viernes, 14 de febrero de 2020

Enseñanza de Calidad


Un año más, al inicio de febrero el loco, nos encontramos inmersos en la campaña de prematriculación. Cientos de progenitores, fundamentalmente primerizos junto con aquellos que por muy diversos motivos desean cambiar a sus hijos de colegio, se enfrentan a la importante decisión de buscar y elegir un colegio para su prole.

La oferta es tremenda: educación pública, publica-concertada (aunque algunos se empeñen en confundirnos, la educación concertada está dentro de la red pública, la diferencia principal es que hay un ideario – normalmente religioso, aunque lo hay también laico-, y en cuanto a la organización los profesores tienen más carga lectiva (25 horas semanales de clases frente a las 12-18 de los funcionarios y aspirantes contratados) y aproximadamente un 10% menos de salario) y privada (ésta debido a su precio es exclusiva de clases media altas, si queda alguien que se puede enmarcar en esta categoría, y altas). También se puede elegir entre educación mixta o de fomento segregada por sexo, que no por género.

A esto le añadimos el abecedario de modelos lingüísticos (A, B, D, G, PAI, espero no haberme olvidado ninguno). Y le sumamos si horario partido o continuo, sin olvidar los horarios laborales de los progenitores y posibilidad de conciliación, cercanía al hogar, u hogares si la custodia es compartida, transporte y la posibilidad de ayuda de los abuelos, extraescolares, comedor (si/no), …y la palabra mágica CALIDAD.

Como observamos hay una gran oferta educativa y la demanda disminuye por el descenso de la natalidad. Los distintos centros en sus campañas de captación presumen de sus premios o puntuaciones (400-500-600) a la “Excelencia” y Calidad.

Sin embargo, no es lo mismo calidad en la educación que educación de calidad. Recuerdo que el primer vino en España con calidad fue el de una conocida marca de tetrabrik, el vino tenía calidad, pero no era de calidad. Por ello y dado que mi trayectoria profesional se ha desarrollado principalmente implantando, implementando y sufriendo sistemas de aseguramiento de la calidad siempre me ha llamado la atención el asunto de la calidad en la enseñanza.

Los sistemas de calidad se basan en cumplir de entrada los mínimos requisitos legales, complementados con los requisitos del cliente y los requisitos que la empresa marca para diferenciarse del resto de competidores en sus productos o servicios.

Los requisitos legales en el sistema educativo español, los marcan las distintas y sucesivas leyes que vienen y van con cada cambio de gobierno, siete desde 1970 desde la LGE a la LOMCE. Esta última marca el cumplimiento de unos mínimos en las siete competencias claves.

Aquí ya empezamos con un problema para alcanzar una Enseñanza de Calidad (lo escribo en mayúsculas) pues el principal objetivo es alcanzar el mínimo, y no dar el máximo en cada una de esas competencias. De manera que la exigencia es a la baja y no a alcanzar el concepto del “volkswagiano” vocablo alemán de anmutung traducible por gusto por intentar alcanzar la perfección.

El segundo punto es la paradoja que se da en la enseñanza en donde el cliente y la materia prima a transformar es el mismo sujeto. El alumno (o los padres de este por tenentes de su potestad, mientras es menor de edad) contratan el servicio de enseñanza, que no de educación, los padres deben ser los educadores; y a su vez el propio alumno es la materia prima que los formadores deben modelar para llegar al producto final.

Distinguir entre profesor del latín profiteor, que transmite conocimientos a sus alumnos, dentro de una institución educativa y los guía, motiva y ayuda en su formación y maestro del latín magister, concepto que va mucho más allá de la docencia y que sirve para designar a una figura revestida de cierta autoridad intelectual y moral, alguien al que se le reconoce una valía superior y que es digna de admiración.

En la Educación de Calidad el producto final debe ser una persona, diría más bien ciudadano, madura, responsable, con sentido crítico, educada y que muestre interés por la cultura y siempre dispuesta a aprender y superarse, conocedor de sus fortalezas y debilidades, de sus derechos y obligaciones.

Al partir de una materia prima viva y cambiante en el tiempo y en cada aula es complejo el comparar cada producto (alumno/persona) en sí mismo y con los otros, así como la comparación entre lotes de producción distintos (clases del mismo curso y promociones de distintos años).

Por eso a la hora de elaborar un buen panel de indicadores debemos tener en cuanta todo esto. Y no podemos limitarnos a que, para una mejora continua, el estándar sea el número de aprobados por curso y aula o la nota media.

Tengo amigos, compañeros de promoción y conocidos que se dedican a la enseñanza y que se quejan de que son mal vistos si tienen un número de suspensos determinados. Pues se pone en entredicho su valía como enseñantes o por el contrario se les tilda como excesivamente exigentes.

La excelencia tampoco es tener unos medios materiales didácticos en las aulas de generación 4.0, aunque eso pueda ayudar y un currículo escolar exhaustivo. A veces menos, es más.

La verdadera excelencia se alcanza con buenos motivadores que animen a dar a cada alumno lo mejor de ellos mismos en cada competencia. Maestros como Fernando Fernán Gómez en El lenguaje de las mariposas, Sidney Poitier en Rebelión en las aulas, Robin Willians en El Club de los poetas muertos, Glen Ford en Semilla de maldad, Charles Laughton en Esta tierra es mía.

Nota: Publicado el 14/02/2020 en navarrainformación.es y el 15/02/2020 en Diario de Navarra.




jueves, 6 de febrero de 2020

Enredo


Hay un viejo refrán que dice “Mas vale una vez colorado que mil amarillo”. En la última semana de enero, la quinta del año, y haciendo bueno el dicho taurino de que no hay quinto malo, varios titulares han venido a refutar dicho refrán.

Para empezar el “Brexit”. Dos no riñen si no quieren, pero cuando uno se empeña en ello es imposible no reñir. Por fin se ha empezado a consumar la tan cacareada salida de los británicos de la Unión Europea, la cual no será definitivamente efectiva hasta el 31 de diciembre de este año.

El 23 de junio harán cuatro años del famoso referéndum. Y desde entonces los políticos europeos se han tenido que poner amarillos cientos de veces por no haber tenido los redaños de cortar por lo sano de por sí una relación viciada. Flotaba un temor económico, pero es mejor pagar una vez que estar continuamente perdiendo. Ya hay algunos analistas que insinúan tímidamente que el futuro de la Unión Europea puede ser más beneficioso sin los británicos. Y considero que tienen bastante razón. Hay que recordar que UK no fue miembro fundador, sino que entró en el año 1973 e imponiendo condiciones como no emplear el sistema métrico decimal, seguir conduciendo por la izquierda a la vez que vendiéndonos los productos de los países de la Commonwealth, posteriormente se negó al uso del euro como moneda y echó siempre el freno a iniciativas de profundizar en la Unión. Tampoco podemos olvidar que se opuso a nuestra entrada en la comunidad. Ha mantenido el estatus de Gibraltar como paraíso fiscal convirtiéndose en un nido de “postcorsarios del siglo XXI”, con miles de empresas pantallas, que blanquean dinero y evaden impuestos. Por ello a enemigo que huye puente de plata. Aun así, es muy probable que hasta que acabe el año vivamos varios intentos de renegociación y chantajes varios.

El otro filón de noticias que ha hecho bueno el refrán es el llamado “Abalosgate”. Es divertida la denominación ya que el significado de “gate” es puerta y es la palabra más escrita en los aeropuertos. El asunto del aeropuerto, entre el no encuentro del ministro de cemento, perdón de fomento, y la vicepresidenta de Venezuela, nos ha hecho recordar la famosa serie de Enredo (1977-1981), en donde conocimos al actor Billy Cristal. Mas para dolor del Sr. Ábalos que para su gloria, su pésima y lamentable actuación no da ni para una nominación como actor revelación en los Goya.

El tema es que nuestros políticos, igual me da su color, sometidos a la dictadura del partido, partitocracia, están acostumbrados a vivir secuestrados, tanto que algunos, como Susana Díaz sufren el síndrome de Estocolmo.

Y en general casi todos no entienden que, en una imperfecta democracia, la prensa a pesar de su amarillismo y de estar atada al grupo de información al que pertenecen, cumple su papel de pedir cuentas y solicitar transparencia a los que sustentan temporalmente el ejercicio de poder. Sin embargo, no sé qué tipo de coronavirus infecta a los políticos cuando se sientan en sillón azul y en vez de dar oportunas y pertinentes explicaciones se dedican a evitarlas o a enmarañarlas, dando rienda suelta a la chispa de los numerosos e ingeniosos conciudadanos que nos arrancan una sonrisa con sus ocurrencias en las redes.

El embrollo no ha terminado, y se diluirá en el tiempo y el torrente informativo, aunque por otros lares y por menos hemos visto dimitir. Quizá con un poco de suerte alguien aprenda la lección y no se repita una nueva temporada de Enredo.

No sabemos lo que se habló en Barajas, pues ahora es noticia por un aterrizaje forzoso, y los retrasos provocados por drones que invaden su espacio aéreo. Además de los controles y medidas sanitarias para los que vienen de China. La alarma sanitaria una vez más lo impregna todo. En España mueren más personas por accidente laboral que en el mundo por el nuevo coronavirus, pero nadie habla de ellos.

El paro comienza a subir en la temida cuesta de enero y 2020 es año bisiesto y por tanto de desastres. De entrada, sobrevuela la reelección de Trump y un nuevo castañazo de nuestra selección de futbol bajo la batuta de Luis Enrique y Rubiales.

Mientras amanece que no es poco, pero José Luis Cuerda nos ha dejado huérfanos en un bosque animado, aprendiendo el lenguaje de las mariposas, un tiempo después con los girasoles ciegos.


Nota: Publicado en navarrainformacion.es el 06-02-2020.