Es
curioso pero nadie lo quiere, me refiero al matadero. Gracias al acceso de la
carne, como aporte de proteína en la dieta, nuestros antepasados del género Homo pudieron desarrollar el cerebro hasta
ser lo que hoy somos.
A
pesar de lo que diga la OMS, que últimamente ha adquirido la mala costumbre de
alarmarnos con titulares sensacionalistas, la carne es muy necesaria en nuestra
alimentación, obviamente en su justa medida, cualquier exceso es perjudicial.
Llama la atención la ausencia de titulares indicando que el trabajo por turnos
es tan dañino como el tabaco y sí lo sea el consumo de carne.
Sin
embargo es curioso que en una sociedad, como la nuestra con el culto al
chuletón, que enseguida se indigna por estos titulares, y que se queja del
precio de la carne, y de la falta de trabajo nos opongamos a la instalación de
una moderna industria. Parece que el lema turístico de “Reyno de diversidad” lo
debiéramos sustituir por “Reyno de las Plataformas Anti Todo”. Que será mejor
llevar nuestro ganado a ser sacrificado a otras autonomías, con aumento de
costes y pérdida de beneficios y puestos de trabajo.
Hoy
en día los viejos y lúgubres mataderos de origen municipal, que sólo sirven
para rodar películas de terror y recordarnos nuestra historia reciente, son modernas
industrias, (ahora por aquello del lenguaje se llaman centros de procesamientos
de canales), luminosas, con mucha tecnología, que alcanzan unas productividades
que para sí quisieran otras industrias. Y también ciencia pues de un buen
ejemplar mal procesado se obtiene un mal filete y de un ejemplar regular bien
manejado se puede conseguir un filete aceptable. Por desgracia la carne es un
producto “commodity”, con un bajo nivel de diferenciación y un margen de
ganancia escaso. En un mundo tremendamente marquista, saben ustedes qué marca
de carne consumen. Por ello es fundamental que para no incrementar sus costes
los mataderos deban estar cerca de las granjas y de los núcleos de población.
Tenemos
la suerte de que por costumbre (dieta mediterránea) y creencia religiosa no
limitante con los productos de origen cárnico podemos comer proteína animal de
muy diverso origen vacuno, porcino, ovino, equino, cunícola y avícola (pavo,
pollo, codorniz, pato,…) fresca y procesada con embutidos no solo cocidos y
ahumados sino también curados, que son más sanos.
Además
en Navarra, somos pioneros en intentar potenciar e innovar el sector con carnes
propias Ternera de Navarra, Cordero de Navarra, Potro de Origen, y muchos no lo
saben pero aquí se certificó la segunda carne de pollo de España en 2002, tuve
la suerte de coordinar el proyecto logrando que granjeros, fábrica de piensos,
matadero y sala de despiece trabajasen en una misma dirección. Y para rematar
tenemos embutidos con el nombre de nuestra tierra Chistorra de Navarra y
Chorizo de Pamplona. Sin olvidar el relleno y la birica propios de estos lares.
La tirade Oroz
Pese a ello la carne es débil. Es un sector atomizado sujeto a continuas crisis, al margen de las de la economía general, algunas son propias y endémicas y otras generadas e incluso magnificadas por los medios. Ahora que a nuestros políticos les gusta hablar de los modelos escandinavos, bien les vendría tomar bueno nota de ellos. Saben que Dinamarca pese a ser uno de los países más pequeños de Europa es el que más cerdos procesa y uno de los primeros en carne de pollo. Y en Noruega gracias a sistemas de economía social han conseguido cerrar el ciclo del productor al consumidor logrando que el valor se quede en quien lo produce y revierta en mejorar el sector. No como aquí en donde hay mayoristas e intermediarios que junto con la gran distribución son los que encarecen el producto y se llevan el beneficio, para ello no dudan en traer porcino de Hungría, cordero de Irlanda o pollo de Brasil y Tailandia. A en Alemania en donde hay una especie de FP superior/Universidad Laboral de donde salen buenos maestros carniceros que dada su excelente formación llegan a trabajar como técnicos en la industria cárnica.
Aquí
por el contrario las empresas son pequeñas y medianas, con mano de obra sin
cualificar, en donde los convenios generales parecen redactados por el enemigo
como me decía un subordinado cuando trabajaba en el sector, con profusión de
cooperativas de matarifes autónomos que trabajan a maquila, con poca visión
exterior, y casi nulo espíritu de colaboración para verticalizar la cadena de
valor y menos para aunar sinergias y abaratar costes transversales, etc,…Con un
tamaño que si no dan el salto terminarán desapareciendo y el sector será
manejado por los grandes grupos o los capitales de riesgo extranjeros.
Llama
la atención que en Navarra con centros de investigación para los distintos
sectores, EVENA para el eno-vitivinícola, Lactológico de Lecumberri para leches
y derivados, CNTA que tuvo su origen en el conservero, INTIA que aglutina los
antiguos ITG´s, no tengamos uno específico para el sector de la carne y sus transformados
y derivados. En donde se de servicio, formación a sus trabajadores, se creen
espacios de colaboración e impulsen proyectos de mejora del mismo, se defiendan
nuestros productos y se puedan generar y apoyar iniciativas que puedan crear empleo
estable y duradero.
Nota: Publicado en el Diario de Navarra el 31-10-2015.
Datos del consumo de carne
Datos del consumo de carne
La alerta alimentaria de la Organización Mundial de
la Salud (OMS) ha puesto la lupa en el tipo de carne que consumimos, ya que
considera que la carne procesada como cancerígena, y la carne roja como
probablemente cancerígena. ¿Pero cuánta carne y de qué tipo comemos los
navarros? Los datos del Ministerio de Alimentación, correspondientes al consumo
en hogares durante 2014, arrojan que cada navarro ingiere al año un total de 54
kilos de carne, de los que el 60%, unos 32 kilos, son de carne roja o
procesada.
La cifra supone tres kilos más que la media
nacional -situada en 51 y revela una recuperación del consumo de carne en la
Comunidad Foral, reducido de forma significativa desde el inicio de la crisis;
en 2008, el consumo per cápita de carne de cada navarro era de 60,7 kilos, una
cantidad que descendió hasta 50,43 kilos en 2010 y que ha ido aumentado hasta
los 54 kilos actuales.