viernes, 1 de octubre de 2021

Otra historia del volcán

Un enjambre de seísmos anunció la inminente erupción de un volcán en la isla de La Palma, la conocida como isla Bonita del archipiélago afortunado. Por fin tras meses de incertidumbre la tierra se abrió en Cumbre Vieja y comenzó a emanar lava a raudales.

La ira del manto terráqueo se desbardaba por bocas y fisuras sin ton ni son. El dantesco espectáculo nos tenía atrapados frente al televisor, zapeando de canal en canal. En busca de nuevas imágenes que nos petrificaban en el sofá ante la magnitud de la naturaleza, mostrándonos nuestra insignificancia.

Mientras los ríos de magma avanzaban, los medios nos enseñaban la angustia de los afectados, sus pérdidas y desesperación. Los periodistas, tertulianos y expertos vulcanólogos no paraban de hablar de los peligros de los piroclásticos, las lluvias acidas, los gases tóxicos.

Las imágenes nos mostraban como la lava destruía todo a su paso: casas, plataneras, carreteras, iglesias. Especulaban cuando y por donde llegaría a producirse el peligroso encuentro entre la mar y la lava.

Junto al faro de Fuencaliente se erige una sencilla cruz. Esta es su historia, de la que nadie habla y pocos conocen.

Corría el año de 1570 y Don Luis de Vasconcelos, recién nombrado nuevo gobernador de Brasil zarpaba desde Lisboa camino al nuevo mundo para tomar posesión.

La expedición se entretuvo en la isla de Madeira. El capitán de la nao Santiago solicitó permiso para abandonar el convoy y adelantarse en solitario hasta las Islas Canarias.

En ella viajaba Ignacio Azevedo, jesuita portugués, que tras recorrer durante dos años Brasil y viendo el mucho trabajo por hacer, retornó al viejo continente con la intención de reclutar a varias decenas de jóvenes, con habilidades en diferentes oficios, para establecer una misión.

Jacques Sourie era un hugonote normando, conocido como el Ángel Exterminador. Surcaba los mares bajo la patente de corso, que Juana III de Albret le había otorgado. La reina de Navarra se había convertido al calvinismo, implantándolo en su territorio.

El 15 de julio de 1570 el corsario atacó la nao sin piedad. Los cuarenta jesuitas fueron pasados a cuchillo y arrojados al mar, algunos todavía con vida, frente a la costa de Tazacorte.

El papa Pio IX los beatificó en el siglo XIX. Se les conoce como los mártires de Tazacorte o mártires del Brasil.

No hace mucho, se arrojaron cuarenta cruces, en el lugar del abordaje, a pocas millas de la costa. En donde las coladas de lava han hecho contacto con el océano.

jueves, 30 de septiembre de 2021

La noche más larga

 

La noche ha sido larga y la amanecida es fría. Voy camino del cadalso, con mis compañeros de infortunio e ideales, más no nos arrepentimos de nada. Hay que luchar por lo que uno cree, aunque se pierda. Sin embargo, ningún trovador nos canta al alba: “Presiento que tras la noche vendrá la noche más larga”.

 

Nuestro delito es habernos sublevado, al grito de ¡Viva el pueblo!, contra el nuevo rey, de nombre Carlos. Mejor dicho, en realidad nos levantamos contra esa pléyade de cortesanos que le rodean, mitad flamencos que no se enteran de la misa la media. Y la otra mitad medrosos alcahuetes, turiferarios y mamporreros que buscan su propio lucro y provecho a costa del lomo de los infelices ignorantes. Nuestro error fue acudir a su madre para pedirle un imposible, que se opusiera a su hijo.

 

El detonante los impuestos, pretendíamos retomar el sistema de encabezamientos, modalidad de las alcabalas pues considerábamos eran más justas y menos gravosas para el pueblo. Mas había que pagar a los banqueros alemanes, Welser y Fugger. Ellos habían adelantado el dinero para la compra de los votos electores del nuevo emperador del Sacro imperio.

 

Luego estaba una orgullosa minucia, nos oponíamos a que se antepusiera el título de emperador, al de rey de Castilla. El resto ya lo sabéis, nuestra derrota en Villalar. Sin clemencia por parte de los vencedores, quisieron borrar todo resto de la sublevación, mandando así un mensaje a los pocos supervivientes. Ejemplo el caso del escritor Garcilaso de la Vega, herido en defensa de la causa del emperador, acabó desterrado por acudir a la boda de su sobrino, hijo de su hermano comunero.

 

Gran parte de los que se salvaron, tuvieron que irse a hacer las Américas, huyendo de las represalias y ocultadno su linaje. Un tal Alonso del Castillo Maldonado fue compañero de Alvar Cabeza de Vaca en su gran viaje desde Florida hasta México, pero eso es otra historia, que merece ser contada aparte.

 

El oro y la plata de Nuevo México y Tierra Firme sirvieron para pagar a los malditos banqueros, a la vez que los cortesanos continuaban enriqueciéndose, sin nada que arriesgar.

 

¡Pardiez! Manda huevos que dentro de cuatro siglos me levanten una estatua en Segovia y su teatro lleve mi nombre. Y que cien años después, un rey de las Españas acepte la presidencia de honor en los actos conmemorativos de nuestra aplastada revuelta, celebrándose un congreso internacional titulado 'El tiempo de la libertad. Comuneros V Centenario'.

 

Extraños giros tiene la historia.

 

A pesar de ellos el lampedusiano gatopardismo sigue saliendo triunfante. Continuamos endeudados con Europa. Las ansias de poder de nuestros electos dirigentes son insaciables. Igual da que sean de los hunos o de los hotros, como los llamará Unamuno en el siglo XX. Se ayudan de una cohorte de nuevos cortesanos que ahora se llaman asesores y siguen manejando los impuestos a su antojo. Además, se alían y recompensan con prebendas a quienes quieren destruir nuestra patria e incluso tergiversan nuestras ideas de Las Comunas.

 

La larga noche continua en la historia, aunque el frio amanecer se acerca para mí, en donde me espera el filo gélido de un hacha. Me pregunto si mi muerte será en vano.

 

Quién sabe si dentro de muchos años, un crio se acerque, por confusión nominal a mi estatua, descubra nuestra causa y levantando nuestro estandarte, al grito de ¡Santiago y Libertad!, sueñe con un futuro más justo.