, y en otra lo que sea, aunque sea un yogur o una barra de pan o el periódico al día. En cualquier caso eso no son privilegios son remuneración en especie.

Privilegios son otras cosas como poder aparcar en una zona prohibida para todos (los concejales), cobrar la pensión máxima habiendo cotizado sólo 8 ochos, tener una parte del sueldo libre de impuestos (los diputados, senadores y parlamentarios europeos) o tener a una parte de sus trabajadores en mutuas o con ventajas sanitarias no declarables (funcionarios, trabajadores municipales) o permitir que a igual función distinta jornada lectiva y sueldo (enseñantes de educación obligatoria según son funcionarios o trabajan en la enseñanza concertada), o tener la capacidad de “autosubirse” el salario en votación (los políticos).

Ya vemos que por desgracia, la administración en sus diferentes niveles es la primera en incumplir la norma, impago de más de 30 días a sus proveedores (según administraciones más de 100 días), por no citar que a veces pide romper contratos y firmar nuevos a los interinos por haberse equivocado en su redacción (jornada, categoría), fomentar las horas extras como las “peonadas”, o no controlar los horarios de sus trabajadores (que además hacen 37,5 semanales y además tienen 6 “moscosos” y hasta 4 “canosos”) y permitir las subcontrataciones en condiciones a la baja cosa que los sindicatos denuncian en las empresas privadas pero suelen obviar en la “cosa pública”.

Un apunte más, la administración no debiera consentir la violencia verbal ni fomentar la exclusión ideológica, venga de donde venga y por mucho que está se ampare en la libertad de expresión, por desgracia “es lo que hay” aquí y en Tudela, por pate de unos y de otros que les llaman “catetos”.

Los ciudadanos, cada vez estamos más informados a pesar de las manipulaciones de unos y otros y de la miopía propia que muchas veces viene acompañada de principios de glaucoma, pero queremos que todo esto también sea parte del cambio. Y que el cambio sea para el bien de todos.

Nota: Publicado el martes 09-02-2016 con el título "Privilegios y prebendas".

 


Dile a tu hermano, que escribe my bien y que le leemos siempre.
AB y JM