lunes, 13 de mayo de 2013

Talla L

Sí, reivindico la talla L y si me apuran la S. No se asusten, ni alarmen, asociaciones de psicólogos, médicos, profesionales de la pasarela y moda, feroces y airadas feministas, y colectivos que se adhieran a cualquier plataforma “anti” por ser “progres”, esto no es, repito NO es apología de la anorexia.

Vivimos en una sociedad tremendamente preocupada, primero por la tierna infancia, tanto que algunos de estos pequeños cabroncetes se han dado cuenta del asunto y tiene la sartén por el mango; y todo por no dar un pescozón a tiempo, claro que si algún cantamañanas te pilla y te denuncia, y algún juez con ínfulas de salir en la prensa coge el caso te cae todo el peso de la ley y la colleja te sale más cara que cada uno de los atentados de Iñaki de Juana Chaos. Además que te estigmatizan como al protagonista de La Caza.

También nos preocupan nuestros jóvenes tan preparados (aunque siempre los jóvenes hemos sido los más preparados con respecto a las generaciones anteriores) que tienen que emigrar, perdón, que ahora se dice movilidad exterior, cuando es el antiguo ¡Vente pa Alemania, Pepe!

Y ya por último por nuestro mayores, tercera edad, o como queramos llamarlo. A estos es simplemente y en muchos casos por puro egoísmo social. Porque todos aspiramos a llegar a la jubilación, ya que la otra opción no es aceptable.

Pero los de la talla L, lo tenemos crudo. La talla L (ver números romanos) somos ese afortunado grupo de personas “jóvenes” que tenemos entre diecimuchos y veintipocos años más unos 30 (año arriba, año abajo) de experiencia. Y digo afortunado grupo porque nos ha tocado la lotería de ser los protagonistas de las estadísticas, la mayoría de los empleos destruidos por la crisis eran nuestros contratos indefinidos, la mayoría de los parados de largo duración somos nosotros, los de la talla L. Cuando acabamos nuestros estudios, ya no nos esperaban a la puerta de las escuelas y facultades como a los que son un poco mayores que nosotros. Además nos tocó ser los primeros del cambio (enésimo) del sistema escolar y nos tocó hacer un curso más (3º de BUP) y naturalmente la “mili”. Ahora algunos iluminados quieren retomar estas (ambas) ideas para posponer el paro a los jóvenes. No tuvimos Erasmus. También cuando pedíamos hacer prácticas en empresa, obviamente sin remuneración, nos miraban con cara extraña y nos despachaban con cajas destempladas. Tan real como la vida misma, puedo citar el nombre de conocidas empresas en los que lo intente. Y al paso que vamos ni nos van a dejar jubilar, pero tampoco nos dejan trabajar.


Algunos de nosotros, ante la situación laboral, han optado, también, por la “movilidad exterior”, dejando aquí a la familia y viniendo los fines de semana o una vez al mes, dependiendo de la coyuntura. Otros, tras un largo peregrinar de puerta en puerta hemos conseguido trabajo (afortunados), no de lo nuestro, ni siquiera en donde nuestras capacidades y competencias pudieran dar más valor añadido, pero nos da para pagar las facturas y cotizar para la jubilación, y en algún caso para ayudar a nuestros mayores dependientes, llegando justos y haciendo maravillas a final de mes.

Muchos están desesperados porque esa puerta no se abre y nadie se acuerda de ellos, y otros ven como pronto les va a llegar su turno de desfilar ante la oficina de recursos humanos. Es curioso que hace unos días vi el anuncio de un curso para los responsables de estos departamentos, por el estrés que ellos sufrían y que eran los grandes olvidados. Perdonen que me ría, pero ellos conservan su trabajo, incluso cobran primas por despido como el protagonista de El Capital (otra gran película de Costa Gavras) y George Cloney en Up in the Air o se auto engañan y justifican diciendo que han salvado “x” empleos. Pero ellos no son como el protagonista de Las nieves del Kilimanjaro (otra genial película francesa), y meten su nombre en el bombo del despido.

Por ello me veo en la obligación moral de reivindicar a mis compañeros de talla, a los que despiden y están en búsqueda de trabajo, a los que aspiran a mejora de empleo para poder dejar su hueco a otro compañero que no tuvo la oportunidad, la circunstancia o la suerte de prepararse mejor en su día. Porque todos, además de talla L somos también talla S.

Al igual que Django llevamos la S marcada en la mejilla, la S de supervivientes, de varias crisis. La S de Stallone en el crepuscular Rocky Balboa, la S del que sabe que no ganará el combate pero sí que será capaz de aguantar en pie hasta el último asalto con dignidad y vergüenza torera, justo las que les faltan a nuestros dirigentes o “representantes” políticos; igual me da que sean de los que se calan la boina, la chápela, la barretina, el cachirulo o el pañuelo con cuatro nudos, que sean progres, moderados o ultras. Pues todos, y ahí tengo la duda, no sé si porqué ni siquiera saben hacer lo o con un canuto y no supieron justificar bien sus gastos para cuadrarlos correctamente o por el contrario, y no sé si peor, iban de sobrados y pensaban que nadie y ni nunca los iban a pillar, lo hacían con total impunidad. La misma con la que ahora se pasean por la calle y además piden una ejemplaridad que ni siquiera ellos son capaces de cumplir. Claro que, salvo alguna excepción que confirma la regla, la mayoría no tiene donde caerse fuera de la política, del sistema del amiguismo y la pseudo-democracia del partidismo y sus listas acordadas que ahora quieren rizar con la “participación” de los “militantes” e incluso simpatizantes. Y el lavado de las normas nuevas. Por todo ello vivan las tallas L y S.




Qué bueno el artículo! Enhorabuena! Dudo que te lo publiquen ...
MªJ FI

Impresionante artículo,pone los puntos sobre las íes sin duda.Lo de las tallas "L" sin duda se debe a esta mentalidad ibérica según la cual a los 40 ya estás "acabado",no digamos si eres de la talla L; en cambio en Reino Unido me comentó un amigo que en el curso que el hizo en Londres para Easy Jet,allá por 2007 habían cogido a una señora de 50 años a la que estaban preparando para ser auxiliar de vuelo.¿Será cosa de la compañía en concreto o de la mentalidad anglosajona? En EEUU y RU la edad es un dato que pertenece a la más estricta intimidad y que ninguna empresa te puede preguntar.
Escrito en debate de LinkedIn sobre Oferta de empleo
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