En
estos días en los que la canícula nos aprieta y en donde en radio,
prensa y televisión la mayoría de las noticias son de protestas de
funcionarios, manifestaciones, encierros, sentadas silenciosas,
caceroladas y, por desgracia, algunas derivan en violencia y agresiones
verbales y físicas con bastante sectarismo en ellas, y me pregunto:
¿Dónde estabais todos vosotros cuando comenzó esto, cuando a mitades de
los noventa empezaron las deslocalizaciones (Danone, Unicable,…), y
cuando antes se aprobaron las ETT´s? ¿Dónde estabais para protestar
cuando el euro se implantó y todo iba bien, pero había una empresa que
en las oficinas centrales de un importante grupo de nuestra ciudad nos
llamaban el “seiscientos” porque no llegábamos a mil? ¿Dónde estabais
cuando anteriores gobiernos en vez de ahorrar y guardar para las vacas
flacas derrochaban sin ton ni son? O ¿Dónde cuando a Bernardo, Ángel,
Jesús, Luismi, Iker o Luis en sus respectivas empresas les hacían la
cama (“mobbing”, se dice ahora) para que se fueran sin indemnizaciones
después de haberlos “quemado”, sin embargo su lucha fue silenciosa,
callada y muy dura?: ¿Dónde cuando estaba en el paro ó cuando encontré
trabajo cobrando el 85%? Claro que cada uno ve los toros cuando los
tiene cerca y los que nos falta, a pesar de lo que diga el Sr. Punset,
es muchas dosis de empatía, sentido común y visión a medio y largo
plazo.
También
me pregunto: ¿Por qué para apretar un tornillo tengo que certificar un
curso de capacitación profesional y para ser político vale con la
nacionalidad y ser mayor de edad, que no de raciocinio? ¿Por qué unos
trabajadores por cumplir con su misión (meter goles, ganar trofeos,
medallas) se les da suculentas primas (por cierto nada equiparables las
unas a las otras) y al resto contentos si después de meses u años, el
jefe te da una palmada y te dice: “Bien Jesús”. ¿Por qué a un
trabajador ejemplar por llegar tarde al trabajo después de unos (5, 10,
20) años se le sanciona y otro abandona su puesto sin avisar para cazar y
le vale con un “…lo siento mucho, no volverá a ocurrir”? ¿Por qué a un
ciudadano por hacer una peineta le multan y los políticos con luz y
taquígrafos se las hacen e insultan y sólo les basta una nota de prensa?
¿Por qué la conciliación familiar es para algunos y otros tenemos que
hacer encaje de bolillos para coincidir una semana de vacaciones? ¿Por
qué los llamados “antitaurinos” se pueden manifestar alegando bienestar
animal y no lo hacen en su país delante de las tiendas que venden armas y
provocan en una tarde más muertes que todos los festejos de la
temporada, en donde la participación es libre? ¿Por qué por el mismo
motivo se prohíben los toros en Cataluña y no los Castillos de personas
en donde menores de edad arriesgan su integridad física? ¿Por qué los de
por, poner un ejemplo, Barcelona, Valencia, Sevilla, Nueva York, Ciudad
del Cabo o Sidney se mean en la plaza del Castillo sin ningún problema y
si lo hago yo en su ciudad me acusan de escándalo público? ¿Por qué los
políticos no saben distinguir entre gasto imprescindible, gasto
necesario y gasto superfluo? ¿Por qué algunos piensan que el déficit
público es bueno, acaso ellos deben en sus cuentas personales? ¿Por qué
queremos pagar los impuestos de Estados Unidos y disfrutar de los
servicios de Noruega, Suecia o Alemania, acaso esto es posible? ¿Por qué
algunas autonomías se quejan, piden más, e incluso recortan en gastos
necesarios y mantienen sus embajadas propias, sus varios canales de
televisión y su multitud de traductores? ¿Por qué se nos llena la boca
de derechos y nunca de deberes para con esos derechos? ¿Por qué…? No soy
Mou pero me gustaría tener su capacidad de focalizar la atención
mediática. Y me vuelvo a preguntar ¿Por qué…? Y de pronto oigo la voz de
Hamlet que dice: “Algo huele ha podrido en “, y entre el crepitar de una casa en llamas y el jaleo de un asalto sale un tullido gritando: “Mi reino, mi reino por un caballo”.
De
repente me despierto empapado en un sudor frío, la respiración
entrecortada, el corazón apunto de estallar y huelo el sudor agrio del
miedo. En mis oídos continua la sinfonía inconexa del murmullo de las
olas del mar del Norte, el rugido de los aviones sobre mi cabeza, el
zumbido incesante de las bombas estallando a mi alrededor, la arena de
la playa, mezclada con el agua salada que me llueve, el desagradable
silbido de las balas a mi alrededor, y lo peor su inconfundible ruido de
impacto al penetrar en la carne de mis compañeros y romper sus huesos,
su sangre que me salpica, sus gritos pidiendo ayuda y la lejana voz del
coronel que grita: “Hay que salir de esta maldita playa”.
Miro
el reloj 27 de julio 2012, 2:21, mis constantes vitales se calman
quedan un par de horas para levantarme y empezar la última jornada antes
de las vacaciones, que además este año se han alargado por falta de
pedidos.
Decido acurrucarme y taparme un poco para no quedarme frío y oigo una voz que me susurra al oído “…tapate, así…que se acerca el invierno y esta vez va a durar mucho tiempo”.
Nota: Publicado el lunes 30-07-2012 en Diario de Navarra
Jo! que cartas más majicas escribes.
E. de A.
El otro día te leí. Me encanta como escribes. Ahora ya sé de donde le viene la vena a E.
MEB
Que el Diario de Navarra le dé esa acogida a mi me daría que pensar, quizá es por la crítica a sindicatos, a autonomías, al anterior gobierno? y todo eso para qué? a quién quieres beneficiar?.Hablamos
JPU
Que el Diario de Navarra le dé esa acogida a mi me daría que pensar, quizá es por la crítica a sindicatos, a autonomías, al anterior gobierno? y todo eso para qué? a quién quieres beneficiar?.Hablamos
JPU