miércoles, 27 de febrero de 2019

¡Votad, votad, malditos!


Una vez más, y van demasiadas, en España por sus políticos y dirigentes hemos perdido un tiempo precioso en el anden de la Historia. Las dos últimas legislaturas eso es lo que han sido. La XI legislatura duró 188 días, y nos visibilizó la desmesurada ambición de Pablo Iglesias, ser Vicepresidente y quedarse con las carteras decisorias del Consejo de Ministros y la nula voluntad de “hunos y hotros” por dialogar, actitud en la que continúan perseverando. La legislatura XII, en sus 959 días nos dejó la demostración de la falta de coraje de Rajoy para limpiar su partido y acabar con el problema del independentismo, la aprobación de la primera moción de censura sin el aval de un programa y vivimos el gobierno más corto de la democracia padeciendo la megalomanía del Sr. Sánchez, viajes oficiales sin objetivos claros pero con fotos imitando a Kennedy, uso dudoso de bienes públicos, promoción laboral de su esposa, rematando con la publicación de “su” Manual de Resistencia. Resilencia que no resistencia es la que tenemos los españolitos, desde el 711, pasando por 1492, 1512, 1712, 1808,…, 1936 y suma y sigue.


Total para volver a tener que elegir entre los mismos galgos y podencos con la excepción de Casado, que hasta el momento no ha sabido limpiar, fijar y dar esplendor a su partido, y la irrupción del fenómeno Vox con Abascal al frente.


Sánchez no debiera ser el candidato porque tras sus pírricos resultados electorales evitando el famoso sorpasso, ha demostrado su incapacidad para gobernar, falta de cintura para aprobar unos presupuestos y sentido de estado, el adelanto nos cuesta 174 millones, cuantas cosas se podrían hacer con ellos, pero un superdomingo según las encuestas no le conviene.


Rivera va camino de ser la sempiterna esperanza blanca del boxeo, pero Rocky Balboa sólo hay uno y para colmo es ficción, por eso la promociónde Arrimadas.


Iglesias recluido en su chalet de lujo, continua con las purgas, Papito Stalin era un aprendiz. Sus socios, Mareas, Compromis, le quieren dejar, hastiados de su ilimitado y shakespiriano “macbethrismo”.


En el plazo de menos de un mes los sufridos y paganos votantes hemos de acudir a votar Congreso, Senado, Ayuntamiento, Parlamento Autonómico, Parlamento de Europa, además de a cabildos y diputaciones provinciales donde proceda. Con lo que hasta otoño las administraciones no empezarán a funcionar, porque para cuando decidan presidentes y alcaldes, nos plantamos en verano y este es sagrado para los políticos, y con el comienzo de curso llega la preparación de los presupuestos de 2020. Y así desde diciembre de 2015.


El asunto es grave, pues los años en los que parecía que la economía aparentemente mejoraba, se están acabando. A escala global se barrunta una desaceleración y nosotros sin tomar decisiones importantes y urgentes. Sin una política económica, sin política migratoria, sin una política energética, sin una política hidrográfica, con infraestructuras que mantener y sin ideas claras de lo queremos al respecto, una política agroalimentaria manejada desde las instituciones europeas e intervenida por la gran distribución que arriesga poco y gana mucho, el sector de la automoción, tal y como lo conocemos, con fecha de caducidad, y añadimos 17 gestiones sanitarias diferentes, un sistema educativo en continuo cambio que nunca se implanta del todo y una justicia más que lenta y a veces incomprensible para los ciudadanos.


Mención aparte nuestra irrelevancia internacional, en Europa somos convidados de piedra y en las Américas, desde medio Estados Unidos hasta la Patagonia, nunca hemos sabido ejercer nuestro liderazgo a pesar de los importantes vínculos históricos.


Y aquí pendientes de las encuestas y barómetros de opinión, viviendo en una bacanal electoral sin fin, debido a la potestad de adelantar los comicios por los presidentes nacionales y algunos autonómicos, manejando las fechas electorales a su antojo y beneficio partidista. Menos mal que los alcaldes no poseen dicha facultad.


Para cuando un cambio en la ley electoral con unas fechas fijas como tienen en otras democracias, con unos plazo fijos y escrupulosos de mandato y con derecho a una y única reelección. Y no estas perpetuaciones en el poder, sin saber que hacer, salvo estar pendientes de las encuestas y maniobrar a última hora con la “compra” de votos, subiendo pensiones, firmando convenios con los funcionarios, modificando y parcheando leyes sectoriales para atraer así a los afectados/benificiarios al mercantilismo electoral, promoviendo el clientelismo con peonadas, falsos EREs o miseros contratos eventuales, y flirteando con el seguidismo borregil de la ilusoria autodeterminación.


Mas “la fiesta de la democracia” que no pare, permitidme retitular al gran Sydney Pollack: ¡Votad, votad, malditos!


Nota: Publicado el 24-02-2019 en navarrainformacion.es y el 07-03-2019 en Diario de Navarra.

viernes, 15 de febrero de 2019

El postcaudillismo


La polémica de la exhumación del dictador y antiguo inquilino/okupa del Pardo, va camino de enquistarse lejos de resolver un problema, pues estamos de acuerdo en que ningún dictador debe estar enterrado en un sitio de privilegio y honor. Para resolver bien un problema hay que plantearlo bien, de lo contrario uno se enreda. Lo que se pensó como un echar la red para pescar fáciles votos ha llevado a tener que dejar el barco al pairo, a la espera de que un golpe de mar desenrede la red del fondo o decidirse entre cortar la misma o forzar la máquina con el consiguiente riesgo de zozobra en la maniobra. El desenlace este viernes en el consejo de ministros, si la actualidad no lo impide.

Ante el revival histórico al que nos han sometido sobre el interfecto, ha resurgido uno de los “títulos” usado por el viejo dictador, “caudillo”, palabra que procede del latín capitellus (pequeña cabeza), y me ha llevado a la siguiente reflexión. Si el pecado capital que mejor nos define a los españoles es el de la envidia. Hay otra falta menor que nos caracteriza y es la del “caudillismo”. El seguimiento ciego a un líder, nuestra historia está llena de ellos, Viriato, incluso con poema épico propio como Rodrigo Diaz de Vivar (el Cid), Roger de Flor, Roger de Lauria, Gonzalo Fernández de Córdoba (el Gran Capitán), …,también hay mujeres: Isabel I, María Pita, Agustina de Aragón, Dolores Ibarruri (La Pasionaria).

Una vez más, y ya van demasiadas, nuestra historia está siendo nuevamente expropiada y convertida en patrimonio de la derecha, en la actualidad por Vox y antes por el Movimiento Nacional (cóctel ideológico con el que Franco engatuso a unos y a otros para perpetuarse en el poder), ante el pavor a la connotación de la palabra patria por parte de la izquierda y la ignorancia e incultura histórica de la moderna “progresía”, con la connivencia de nuestro parcheado sistema educativo y para muestra la reciente polémica sobre el pasaitarra Blas de Lezo.

Sin embargo se conoce como caudillismo al fenómeno político y social surgido durante el siglo XIX en América Latina, que consistía en la llegada de líderes carismáticos a alcanzar el poder gracias al apoyo de las masas populares que ciegamente depositaban en ellos los intereses del conjunto y la supuesta capacidad para resolver los problemas. Cuando dichas esperanzas se veían frustradas, el pueblo decidía seguir a otro caudillo que lo convencía de su capacidad de mejorar la situación. El caudillismo, a la larga propició las dictaduras.

Este fenómeno se repica en nuestra democracia actual. Los lideres, lo de carismáticos, lo pondremos en cuarentena, pues son más bien mediáticos, o ni eso, meros tópicos temporales de las redes. Son elegidos dentro del partido a dedo, en primarias con compromisarios o delegados, o abiertas a todos los militantes e incluso simpatizantes o por acuerdo entre las distintas corrientes o fuerzas vivas y posteriormente aclamados. La dinámica es la misma confianza ciega en el líder, y así hablamos de Felipismo, Aznarismo, Susanismo, Sanchismo, Pablismo, Errejonismo, … y cuando éste cae en desgracia,o está amortizado o cansado o quemado se le sustituye, a ser posible sin mucho ruido, salvo en Podemos que les gusta airear los trapos.

Sin embargo y pese a las luchas de poder, que las hay, en el mundo empresarial se habla de equipos. Especialmente, en Estados Unidos donde vemos como lo que prima es saber colaborar y trabajar en equipo, que todos remen en el mismo sentido y si uno es muy bueno en su puesto, aunque no sea totalmente de tu cuerda, tratas de hacerle jugar por el bien común. Lo vemos en las empresas americanas, en la NBA, en las series y películas.

Ya estamos en (pre)campaña electoral, bueno siendo serios, nunca hemos dejado de estarlo, y sólo conocemos a los cabezas de lista (caudillos). Las distintas campañas electorales, da igual nacionales que municipales y autonómicas, se basan fundamentalmente en la cara del candidato, eslogan impactante, música pegadiza, un símbolo y un color que identifiquen al partido y ya está. Del programa se habla poco, frases envolventes y huecas. Pero de como se va a implantar, hacer realidad, o llevar a cabo nada y de lo que eso va a suponer al bolsillo del contribuyente menos, no sea que no les votemos. Ningún candidato nos presenta a su equipo, algunos nos cuestionamos si lo tienen, no estaría demás que nos dieran la alineación del mismo, o por lo menos a los convocados y describieran su estilo y propuesta de juego.

Lo peor es que apostamos por ellos como hace un siglo, y sólo nos falta vocear ¡Cuates, Viva Pancho Villa!

Nota: Publicado el 15-02-2019 en navarrainformación.es y el 28-02-2019 en Diario de Navarra.

viernes, 1 de febrero de 2019

Mirando debajo de la alfombra roja


Tras los premios Forqué (premios de la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales para contribuir a la promoción del sector audiovisual español), vinieron los Feroz (premios de la Asociación de Informadores Cinematográficos de España para reconocer el mérito y calidad de las producciones cinematográficas españolas), dando así un paso más en la escalera que llega a los Goya (galardones otorgados por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, con la finalidad de reconocer a los mejores profesionales en cada una de las distintas especialidades del cine), la gran fiesta del cine español.

Pero ¿qué es el cine? El cine con el tiempo ha evolucionado y se ha convertido en un híbrido entre cultura y negocio. Como expresión cultural, debe provocar al espectador. Pero provocar no es insultar como los artistas “neoprogres” perpetran en sus modernas “performace”, osease exposiciones o espectáculos, en donde menosprecian al publico o al menos a una parte de este. La provocación artística es en realidad una interpelación a la mirada del espectador para que este o bien se plantee, reflexione y se posicione ante una realidad que no le había llamado la atención o bien le ayude a ver el poliedrismo de la misma y decida replantearse su sesgada o insuficiente visión de la realidad mostrada.

Como parte de la que llamamos industria del espectáculo, a de conseguir el máximo beneficio para sus inversores, a la vez que pagar un sueldo justo a sus trabajadores, unos servicios a sus proveedores y a la vez satisfacer las expectativas de sus clientes y contentar a la crítica.

A la vez que fiesta del cine y por ser un fenomenal altavoz, los Goya tradicionalmente han servido para reivindicaciones de las condiciones del sector, muchas veces con mayor o peor acierto, o gusto, y también de la sociedad.

Parece que por superar la mítica barrera de los 100 millones de euros de recaudación anual, el sector está boyante. Pero si vemos los datosdel Ministerio por película, vemos que la primera se lleva casi el 20% y las tres primeras superan el 37% y las 10 primeras llegan al 73%, haciendo que la ley de Pareto se achique. Y que muchas producciones no cubran costes.

Desgraciadamente si levantamos la famosa alfombra roja vemos demasiadas pelusas. Es el sector donde mayor discriminación laboral, no solo salarial, entre hombres y mujeres. Cada vez hay más escenas de sexo explicito, muchas innecesarias, y en donde la mujer enseña más que el hombre, pocas feministas lo mencionan. Aún así los actores y actrices son los privilegiados del sector, aunque no todos pues dependen del caché según su nivel de fama y les honra el ser la voz de los que no les dejan ni el micrófono. Pero también debieran fijarse si en los proyectos en los que participan todos reciben un salario acorde a su función. Sin ir mas lejos para la ceremonia de este año, se pidenbecarios universitarios de comunicación audiovisual para realizar tareas como guardarropa, acompañamiento a vips o gestión de los accesos.

Así como hace unos años todas las autonomías querían tener una universidad, un aeropuerto, un circuito de velocidad, un centro de investigación, un palacio de congresos y un megapolideportivo, ahora en los gobiernos autónomos, se ha puesto de moda el cine, fomentándose las producciones por creación temporal de puestos de trabajo, fácil retorno de la inversión en forma de turismo, además de promoción casi gratuita de monumentos y espacios naturales. El error está en que no se persigue la letra pequeña, y las prestaciones salariales no coinciden con las funcionales del puesto, o se pagan salarios ridículos como 200 euros por 6 días y jornadas de 12 horas (ayudante de producción). Habría que regular unos mínimos, sobre todo teniendo en cuenta que no son trabajos estables y no hay pluses de productividad.

Es un sector dependiente de financiación, entre otras cosas porque no hay una industria como tal, sino que se funciona por licitaciones o subvenciones. Y aunque se ha mejorado en el control, resulta curioso que muchas ayudas se las llevan proyectos de realizadores consolidados, de manera que las mujeres y los jóvenes siguen siendo, aquí también, los más desfavorecidos.

Como nos gusta compararnos con el exterior también salimos peor, el cine francés y el italiano reciben más ayudas que el nuestro.

El tan manoseado IVA cultural, se redujo del 21% pero muchos espectadores no lo hemos apreciado en el paso por taquilla.

Como en otros sectores la distribución es un agujero oscuro que succiona todo y habría que transformar su modelo y potenciar la distribución de las producciones españolas.

Por no meternos con los críticos que desde la comodidad de su sillón y la seguridad y estabilidad de su sueldo, muchas veces destrozan el buen trabajo de un equipo, en función de sus filias o fobias personales con el “realizador estrella”.

Y con todas esta motas de polvo es difícil construir una industria estable.


Nota: Publicado el 01-02-2019 en navarrainformación.es y el 03-02-2019 en El Blog del Suscriptor de El Español.