En
estos últimos meses ha aparecido un nuevo virus el de la “diarrea urnil” que se
ha manifestado en varios brotes. El primero en Cataluña con sucesivas
elecciones autonómicas y las consecuencias de desaparición del espectro
político de Unió y dejar en la uvi a Convergencia con su líder Artur Mas
postrado en cama dejando la primera línea en su testaferro Puigdemont.
En
Gran Bretaña la cepa “referendum” es la más virulenta pues la “Union Jack” está
en grave peligro de disgregación y en su segundo brote ha provocado, no una
dimensión como en el primer caso de Escocia, sino una cascada de dimisiones en
los principales partidos de la isla y peticiones de nuevas convocatorias en
Escocia, Irlanda del Norte y Londres.
La
dimisión es una decisión que nuestros políticos suelen poner de ejemplo, pero
que lamentablemente no siguen. Los científicos debieran estudiar que
anticuerpos funcionan en ellos. Ya que aquí la variante del virus de
“elecciones generales” parece ser menos dañina y en cuanto a la del “derecho a
decidir” no sabemos si es que está aletargada por la exposición durante años al
efecto “una, grande y libre” o a la vacuna del “estado de las autonomías” que
provoca unos desajustes y cuadros de la enfermedad hasta el momento controlados
con singularidades sesgadas, estatutos específicos y fueros y convenios
económicos que a veces afloran en sarpullidos y pequeños cuadros febriles, que
cada vez parecen aumentar de intensidad.
Pero
volviendo al brote “elecciones generales” no sabemos cuál puede ser su
evolución y estamos en ese período de incertidumbre y tensa espera de
pronóstico reservado. De un lado los resultados del último análisis dejan al
paciente un cuadro muy similar al del 20D. Como les gusta decir a muchos, el
pueblo soberano ha decidido, pero estos mismos interpretan lo que quieren. En
esa actitud del ser humano que me llama la atención, la capacidad de arrimar el
ascua a su sardina, o la de barrer para casa y cuando cambian las tornas
hacerse el “longuis” o echar balones fuera. Lo que se llama falta de coherencia
o incongruencia.
El
26J ha dejado un vencedor pírrico que ha tenido una ligera mejoría, pese al
hedor que sale de una parte de su organización, pero no puede gobernar en
soledad lo cual puede servirle para regenerarse. Y es que los votantes lo que
quieren es que nadie tenga la posibilidad de usar el rodillo y que por una vez
tras cuarenta años se vuelva a acuerdos y consensos de calado que nos permitan
tirar otro medio siglo de relativa estabilidad que nos ayude a sobrellevar los
vaivenes externos sin grandes sustos y resolver los problemas internos que de
verdad preocupan a los ciudadanos de a pie: trabajo, sanidad, educación,
terrorismo, corrupción. Vaya repoker!
El
problema parece seguir enquistado en estos momentos de observación, no podemos
asegurar que se deba a un postureo para salvar los muebles o a un exceso de
egos personales y delgadas líneas rojas. O peor a esa variante de no asumir los
propios errores y fracasos y no apartarse para dejar a otro tomar el testigo de
las negociaciones siguiendo el ejemplo de los políticos ingleses. Pues algunos
se conforman con no haber sido adelantados pese a tener el peor resultado de su
historia y mostrando una tendencia descendente, otros se quejan de la ley D´hondt
haciendo ahora suyo el discurso de partidos que ellos ayudaron a que
desaparecieran y acogiendo a los mochileros, los otros que intentaron evitarla con
una coalición en caliente de última hora, no aciertan en su diagnóstico particular
y la culpa es de fuera (encuestas falseadas, expectativas sobredimensionada,
Brexit, miedos, …) y se olvidan de sus meteduras de pata en confección y
definición de campaña, incoherencias programáticas antes bolivariano, luego comunista,
ahora progresista, ahora socialdemócrata quizá mañana democristiano y pasado
mañana liberal, y sobre todo malas actuaciones de gobierno local (autonómico y
municipal).
Sus
dirigentes se escudarán en que las mareas o agrupaciones locales no son ellos. “Aranzadi no es Podemos” dijo Laura Pérez
casi ofendida por el caso o casos del ayuntamiento de Pamplona. Pero Podemos sí
es Aranzadi, al menos una parte de esta agrupación y el votante lo sabe. Como
Izquierda Unida no es el PCE pero el PCE sí es Izquierda Unida, aunque con su última
alianza tienda a desaparecer. Al no ser que parte de ese millón largo de votos perdidos
resistan al intento y sepan regenerarse en un eurocomunismo 4.0 adaptado al
nuevo milenio y al sistema democrático. Pero lo tienen muy difícil.
Alguna
vez veremos a nuestros políticos tras unas elecciones tomar la misma decisión
que los ingleses, a los cuales gusta poner como ejemplo por convocar consultas
en las urnas y hablar de la soberanía del pueblo, aunque éste se ahorque, pero
no para seguir su ejemplo posterior cuando éstas dictan sentencia. Espero que
no tengamos que ir a unas terceras elecciones para ver alguna dimisión porque
el coste para los sufridos contribuyentes será impagable. Y de alguna manera se
alcance un pacto de legislatura o por lo menos de investidura, como mal menor.
Nota: Publicado en el Diario de Navarra el 05-07-2016.
Nota: Publicado en el Diario de Navarra el 05-07-2016.