Si
algo caracteriza al ser humano,al hombre, no es el lenguaje, como
muchos creen. Pues hay muchos estudios de etólogos que concluyen que
numerosos insectos, concretamente himenópteros (abejas y hormigas)
tienen una especie de lenguaje con el que comunican a otros miembros
de su comunidad donde encontrar la fuente de alimentación. También
sabemos que los cetáceos y en especial los delfines poseen un
complejo lenguaje de ultrasonidos, del cual apenas conocemos el abc.
Como iba diciendo lo que realmente nos identifica es el uso de
símbolos, el simbolismo.
Gracias
a los símbolos hemos desarrollado diversos y complejos sistemas de
escritura, de manera que plasmamos nuestros pensamientos, ideas,
teorías, fantasías y temores. Pero el simbolismo inunda nuestra
vida, y nuestra comunicación no verbal, el uso de colores,
banderas, logotipos, es empleado por los países, equipos deportivos,
las empresas, además es internacional. Incluso la forma de vestir,
de peinarnos, de adornarnos (pendientes, collares, tatuajes) son
también parte del simbolismo.
Son
numerosos los artículos que recientemente hablan del uso del
lenguaje, de la lucha por la conquista del relato, también otros
hablan de la tolerancia, de la diversidad y del respeto.
Habitualmente se exige para “lo mio” pero no para “los demás”.
Y así en esta guerra incruenta, de momento, la tregua navideña ya
no se conserva. Vale poner una celda en media de la ciudad, pero no
se vería con buenos ojos poner una sepultura o un ataud.
Pero
lo más deleznable es como en esta guerra simbólica, ahora lo último
es tergiversar los mismos. De poco tiempo a esta parte los Reyes
Magos, son el objetivo de los falsos “progres”. Los Reyes Magos,
sólo aparecen citados y sin precisar su nombre, ni origen exacto, en
el evangelio de S. Mateo. Mientras que S. Lucas es el que cita a los
pastores. Aunque no eran reyes como entendemos la palabra, supeditada
a una monarquía, sí eran Magos, pero no en el sentido de Houdini,
David Copperfield, el simpático Tamarit o los literarios y
peliculeros Gandalf y Harry Potter. Se les llama Magos porque se
dedicaban a buscar respuestas a la tercera pregunta fundamental del
ser humano, ¿A dónde vamos?, en las estrellas y en los fenómenos
astronómicos.
Con
posterioridad la tradición cristiana les puso nombre y número,
fijándose en tres por representar a los tres continentes entonces
conocidos, según sus razas, blancos, trigueños y negros. Y se les
otorgó el grado de alteza para indicar subversivamente que hasta los
poderosos eran insignificantes ante un recién nacido, que era Dios.
Tras
esta aclaración conocida por muchos pero que la falsa progresía
obvia para manipular y pervertir los símbolos, obviamente los de
otros pero nunca los suyos, a su antojo en connivencia con las
plutocracias políticas, las oligarquías económicas y los lobbys
sexuales. Señalar que las críticas empezaron inocentemente por la
“desnaturalización” de Baltasar, curiosamente nadie habla de lo
poco naturales que son la mayoría de sus pajes. Para posteriormente
o bien degradarlos a magos que ni siquiera aprobarían el examen a la
famosa escuela de Hogwarts de la saga de Harry Potter o peor
transformarlos en iconos de la mal denominada ideología de genero.
Pero como esto no es suficiente ahora desde las escuelas algunos
desalmados “maestros” cuentan a sus pupilos que los señores
Melchor, Gaspar y Baltasar o Santa Claus o San Nicolás, según la
tradición del lugar, no son tres o uno, sino dos y que son sus
progenitores. A este disparate, que bien podría ser catalogado de
abuso de la ilusión del menor, este año son varios los supuestos
Reyes, caso del Baltasar “natural” de Andoain en Guipúzcoa y del
Gaspar de Santa Fe,
en Granada, que se han unido a destripar el secreto como si de una
seria o película se tratará y a destruir el símbolo.
Lo
rebelador de este intento de tergiversación del símbolo es que sólo
afecta a los Reyes Magos. No veo que nadie se queje porque el
Olentzero sea un muñeco de papel cartón y no una persona, y ya
puestos que sea una etxekoandre o una lamia drag queen.
Ni
que tampoco se metan con el Papa Noel, claro que éste está
patrocinado y sustentado por el capital que les apoya para destruir
al símbolo que más teme el poder económico.
Ese
símbolo se hace real en un niño que habla de un intangible
inmaterial que es el amor al prójimo y el respeto al otro, por lo
que es, no por lo que tiene. Y que además se manifiesta haciendo que
los ricos y poderosos se arrodillen ante él, y eso no les gusta, ni
a quienes controlan el poder económico y financiero ni a sus lacayos
la falsa progresia alienada por el hedonismo.
Nota: Publicado el 07-01-2019 en navarrainformación.es, el 09-01-2019 en el Blog de El Español y el 10-01-2019 en Diario de Navarra