jueves, 29 de junio de 2017

Orgullo y prejuicio



Estos días celebramos dos hechos transcendentales en nuestra memoria colectiva. De un lado hace 40 años de las primeras elecciones democráticas en España, fueron un 15 de junio, y tuvieron un carácter constituyente. Aunque las nuevas generaciones optan bien por matar al padre (metafóricamente) como Felipe VI, bien por pensar que ellos inventaron la pólvora como los “nuevos” políticos. Los cuales ya demasiadas veces nos demuestran sus lagunas culturales, fruto del desastroso sistema educativo tanto como de la ausencia de diálogo intergeneracional con sus predecesores o, lo que es peor, desinterés por el mismo. El caso es que este hecho ha pasado con más pena que gloria, anécdotas aparte, demostrando que enseguida nos acomodamos y olvidamos lo mal que lo pasaron nuestros padres y abuelos para que nosotros y nuestros hijos pudiéramos disfrutar del Estado de Derecho y de la Libertad que de este emana. Algunos sabemos por recuerdos y vivencias de la infancia y preadolescencia que no siempre fue así.

También en 1977, un 26 de junio en Barcelona, se produjo la primera manifestación con el lema “Nosotros no tenemos miedo, nosotros somos” queriendo recordar las revueltas que el 28 de junio de 1969 tuvieron lugar cerca del pub Stonewall Inn en el barrio del Greenwich Village de Nueva York.

Llama la atención como ahora presumimos de estar a la vanguardia del reconocimiento y garantía legal, enfatizó lo de legal, de la libertad e igualdad sobre diferentes opciones sexuales. La realidad es obstinada y a pesar de todo, legalidad incluida, continúan las agresiones (sexuales y sexistas) y lo peor es que muchos de los protagonistas de las mismas, suelen ser personas jóvenes, que han crecido sin conocer la represión que sufrieron las anteriores generaciones. Y es que los prejuicios, (del lat. praeiudicium, 'juzgado de antemano' es el proceso de formación de un concepto o juicio sobre alguna persona, objeto o idea de manera anticipada. En términos psicológicos, es una actividad mental inconsciente que distorsiona la percepción), no atienden ni a la edad ni a las ideologías. Sólo basta releer lo que los “revolucionarios” hace aproximadamente un siglo escribían sobre la homosexualidad, sus causas por supuesto de origen burgués, y lo mejor como iban a erradicar esa lacra social.

También sonroja el leer los manifiestos de los distintos partidos políticos, que con motivo del día del orgullo sacan pecho por la causa, especialmente de los autollamados progresistas, porque analizando con un poco de atención las fechas de los hitos a favor de la igualdad sexual, de los cuales algunos se apropian, podemos calcular lo que tardaron en tomar las primeras medidas legales. Lo que inocula la sospecha que lo hicieron, y todavía parece que algunas formaciones políticas lo hacen así, más por motivos electorales que por motivos humanos, de comprensión, reconocimiento, justicia y restitución. Obligados, quizá, porque algunos de sus afiliados, conocidos por sus cargos, optaron o han optado, como se dice coloquialmente, por salir del armario.

Hablando de la causa LGTBI, a veces ciertas demostraciones en defensa de la misma, caen en la ordinariez, la vulgaridad y el “chabacanismo” y peor muestran estereotipos, alejados de la realidad y la normalidad, incluso en algún momento pretenden imponer una visión distorsionada, que se graba en el subconsciente y producen el efecto contrario en personas mojigatas o cortas de miras y entendimiento. Otra deriva es la caída en la mercantilización y consumismo en la que están cayendo las distintas manifestaciones celebrativo-reivindicativas y que conducen a la pérdida, evaporación o contaminación del objetivo de las mismas.

Tampoco podemos olvidar una de las acepciones de la palabra orgullo, nos referimos al exceso de estima hacia uno mismo y hacia los propios méritos por los cuales la persona se cree superior a los demás. Esta superioridad, puede desembocar en la arrogancia y la soberbia y acabar produciendo o provocando cierto rechazo, menos precio y algunas veces hasta linchamiento o persecución mediática hacia personas que manifiestan sin complejos su heterosexualidad, confundiendo o identificando el término heterosexual como sinónimo de machismo y falocracia, dándose la circunstancia y el peculiar olvido de que la mitad de las personas heterosexuales son mujeres, la mayoría feministas y todas femeninas. Además distorsionando el significado de lo que se entiende por igualdad de todas las diferentes opciones sexuales, siendo estas: la heterosexualidad, la homosexualidad, la bisexualidad, la transexualidad, la intersexualidad, la asexualidad u otras que emergen y aún no sabemos cómo llamarlas, nos referimos a los que prefieren interactuar o relacionarse con muñecos o robots, que por cierto no son nada baratos y ni están al alcance de todos.

Como en la famosa novela de Jane Austen todos debemos aprender, como sus protagonistas, a controlar nuestro orgullo y superar nuestros prejuicios, siempre desde el respeto hacia el otro y evitando la provocación, per se. Por desgracia aún queda mucho camino por recorrer por parte de todos.

Nota: Publicado en El Blog del Suscriptor - El Español  el 30-06-2017.
El 4-07-2017 la resaltan en su avance a los lectores "El despertador".
Publicado en Navarra Información el 05-07-2017.

 


sábado, 3 de junio de 2017

Salir, laicos con vocación



En el día de Pentecostés, día de la Acción Católica (AC) y Apostolado Seglar, la Conferencia Episcopal Española ha elegido el lema “Salir, caminar y sembrar siempre de nuevo” el cual insiste en la idea recurrente del Papa Francisco de “salir” y “oler a oveja”. Pero para salir lo mejor es conocer cuáles son los impedimentos para remediarlos, por ello los movimientos de Acción Católica queremos llamar a la reflexión sobre las múltiples causas que a las diversas comunidades cristianas (congregaciones, grupos parroquiales, equipos de revisión de vida, grupos de catecumenado y de catequesis, comunidades de base, etc.), hoy en día, nos siguen encerrando en nuestro cenáculo.
Es cierto que en algunos países del mundo el hecho de ser cristiano y querer vivir la fe, es motivo de persecución, incluso la muerte, pero nosotros vivimos en España, en una democracia aconfesional. Puede que algunos cristianos se sientan incomodados ante los ideas de laicismo radical y excluyente que algunos grupos enarbolan en nuestra sociedad, pero esto no debe ser motivo para no vivir la dimensión comunitaria y pública de nuestra fe y ceder ante la idea de que la religión es una faceta privada de la persona, puede que otras creencias lo sean, pero no así el catolicismo que se define como experiencia religiosa compartida por las personas que viven en comunión con la iglesia de Roma.


Otros no quieran abandonar su zona de confort y se sientan muy a gusto al calor del brasero de la sacristía bien por pereza, los menos, bien por confundir las tareas intraeclesiales (como dinamizar la vida parroquial, las catequesis y otras labores que son necesarias e importantes con el compromiso. El compromiso debiera ser una acción externa al ámbito eclesial, que por un lado transforma el ambiente o la realidad social en la que se ejecuta, porque interpela a los que lo observan como convierte a la persona que lo lleva a cabo. El compromiso debe partir de una reflexión ante una realidad hiriente que nos lleva a una actuación (dar testimonio) en una opción por los pobres transfigurando la realidad y las personas afectadas y metamorfoseando a quien lo realiza.

También y porque no reconocerlo, hay algunos presbíteros con un carácter desbordante que interpretan erróneamente su papel de consiliarios y acompañantes en la fe y otros que confunden la unidad con la uniformidad, de manera que sus feligreses se acomodan en el redil.

Este año, recientemente se ha clausurado el congreso internacional de la AC con el lema “Laicos con vocación”. Esta identidad laical se concreta como vocación particular en la AC, como don, como singular forma de ministerialidad laical, cuando se asume libremente, de modo orgánico y estable, bajo la guía del Espíritu Santo. (CL 31). La pertenencia a la Iglesia local (diocesanidad) donde se hace visible la Iglesia universal, la pertenencia a su vida, a su estructura eclesial, para hacer crecer la comunidad cristiana (AG 15, EN 73, CL 31).

En comunión con los sacerdotes, en la participación de los planes pastorales (CL 31) con las otras realidades eclesiales para vivir la cooperación (AA 20) y la corresponsabilidad.

En salida asumiendo la totalidad de la misión de la Iglesia, para transformar la realidad desde el corazón del Evangelio (CL31, EG 34-39).

Con todos y para todos favoreciendo la cultura del encuentro, el bien común, la paz y la solidaridad, también en la dimensión ecuménica e interreligiosa y con los no creyentes. (EG 111-134, 238-258).

En todo lugar especialmente hacia las heridas del mundo actual para "misericordear": pobreza, trabajo, tierra, guerras, trata de personas, inmigrantes, vivienda, adicciones. (EG 52-109 y 177-258).

En todas las circunstancias de la vida comenzando por la familia cuyo bien “es decisivo para el futuro del mundo y de la Iglesia” (AL 31) en el compromiso social y político, en el mundo del conocimiento, la economía, el cuidado de la creación, etc., para provocar un nuevo estilo de vida (LS 202-246).

La AC se incultura de diversas maneras según cada realidad (AA 20), para servir en ella, promoviendo un laicado maduro, comprometido y como experiencia concreta de comunidad (EG 77) abarcando las diversas etapas de la vida y a toda condición social.

En palabras del Papa Francisco (03.05.2014) “Este estilo de evangelización, animado por una fuerte pasión por la vida de la gente, está particularmente adecuado a la Acción Católica, formada por el laicado diocesano que vive en estrecha corresponsabilidad con los Pastores. En esto les es de ayuda la popularidad de su Asociación, que a los compromisos intraeclesiales, sabe unir aquellos de contribuir a la transformación de la sociedad para orientarla al bien”.

Por todo ello y en este tiempo los diferentes movimientos de la Acción Católica son un instrumento eficaz para la misión de la Iglesia, formando laicos maduros, corresponsables en la Iglesia y en la sociedad.

Citas
AA Apostolicam Actuositatem sobre el Apostolado de los laicos
AG Ad Gentes sobre la Actividad misionera de la Iglesia
AL Amoris Laetitia sobre el Amor en la familia
CL Christifideles laici sobre la Vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo 
EG Evangelii Gaudium sobre el Anuncio del Evangelio en el mundo actual
LS Laudato si sobre el Cuidado de la casa común

Nota: Publicado en Navarra información el 04-06-2017.

Publicado en Diario de Navarra con el título "Normalizar la religión" el 03-06-2017.
Publicado en La Verdad Nº 4089 02-06-2017.