Los
numerosos focos de brotes de Covid-19 por toda la geografía española han
disparado las alarmas y ha vuelto el sacamantecas u hombre del saco del siglo
XXI, el conocido coco, que ahora se llama confinamiento.
Desde el
inicio de la pandemia hemos oído de todo, y aunque cada vez sabemos más del
virus también se confirma el dicho socrático de que cada vez sabemos menos,
pues nos hacemos conscientes de nuestra ignorancia.
Parece
que detrás estos rebrotes hay un coctel maléfico, cuya receta-formula es: verter
en vaso mezclador bien de hielos y añadir, a partes iguales, asintomático,
ganas de estar con los amigos y confianza en ellos, no seguimiento o
incumplimiento de las normas elementales de lavado de manos, uso de
mascarillas, mantenimiento de la distancia social preventiva, concentrarse en
sitios cerrados (opcional, aunque muy importante). Lo agitamos todo bien y lo
adornamos con que durante el confinamiento la imagen que primó fue más la de
fiesta y pachanga balconil, por aquello de mantener la moral. Por último, lo
servimos en copa coctel con pajita y sombrillita y esperamos a que nos toque el
turno de la PCR.
Bueno
ahora en serio, se nos dijo que era vital detectar a los asintomáticos, y que
era primordial tener capacidad de realizar test.
Parecía
que teníamos todo controlado, los centros de salud parecen ciudades fantasmas,
la atención en su mayoría es telemática. Nuestros sanitarios están protegidos y
tras mucho tiempo de espera han pasado sus PCR, y hay un dispositivo que
realiza un seguimiento de cada nuevo foco.
¿Cuál es
la causa de este aumento de casos y vuelta a Pánico en las calles(1950)?
La
palabra clave es el asintomático, denominación que no me gusta, prefiero por
deformación profesional hablar de portador sano.
El
portado sano es un concepto muy utilizado en higiene alimentaria, y es una
persona que está sana, pero que puede trasmitir una toxiinfección por una
deficiente formación o una inadecuada praxis en la manipulación de los
alimentos y la fundamental la ignorancia de su calidad de portado sano.
Esto es
posible porque nosotros somos nosotros y nuestra microbiota. Hoy sabemos que
casi la mitad de las células que conforman nuestro cuerpo, no tienen nuestro
genoma, son infinidad de microrganismos que viven en, sobre y dentro de
nosotros, la mayoría beneficiosos. También sabemos que la microbiota es
característica del individuo, que el parto vaginal la enriquece frente al parto
por cesárea, que evoluciona en el tiempo y que se modifica con los usos
alimentarios y de higiene personal y que se parece bastante en personas que
cohabitan.
Los
asintomáticos son portadores sanos del coronavirus, por lo que sea el virus no
les afecta a ellos, pero pueden transmitirlo a los demás. También es importante
detectar a los portadores sanos para estudiarlos, pues en su sistema
inmunológico pueden estar las claves de las vacunas y tratamientos para
controlar la enfermedad. Y no se les debe estigmatizar a no ser que a sabiendas
eviten las medidas de prevención.
Por ello
es primordial detectarlos y la única manera es realizar test PCR a la
población.
Porque se
ha dejado esta estrategia de lado porque se presuponía cara e imposible de
realizar a toda la población a la vez. Se optó por hacer un seguimiento de
prevalencia cuyos resultados señalaron que no había inmunidad de grupo o que
ésta era insignificante.
La idea
era que viniera la nueva normalidad, ver qué pasaba para realizar una
trazabildad de los casos que surgieran. El problema es que se han juntado algún
mal llamado “asintomático”, que no lo sabía, con personas que no han sido
responsables, en sitios con condiciones inadecuadas, cerrados, con poca
ventilación, aire acondicionado, mucho tiempo juntos y sin mantener la
distancia social preventiva. Y esto unido al período vacacional ha disparado los
contagios. Si lo mezclamos con que se nos han semi ocultado las duras imágenes
de la pandemia, mucha gente, especialmente los jóvenes no han interiorizado la
gravedad de la situación. Y si lo unimos a que pensamos que a nosotros no nos va
a tocar y que los cercanos son buena gente, nos confiamos además se nos olvida
que las violadores y acosadores normalmente suelen ser conocidos en la mayoría
de los casos y los que pertenecen a ese 1% enfermizo psicopático, buscan
estrategias de acercamiento y familiaridad con las víctimas objetivo para poder
alcanzarlas.
Por lo
tanto, no hay que bajar la guardia con las medidas, y convendría que se
muestrease a la población en busca de los portadores sanos, para avisarles y
localizarles. Un buen momento, es como en algunas empresas y centros educativos
se están planteando realizar test a la vuelta del inicio de su actividad.
Alguien
tendrá que valorar si es mejor invertir en control o ver que pasa y correr el
riesgo de que nos desborde el problema y entonces la única solución sea volver
a confinarnos todos, con lo que el coste será impagable.