Buscando
documentación para escribir un artículo sobre el 12-O, tropiezo con
uno que se quedo en el “limbo literario” de las redacciones que
todo el que escribe posee. En aquel hablaba en el 80 aniversario de
un suceso que la “desmemoria” colectiva de España tenía en el
olvido. Hecho que hoy en día, tres años después, y gracias a la
última película de Alejandro Amenábar está en boca de todos.
Parece
que el niño prodigio del cine vuelve a dirigir buen cine, tras
sendos fracasos después de su exitoso remake de Mar adentro-2004,
la cual salvo en el presupuesto no aportaba nada nuevo que no lo
hiciera ya la menos conocida Condenado a vivir-2001. Y es que
la tercera vía, incluso en el cine, nunca ha sido reconocida en esta
tierra nuestra. La ecuanimidad no es nuestro fuerte, como dice
Pérez-Reverte, y somos más dados a la equidistancia y cogérnosla
con papel de fumar mientras meamos de perfil.
Destacar
las grandes interpretaciones de todos los actores, desde el
Millán-Astray de Eduardo Fernández, al Franco de Santi Prego, en
donde los comentarios del General Cabanellas (Tito Valverde) nos
muestran su verdadera personalidad, hasta la interpretación de
Karra Elejalde. Es precisamente la visión “amenabariana” de
Miguel de Unamuno, la que menos me gusta, perfila un pobre hombre,
enfermizo y viejo, que vive en la gloria pasada y que titubeante e
inicialmente indeciso se quiere redimir de sus temerosas y mojigatas
contradicciones políticas en el famoso discurso del paraninfo
salmantino. Acto inaugural del curso académico en el que como rector
debía presidir y hablar.
Mientras que las fotos de la época y la
única de la salida de la Universidad que hay del controvertido
intelectual, nos muestran un señor fuerte, sereno y nada temeroso de
la que acaba de liar, tras dar su opinión sobre la “guerra
incivil”, los “hunos y los hotros”. y “vencer o convencer”.
De
la España invertebrada orteguiana, y la bipolar machadiana hemos
llegado a la multipolar del siglo XXI.
Así
como, las personas somos complejas y poliédricas, las versiones de
las Españas son un multiverso de bipolaridad.
La
España cada vez más seca frente a la húmeda, la cateta e ignorante
frente a la cultivada e intelectual a pesar de los muchos
intelectualoides de salón y tertulias que se pliegan al servicio de
los poderosos.
La
increyente, quema iglesias, viola monjas, fusila sacerdotes, expulsa
judios y musulmanes, persigue brujas y hechiceros frente a las
creyentes y sus formas, la que confunde religiosidad con religión y
la que prima la religión frente a la espiritualidad.
La
republicana y la monárquica, la demócrata y la dictatorial, la
dogmática (conservadora o progre) y la liberal en el sentido
primigenio de la palabra. La una y grande y las muchas y pequeñas.
La ombliguista y patriotera de baratillo secesionista y la timorata
apatrida constitucionalista. La insolidaria que rechaza lo
desconocido y la que busca perpetuarse en la mezcla mestiza que somos
y nos hace ser.
La
analfabeta, humilde y empobrecida que se subleva el 2 de mayo, la
pequeño burguesa, privilegiada y calculadora que mira para otro
lado, y la rica y poderosa que teje los hilos y salvaguarda su
bolsillo.
La
cañi, poligonera y enganchada a Salvame, Gran Hermano,
Supervivientes, culebrones venezolanos y turcos, o pintada en series
como Matadero o Mujeres del hampa y la que sestea con los
documentales de la 2 y el canal historia o disfruta y se autoevalúa
con el desaparecido Pasapalabra ó “Boom” y capaz de rodar series
como Malaka.
Con
casi un quinto de siglo a nuestras espaldas me sigue pesando y
penando la España sempiterna cainita que se alegra y regodea de la
desgracia ajena frente a la que abraza y compadece al paracaidista de
turno.
Detesto
y aborrezco la que se acomoda y atrinchera en la poltrona pública,
sea cual sea su color azul, rojo, verde, morado, naranja o arco iris,
y se sube el salario por unanimidad a mano alzada, cuya y única
ambición es perpetuarse en el sillón del ayuntamiento, parlamento
autonómico, Congreso y Senado, que prevarica por y para ello y que
conjuga el verbo servir en forma reflexiva y se le llena la boca
hablando de progresismo sostenible, naturalmente el suyo particular a
la vez que recoloca a sus familiares y amigos a costa de aumentar el
déficit y subir los impuestos. Mientras lucho por la que se levanta
y madruga para o bien trabajar por un salario digno, muchas veces en
condiciones de precariado, falta de estabilidad y seguridad, con
mínimas pero legales condiciones de prevención en su puesto de
trabajo; o bien busca trabajo para salir adelante, o emigra y anhela
retornar.
Me
quedo con la España de los sempiternos olvidados y manoseados Cid,
Cervantes, Sta. Teresa, Jovellanos, Goya, Daoiz,
Velarde y Ruiz, Prim,
Galdós, generaciones del 98 y 27, Cascarro, los héroes de Baler,
Ramón y Cajal, Chaves Nogales, …y
tantos otros que
inmerecidamente
nos
engrandecen.
Nota: Publicado el 15-10-2019 en Diario de Navarra, Navarra Información y en El Blog de El Español,