lunes, 23 de noviembre de 2020

El beso

El beso u ósculo es una expresión de amor, bien fraternal entre progenitores y descendientes o entre amigos, bien de amor de pareja. Hay ósculos castos y los hay por un impulso de deseo carnal. Hay besos que uno recuerda para toda la vida, y que incluso la daría por poder ser uno de los protagonistas de este y otros que prefería olvidar o no haber tenido que darlos nunca.

Hay besos que han hecho historia, incluso sin uno de ellos la historia de la redención no se podría haber dado, por lo menos como la conocemos, lo cual da para un debate sobre el determinismo del ser humano o por lo menos de uno en concreto, el vilipendiado Judas.

El beso es protagonista de cuadros como el de Gustav Klimt, de esculturas como la de Rodin, de fotografías como el retratado por Alfred Eisenstaedt en Times Square que un marinero le da a una joven de blanco en plena celebración del final de la guerra y que salvo a los documentalistas a nadie más nos ha importado quienes fueron sus anónimos protagonistas. Y el recién estrenado disco de Alba Molina, la hija de los “míticos” Lole y Manuel, se titula “El beso”.

En estos días de pandemia y preservativo distanciamiento social y de evitar el contacto corporal, un beso es un acto de transgresión y si además es un pico o peor un morreo es la mayor perversión de la estricta norma sanitaria.

Esta semana un beso firmado por el artista urbano LKN, ha sido triste protagonista de portadas y noticieros locales.

El beso entre Bakartxo y Maria, a estas alturas del siglo XXI sólo puede escandalizar a machirulos y reprimidas.

Sin embargo, el beso entre Ruiz, que significa hija de Ruy, hipocorístico de Rodrigo, y Chivite, o si lo escribo Txibite, alborota y provoca vergüenza a los rancios y trasnochados que a estas alturas de la historia defienden la pureza de sangre, los ocho apellidos y el rh negativo como factor de exclusión.

Ahora bien, el beso entre Bildu y PSOE-PSN viene a escenificar una múltiple traición, de la cual las hemerotecas y videotecas atestiguan que nunca, no es no, se iba a dar.

Primera traición la del PSOE-PSN a sus votantes y al legado histórico de muchos de sus militantes, que padecieron persecución y algunos perdieron su vida, por defender las ideas de centro izquierda socialdemócratas y del moderado socialismo liberal y de cogestión (ver Incómoda memoria).

Segunda traición la de Bildu a los suyos, por pactar con el españolismo y el constitucionalismo, los dos elementos contra los cuales siempre han luchado y que son su razón de ser. Además, con ese PSOE con E de español que con su veto a la presencia de Enrique Tierno Galván (PSP) en la comisión provocó por razones técnicas la exclusión del PNV, privando la presencia del nacionalismo vasco en la foto de los padres de la Constitución, por lo que votó no a la misma.

La tercera traición es más compleja y profunda pues ambas formaciones con ese pacto han demostrado que los medios no importan para conseguir el fin. Un fin que no es el bien aristotélico, sino que es fin espurio: para unos es sentarse y mantenerse en la poltrona del poder y para otros minar el Estado en el que no creen y recoger las migajas. Pero esto provoca que se acepte el presupuesto maquiavélico de que el fin justifica los medios, presupuesto que está detrás del neocapitalismo. Y por ello pervierte y destruye la idea de la superioridad moral que defiende la supuesta progresía del siglo XXI que dice ser heredera de la izquierda del siglo XX, y que se fundamenta en la opción y defensa de los pobres y desfavorecidos. Pero ya vemos que eso no es así.

El verdadero arte tiende a ser transgresor y provocar una reflexión en el espectador. Por ello el artista es más libre cuando no está subvencionado; sin embargo, corre el peligro de que la “autoridad” lo persiga.

Es llamativa la rápida y doble reacción ante la censura del cartel de LKN, por parte de Presidencia al afirmar que fue una acción individual y personal de una patrulla foral. A los agentes implicados los han dejado con el culo al aire y si todo es así deberían ser sancionados. Si por otro lado es habitual retirar carteles no estaría de más que siguieran con todos los que empapelan nuestra comunidad. Excusa no pedida acusación manifiesta que dirían los clásicos. Y por parte de la Jefatura de la Policía Foral de pedir disculpas al autor. En cualquier caso, no han pedido que lo vuelva a pintar y colocar de nuevo que sería lo suyo, además de abonar los materiales de su propio bolsillo.

La libertad de pensamiento, que es la que está detrás de la libertad de expresión, empieza a estar en el objetivo. Al poder no le gusta el libre pensamiento. La historia se repite, los tiempos de la censura dictatorial y la inquisición vuelven. 

Nota: Publicado el 23/11/2020 en navarrainformacion.es y en El Español.

Posteriormente vuelven a romper otro obra de LKN, el beso entre dos forales.





martes, 17 de noviembre de 2020

La trinchera infinita

 

Los títulos de la terna de películas de la cual ha salido la que presentamos al Oscar a mejor película extranjera, reflejan la cruda realidad de nuestro país. Lo que arde no son nuestros bosques sino los pequeños comercios y la hostelería en los múltiples focos del fuego de la pandemia en el que los irresponsables y los negacionistas son los nuevos pirómanos y con la cortina de humo salen los amigos de lo ajeno y aprovechan las algaradas y suben lo hurtado a Wallapop.

La distopia de El hoyo se ha hecho realidad y nuestra economía sigue cayendo sin ver dónde llega el final de este. Los analistas no vislumbran como saldremos de este profundo socavón, que se asemeja a uno de esos agujeros negros del espacio que absorben toda la materia que encuentran a su alrededor y de los cuales dicen que es imposible salir.

Pero la seleccionada ha sido La trinchera infinita, no es la primera película sobre el fenómeno de los topos, puede que la primera fuera Mambrú se fue a la guerra (1986) de Fernando Fernán Gómez que también triunfo en los Goya. pero si la que ha visibilizado a estas personas que vivieron emparedadas en sus casas entre las nuevas y jóvenes generaciones de españoles.

Es el título de la elegida para los Oscar, la trinchera infinita, el que refleja con más rudeza la situación actual de nuestra sociedad y que viene de antiguo.

Hace unos días leía un artículo en el que se explicaba que los hispanos fuimos ciudadanos de Roma, no como pueblo conquistado sino de pleno derecho. “Flavio Josefo afirma: Los que antaño fueron llamados hispanos, etruscos o sabinos, ahora son denominados romanos”. Por tanto, los hispanos no solo pertenecían al Imperio, sino que eran tan romanos como los habitantes de la Ciudad Eterna.

De hecho, hubo dos emperadores nacidos en la península ibérica. Sin embargo, parece que está ciudadanía romana no caló en nosotros, ya que a Adriano enseguida le salió la impronta natural y no se contentó con excavar una trinchera, sino que construyó un muro en Britania.

Tampoco nos valió el tener las primeras cortes ya en la edad media, ni ser uno de los primeros estados modernos, ni un construir un imperio donde no se ocultaba el Sol, gracias a personas que con sus virtudes y defectos huían del hambre y buscaban un mundo nuevo. Todo esto conseguido por muchos, la mayoría olvidados de la Historia, lo dilapidaron los Austrias menores con su pusilanimidad, ineptitud y estulticia.

Y es que nos va la marcha, la muerte de Carlos II sin heredero provocó la primera guerra civil, la de Sucesión, de cuyas trincheras algunos no han salido en tres siglos. Parecía que, con la llegada a la corona de un segundón, Carlos III, se abrían las ventanas de la Ilustración en nuestro país, pero no fue más un espejismo. Y volvimos a las andadas con otra entrega de guerra civil, esta vez a modo de serial con tres capítulos: las guerras carlistas. En ellas, hubo más monte que trincheras y una de sus consecuencias es que el virus del nacionalismo periférico germinó.

Así pasamos de siglo y llegamos a la guerra incivil, con sus múltiples frentes y trincheras que parecían haberse cerrado con la transición, pero en este nuevo siglo hunos se han empeñado en reexcavar y hotros en realambrar.

La trinchera infinita más que un título de una buena película es desgraciadamente nuestra realidad espacio temporal, que incluso transciende nuestras fronteras y se propaga como otra epidemia. En Estados Unidos Trump en cuatro años ha conseguido lo que nosotros en tres siglos. En Rusia a Putin la película que le gusta es “Arsénico por compasión”. En Oriente próximo, la trinchera entre árabes e israelitas a pesar de los nuevos y bilaterales acuerdos de paz no termina de rellenarse y desaparecer. Y así el resto del mundo.

El primer discurso del presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, indica que al otro lado del charco algo quiere cambiar. Y a falta de dos meses de la toma de poder ya empieza a tender puentes. Una lección para seguir.

Sin embargo, en España seguimos en un insano circulo de retroalimentación negativa, en donde vuelven las pintadas de otros tiempos delante de las casas. Esta vez han sido Chivite (PSOE) y Abascal (VOX). Así se empieza y ya sabemos cómo se acaba.

Es necesario que nuestros políticos se quiten el casco, se desprendan de su macuto de campaña, tiren el fusil y cojan las tenazas para cortar el alambre de espino, salgan de su parapeto, suban a la empalizada e imiten al septuagenario y 46 presidente norteamericano tendiéndose la mano.

Nota: Publicado el 17-11-2020 en navarrainformacion.es