miércoles, 7 de agosto de 2013

La legalidad, estúpido!

Los niños en su sencillez suelen clavar las ideas y nos lanzan mensajes de gran calado. Una de sus expresiones más comunes es: “Esto no es justo”. Y suelen tener mucha razón. El mundo no es justo.

Es decir ellos simplifican y equiparan JUSTICIA al término de ley natural, que es aquella ley fácilmente captada por la razón de los individuos (como si ya viniera en todos los individuos por naturaleza). Por tanto la ley natural está en el orden de la moral. Un ejemplo de ley natural podría ser la idea que la mayoría de los individuos tenemos sobre la preservación de la vida o el "no matarás".

Y se olvidan de la ley positiva que es aquella derivada por las leyes o del orden jurídico.

Mientras que la ley natural es inmutable y eterna, la ley positiva es contingente y diversa, pues las leyes cambian según el lugar, la época, etcétera.

En definitiva la ley natural se corresponde con la moral y la ley positiva con lo jurídico.

Recientemente los ciudadanos hemos asistido y estamos asistiendo a una serie de hechos “irregulares” en relación con diversas posibles imputaciones o hechos susceptibles de investigación por cobros varios, usando la fórmula de dietas, mal llamados sobresueldos o sobres y dando la idea de que han sido ajenos a tramites tributarios. Hechos que debido al momento coyuntural socio-económico hacen que nuestra susceptibilidad esté al límite y los ánimos los tengamos encendidos.

La mayoría de los ciudadanos al igual que los infantes confundimos la ley natural con la positiva entendemos que no es justo, y es así, que se cobren dietas cuyo montante es elevado en función de la responsabilidad que no ha sido asumida, dietas que mucha veces eran parte inherente al cargo o función, por tanto el ciudadano de a pie no comprende que, por poner un ejemplo gráfico, al albañil se le pague por ir a la obra y a la vez por poner ladrillos. Y menos que además vaya dos y tres veces al día a la obra. Y cobre el tope de asistencias anuales aún cuando estas no estén debidamente justificadas o incluso en algunos casos presuntamente falseadas.

Entiendanme bien señores políticos de todos los signos, no me opongo al cobro de dietas lo que me opongo es a que estas sean elevadas y a que se me tome el pelo. Y cuando se descubre el hecho, todos, todos ustedes quieran hacernos tragar con ruedas de molino que está todo bien, y que con devolver el dinero, o decir que se va a estudiar y mejorar el sistema de control y cobro se queden tan tranquilos y más si un juez da por zanjado el asunto y aquí paz y después gloria. Y para colmo no se asuma por ninguno de ustedes, tanto oposición como gobierno pues todos han estado en lo que comúnmente llamamos “ajo”, las responsabilidades morales.

Ustedes legalmente (ley positiva) no han cometido ningún acto punible pero moralmente (ley natural) se han burlado de la confianza de los electores y de los que no tienen derecho a elegir pero que están sujetos, y se ven afectados por sus actuaciones y decisiones.

Los ciudadanos parafraseando la frase utilizada durante la campaña electoral de 1992 de Bill Clinton, es la economía, estúpido, debemos emplear a modo de recordatorio como hizo James Carville, estratega de la campaña electoral, y ponernos en un cartel para repetirnos: es la legalidad, estúpidos.

Por desgracia ustedes, los políticos, son el poder legislativo y hay un conocido dicho de nuestra lengua que dice: “Hecha la ley hecha la trampa”.

A nosotros, los ciudadanos y votantes, no nos queda nada más que esperar al próximo proceso electoral, tener memoria histórica (para recordar lo que ustedes han hecho o dejado de hacer), repito unos y otros, y votar con criterio, esperando que haya donde elegir.

Y no olvidarnos de este pensamiento de José Luis Cortés: “¿Cómo saber ser un “administrador fiel y prudente”? Empezando por saber que únicamente somos administradores.”

Quien tenga esto presente será un buen administrador. De momento hemos de esperar y los tenemos que buscar.