El beso u
ósculo es una expresión de amor, bien fraternal entre progenitores y
descendientes o entre amigos, bien de amor de pareja. Hay ósculos castos y los
hay por un impulso de deseo carnal. Hay besos que uno recuerda para toda la
vida, y que incluso la daría por poder ser uno de los protagonistas de este y
otros que prefería olvidar o no haber tenido que darlos nunca.
Hay besos
que han hecho historia, incluso sin uno de ellos la historia de la redención no
se podría haber dado, por lo menos como la conocemos, lo cual da para un debate
sobre el determinismo del ser humano o por lo menos de uno en concreto, el
vilipendiado Judas.
El beso
es protagonista de cuadros como el de Gustav Klimt, de esculturas como la de
Rodin, de fotografías como el retratado por Alfred Eisenstaedt en Times Square
que un marinero le da a una joven de blanco en plena celebración del final de
la guerra y que salvo a los documentalistas a nadie más nos ha importado
quienes fueron sus anónimos protagonistas. Y el recién estrenado disco de Alba Molina, la hija de los “míticos” Lole y Manuel, se titula “El beso”.
En estos
días de pandemia y preservativo distanciamiento social y de evitar el contacto
corporal, un beso es un acto de transgresión y si además es un pico o peor un morreo
es la mayor perversión de la estricta norma sanitaria.
Esta
semana un beso firmado por el artista urbano LKN, ha sido triste protagonista
de portadas y noticieros locales.
El beso entre Bakartxo y Maria, a estas alturas del siglo XXI sólo puede escandalizar a
machirulos y reprimidas.
Sin
embargo, el beso entre Ruiz, que significa hija de Ruy, hipocorístico de
Rodrigo, y Chivite, o si lo escribo Txibite, alborota y provoca vergüenza a los
rancios y trasnochados que a estas alturas de la historia defienden la pureza
de sangre, los ocho apellidos y el rh negativo como factor de exclusión.
Ahora
bien, el beso entre Bildu y PSOE-PSN viene a escenificar una múltiple traición,
de la cual las hemerotecas y videotecas atestiguan que nunca, no es no, se iba
a dar.
Primera
traición la del PSOE-PSN a sus votantes y al legado histórico de muchos de sus
militantes, que padecieron persecución y algunos perdieron su vida, por
defender las ideas de centro izquierda socialdemócratas y del moderado
socialismo liberal y de cogestión (ver Incómoda memoria).
Segunda
traición la de Bildu a los suyos, por pactar con el españolismo y el
constitucionalismo, los dos elementos contra los cuales siempre han luchado y
que son su razón de ser. Además, con ese PSOE con E de español que con su veto
a la presencia de Enrique Tierno Galván (PSP) en la comisión provocó por
razones técnicas la exclusión del PNV, privando la presencia del nacionalismo
vasco en la foto de los padres de la Constitución, por lo que votó no a la
misma.
La
tercera traición es más compleja y profunda pues ambas formaciones con ese
pacto han demostrado que los medios no importan para conseguir el fin. Un fin
que no es el bien aristotélico, sino que es fin espurio: para unos es sentarse
y mantenerse en la poltrona del poder y para otros minar el Estado en el que no
creen y recoger las migajas. Pero esto provoca que se acepte el presupuesto
maquiavélico de que el fin justifica los medios, presupuesto que está detrás
del neocapitalismo. Y por ello pervierte y destruye la idea de la superioridad
moral que defiende la supuesta progresía del siglo XXI que dice ser heredera de
la izquierda del siglo XX, y que se fundamenta en la opción y defensa de los
pobres y desfavorecidos. Pero ya vemos que eso no es así.
El
verdadero arte tiende a ser transgresor y provocar una reflexión en el espectador.
Por ello el artista es más libre cuando no está subvencionado; sin embargo,
corre el peligro de que la “autoridad” lo persiga.
Es
llamativa la rápida y doble reacción ante la censura del cartel de LKN, por
parte de Presidencia al afirmar que fue una acción individual y personal de una
patrulla foral. A los agentes implicados los han dejado con el culo al aire y
si todo es así deberían ser sancionados. Si por otro lado es habitual retirar
carteles no estaría de más que siguieran con todos los que empapelan
nuestra comunidad. Excusa no pedida acusación manifiesta que dirían los
clásicos. Y por parte de la Jefatura de la Policía Foral de pedir disculpas al autor.
En cualquier caso, no han pedido que lo vuelva a pintar y colocar de nuevo que
sería lo suyo, además de abonar los materiales de su propio bolsillo.
La libertad de pensamiento, que es la que está detrás de la libertad de expresión, empieza a estar en el objetivo. Al poder no le gusta el libre pensamiento. La historia se repite, los tiempos de la censura dictatorial y la inquisición vuelven.
Nota: Publicado el 23/11/2020 en navarrainformacion.es y en El Español.
Posteriormente vuelven a romper otro obra de LKN, el beso entre dos forales.