martes, 5 de julio de 2016

Un nuevo virus muy letal



En estos últimos meses ha aparecido un nuevo virus el de la “diarrea urnil” que se ha manifestado en varios brotes. El primero en Cataluña con sucesivas elecciones autonómicas y las consecuencias de desaparición del espectro político de Unió y dejar en la uvi a Convergencia con su líder Artur Mas postrado en cama dejando la primera línea en su testaferro Puigdemont.

En Gran Bretaña la cepa “referendum” es la más virulenta pues la “Union Jack” está en grave peligro de disgregación y en su segundo brote ha provocado, no una dimensión como en el primer caso de Escocia, sino una cascada de dimisiones en los principales partidos de la isla y peticiones de nuevas convocatorias en Escocia, Irlanda del Norte y Londres.

La dimisión es una decisión que nuestros políticos suelen poner de ejemplo, pero que lamentablemente no siguen. Los científicos debieran estudiar que anticuerpos funcionan en ellos. Ya que aquí la variante del virus de “elecciones generales” parece ser menos dañina y en cuanto a la del “derecho a decidir” no sabemos si es que está aletargada por la exposición durante años al efecto “una, grande y libre” o a la vacuna del “estado de las autonomías” que provoca unos desajustes y cuadros de la enfermedad hasta el momento controlados con singularidades sesgadas, estatutos específicos y fueros y convenios económicos que a veces afloran en sarpullidos y pequeños cuadros febriles, que cada vez parecen aumentar de intensidad.

Pero volviendo al brote “elecciones generales” no sabemos cuál puede ser su evolución y estamos en ese período de incertidumbre y tensa espera de pronóstico reservado. De un lado los resultados del último análisis dejan al paciente un cuadro muy similar al del 20D. Como les gusta decir a muchos, el pueblo soberano ha decidido, pero estos mismos interpretan lo que quieren. En esa actitud del ser humano que me llama la atención, la capacidad de arrimar el ascua a su sardina, o la de barrer para casa y cuando cambian las tornas hacerse el “longuis” o echar balones fuera. Lo que se llama falta de coherencia o incongruencia.

El 26J ha dejado un vencedor pírrico que ha tenido una ligera mejoría, pese al hedor que sale de una parte de su organización, pero no puede gobernar en soledad lo cual puede servirle para regenerarse. Y es que los votantes lo que quieren es que nadie tenga la posibilidad de usar el rodillo y que por una vez tras cuarenta años se vuelva a acuerdos y consensos de calado que nos permitan tirar otro medio siglo de relativa estabilidad que nos ayude a sobrellevar los vaivenes externos sin grandes sustos y resolver los problemas internos que de verdad preocupan a los ciudadanos de a pie: trabajo, sanidad, educación, terrorismo, corrupción. Vaya repoker!

El problema parece seguir enquistado en estos momentos de observación, no podemos asegurar que se deba a un postureo para salvar los muebles o a un exceso de egos personales y delgadas líneas rojas. O peor a esa variante de no asumir los propios errores y fracasos y no apartarse para dejar a otro tomar el testigo de las negociaciones siguiendo el ejemplo de los políticos ingleses. Pues algunos se conforman con no haber sido adelantados pese a tener el peor resultado de su historia y mostrando una tendencia descendente, otros se quejan de la ley D´hondt haciendo ahora suyo el discurso de partidos que ellos ayudaron a que desaparecieran y acogiendo a los mochileros, los otros que intentaron evitarla con una coalición en caliente de última hora, no aciertan en su diagnóstico particular y la culpa es de fuera (encuestas falseadas, expectativas sobredimensionada, Brexit, miedos, …) y se olvidan de sus meteduras de pata en confección y definición de campaña, incoherencias programáticas antes bolivariano, luego comunista, ahora progresista, ahora socialdemócrata quizá mañana democristiano y pasado mañana liberal, y sobre todo malas actuaciones de gobierno local (autonómico y municipal).

Sus dirigentes se escudarán en que las mareas o agrupaciones locales no son ellos. “Aranzadi no es Podemos” dijo Laura Pérez casi ofendida por el caso o casos del ayuntamiento de Pamplona. Pero Podemos sí es Aranzadi, al menos una parte de esta agrupación y el votante lo sabe. Como Izquierda Unida no es el PCE pero el PCE sí es Izquierda Unida, aunque con su última alianza tienda a desaparecer. Al no ser que parte de ese millón largo de votos perdidos resistan al intento y sepan regenerarse en un eurocomunismo 4.0 adaptado al nuevo milenio y al sistema democrático. Pero lo tienen muy difícil.

Alguna vez veremos a nuestros políticos tras unas elecciones tomar la misma decisión que los ingleses, a los cuales gusta poner como ejemplo por convocar consultas en las urnas y hablar de la soberanía del pueblo, aunque éste se ahorque, pero no para seguir su ejemplo posterior cuando éstas dictan sentencia. Espero que no tengamos que ir a unas terceras elecciones para ver alguna dimisión porque el coste para los sufridos contribuyentes será impagable. Y de alguna manera se alcance un pacto de legislatura o por lo menos de investidura, como mal menor. 

Nota: Publicado en el Diario de Navarra el 05-07-2016.