Una
vez más, y van demasiadas, en España por sus políticos y
dirigentes hemos perdido un tiempo precioso en el anden de la
Historia. Las dos últimas legislaturas eso es lo que han sido. La XI
legislatura duró 188 días, y nos visibilizó la desmesurada
ambición de Pablo Iglesias, ser Vicepresidente y quedarse con las
carteras decisorias del Consejo de Ministros y la nula voluntad de
“hunos y hotros” por dialogar, actitud en la que continúan
perseverando. La legislatura XII, en sus 959 días nos dejó la
demostración de la falta de coraje de Rajoy para limpiar su partido
y acabar con el problema del independentismo, la aprobación de la
primera moción de censura sin el aval de un programa y vivimos el
gobierno más corto de la democracia padeciendo la megalomanía
del Sr. Sánchez, viajes oficiales sin objetivos claros pero con
fotos imitando a Kennedy, uso dudoso de bienes públicos, promoción
laboral de su esposa, rematando con la publicación de “su”
Manual de Resistencia. Resilencia que no resistencia es la que
tenemos los españolitos, desde el 711, pasando por 1492, 1512, 1712,
1808,…, 1936 y suma y sigue.
Total
para volver a tener que elegir entre los mismos galgos y podencos con
la excepción de Casado, que hasta el momento no ha sabido limpiar,
fijar y dar esplendor a su partido, y la irrupción del fenómeno Vox
con Abascal al frente.
Sánchez
no debiera ser el candidato porque tras sus pírricos resultados
electorales evitando el famoso sorpasso, ha demostrado su incapacidad
para gobernar, falta de cintura para aprobar unos presupuestos y
sentido de estado, el adelanto nos cuesta 174 millones, cuantas cosas
se podrían hacer con ellos, pero un superdomingo según las
encuestas no le conviene.
Rivera
va camino de ser la sempiterna esperanza blanca del boxeo, pero Rocky
Balboa sólo hay uno y para colmo es ficción, por eso la promociónde Arrimadas.
Iglesias
recluido en su chalet de lujo, continua con las purgas, Papito Stalin
era un aprendiz. Sus socios, Mareas,
Compromis, le quieren dejar, hastiados de su
ilimitado y shakespiriano “macbethrismo”.
En
el plazo de menos de un mes los sufridos y paganos votantes hemos de
acudir a votar Congreso, Senado, Ayuntamiento, Parlamento Autonómico,
Parlamento de Europa, además de a cabildos y diputaciones
provinciales donde proceda. Con lo que hasta otoño las
administraciones no empezarán a funcionar, porque para cuando
decidan presidentes y alcaldes, nos plantamos en verano y este es
sagrado para los políticos, y con el comienzo de curso llega la
preparación de los presupuestos de 2020. Y así desde diciembre de
2015.
El
asunto es grave, pues los años en los que parecía que la economía
aparentemente mejoraba, se están acabando. A escala global se
barrunta una desaceleración y nosotros sin tomar decisiones
importantes y urgentes. Sin una política económica, sin política
migratoria, sin una política energética, sin una política
hidrográfica, con infraestructuras que mantener y sin ideas claras
de lo queremos al respecto, una política agroalimentaria manejada
desde las instituciones europeas e intervenida por la gran
distribución que arriesga poco y gana mucho, el sector de la
automoción, tal y como lo conocemos, con fecha de caducidad, y
añadimos 17 gestiones sanitarias diferentes, un sistema educativo en
continuo cambio que nunca se implanta del todo y una justicia más
que lenta y a veces incomprensible para los ciudadanos.
Mención
aparte nuestra irrelevancia internacional, en Europa somos convidados
de piedra y en las Américas, desde medio Estados Unidos hasta la
Patagonia, nunca hemos sabido ejercer nuestro liderazgo a pesar de
los importantes vínculos históricos.
Y
aquí pendientes de las encuestas y barómetros de opinión, viviendo
en una bacanal electoral sin fin, debido a la potestad de adelantar
los comicios por los presidentes nacionales y algunos autonómicos,
manejando las fechas electorales a su antojo y beneficio partidista.
Menos mal que los alcaldes no poseen dicha facultad.
Para
cuando un cambio en la ley electoral con unas fechas fijas como
tienen en otras democracias, con unos plazo fijos y escrupulosos de
mandato y con derecho a una y única reelección. Y no estas
perpetuaciones en el poder, sin saber que hacer, salvo estar
pendientes de las encuestas y maniobrar a última hora con la
“compra” de votos, subiendo pensiones, firmando convenios con los
funcionarios, modificando y parcheando leyes sectoriales para atraer
así a los afectados/benificiarios al mercantilismo electoral,
promoviendo el clientelismo con peonadas, falsos EREs o miseros
contratos eventuales, y flirteando con el seguidismo borregil de la
ilusoria autodeterminación.
Mas
“la fiesta de la democracia” que no pare, permitidme retitular al
gran Sydney Pollack: ¡Votad, votad, malditos!
Nota: Publicado el 24-02-2019 en navarrainformacion.es y el 07-03-2019 en Diario de Navarra.