Tras la expectante noche del
escrutinio electoral, por fin llega el día de después. O lo debiéramos llamar
el día de la victoria. Pues todos (los partidos, y los políticos) siempre ganan;
incluso alguno se acuerda a declarar que el pueblo ha ganado, que es soberano y
ha decidido, una solemne obviedad y majadería.
Los políticos son los herederos de
los antiguos augures romanos, e interpretan o reinterpretan los resultados y
sus frases como tales. Los oráculos en este día siempre hablan de victoria,
lástima de “Bocca della Verità”, pues nadie pierde su mano al mentir cuan
bellaco.
Los hay que ganan porque han sacado
mayoría, pero insuficiente para lograr gobernar, siendo una victoria amarga e
incluso pírrica. Los hay que ganan porque en el cuadre de la moderna matemática
electoral (que muy posiblemente sea nueva asignatura en la siguiente reforma, enésima,
de nuestro sistema educativo) sumando en un extraño “Tetris” logran la mayoría aritmética de la mitad más uno
suficiente para gobernar. Unos y otros apelan a la voluntad del electorado para
apoderarse del sillón de hierro cuan real juego de tronos y sorprendente canción
de hielo y fuego, en donde en cada nuevo capítulo o elección sucumbe un Stark, un Lannister u otro miembro de otra casa, en nuestro caso partido
político.
Otros apelan al aumento porcentual de
votos o al número total de los mismos, con tal de encontrar un cabo al cual
agarrarse y así librase del linchamiento mediático y conseguir unos momentos de
respiro para preparar una contra-respuesta y seguir en el alambre. Todo con tal
de no conjugar en primera persona el verbo que conjugan, tan bien, en segunda y tercera persona y que es el de
dimitir. Palabra tabú en nuestro país, nación, estado o reino de taifas, aquí
que el lector se acoja a lo que le guste más.
Es curioso que en este ejercicio se
lleguen a buscar comparaciones con procesos electorales anteriores para
intentar vender una mejoría o incluso a verlo en clave nacional cuando son
elecciones locales y autonómicas. Siendo entonces la fuerza nacional que más
concejales ha sacado, o que hemos aumentado nuestra presencia en tropecientos
municipios, o que…, o que ….E incluso quien lo proyecta con vehemencia para las
siguientes convocatorias o comicios buscando marcar corriente de opinión.
Tendencias inexistentes, futuribles que muy probablemente nunca llegarán, pero
que provocan una huida hacia delante, sin retorno. En busca del voto perdido.
Toca reunir ejecutivas, hacer
“política”, intercambiar cromos, y en el peor de los casos nombrar gestoras,
pero estando presentes para salir en la foto. Sin embargo nunca lamentar, pedir
disculpas y marcharse.
Algunos por clamar en el desierto,
seremos señalados y las Salomes de turno pedirán nuestras cabezas, cuan Juan
Bautista. Mientras los Herodes de oficio seguirán apoltronados en su corte, los
sumos sacerdotes pedirán la intervención de Poncio Pilatos, el cual se lavará
las manos, pues no merece la pena pringarse por nada. Como dice José Mota “ir
pa´ na´, mejor no ir”, “Las gallinas que entran por las que salen”. Y el pueblo,
como siempre pedirá la libertad de Barrabas. Y todo seguirá igual.
Pero algunos seguiremos como el
difunto y recordado Paco Umbral, queriendo hablar de nuestro libro. Y pensando
que la tercera vía es posible, y la regeneración (social, institucional,
política, económica, financiera, educativa, sanitaria, de valores, …) más que
nunca necesaria. Pero con estos juncos es muy difícil, casi imposible, hacer un
buen cesto.
Y como todo está escrito, alguien
adaptará por enésima vez a Ricardo III, que suspirará en medio del caos
producido por él: “¡Un voto!. Mi escaño por un voto!!!.
Nota: Publicado en el Diario de Navarra en la sección de Cartas de los Lectores el 26-05-2016 con el título "Lo que sigue al día D".