domingo, 24 de enero de 2016

La maldita cuesta y el modelo de sociedad



Comenzamos enero como todos los años, llenos de buenos propósitos y además con una sonrisa casi de oreja a oreja pues la climatología nos brindaba un extraño verano-invierno. Además los múltiples informes de analistas, economistas y demás organismos e instituciones que a esto se dedican nos auguran un crecimiento significativo (para nuestra maltrecha economía) que puede ser el principio de un año con engorde de las vacas tras siete años largos de vacas flacas y famélicas.

Pero la dicha es corta en casa del peón de infantería y la macroeconomía no conjuga el mismo tiempo que la microeconomía y de repente con las primeras y tímidas heladas la sonrisa se nos ha cristalizado y como dicen los más jóvenes hemos recibido un “zaska en toda la feis”, (escrito face que en inglés significa cara).

Y nos hemos desayunado con la desdicha de los trabajadores de Alstom en Buñuel (algo más de cien trabajadores) que van a engrosar las filas de la mayor empresa estatal ParoS.A., a lo que sumamos la zozobra de los empleados de TRW que esperan con ansiedad el final de otro culebrón de ERE en cuyo reparto (casting se dice ahora) no tenían ninguna intención de participar y la incertidumbre de los compañeros de la CUN (Si he dicho compañeros, porque son trabajadores como nosotros aunque su empresa sea el odiado OPUS.) que temen por sus puestos ante la pérdida repentina de algo más de 7000 potenciales y seguros clientes. A lo que hay que añadir el cierre de la tabacalera Altadis en Logroño (casi 500 trabajadores puede que algún navarro de pueblos cercanos) y de rebote su efecto sobre unos 10.000 agricultores extremeños. Ante esto uno se acuerda del refrán cuando las barbas de tu vecino veas pelas pon las tuyas a remojar.

Por otro lado hemos podido contrastar las tablas de retención del IRPF del año 2015 con las del 2016 y ver como a partir de las que ganan más de 23.250 € brutos anuales les han aumentado las retenciones, también es curioso como en muchos tramos son penalizados los que tiene tres y cuatro hijos que son la mayoría de las familias numerosas. No quiero discutir sobre datos y cifras pero revisen las hemerotecas.
  
En los momentos en que escribo estas líneas no sabemos todavía quien será el nuevo inquilino del palacio de la Moncloa y si tendremos un gobierno de consenso nacional o la sonrisa del destino nos brindará con uno de Flintstones (los Picapiedras - Pedro y Pablo). Se sabe que algún albañil avispado ya ha dejado en Ferraz un presupuesto para transformar el famoso billar de “la bodeguilla” en pista de rocabolos y más de un ministrable está practicando el grito de “Vilma, abre la puerta”. Y es que la nueva política tiene demasiado de la vieja y a algunos se les ve el plumero y hablan antes de sillones y carteras o mochilas (la estética cuenta mucho) que de ideas, programas y modelos. Son los nuevos aires, que huelen a rancio.

En donde quiero poner el acento de la reflexión es que no me gusta el modelo de sociedad y de persona. Es más, me pregunto si tenemos modelo. Observo un modelo de sociedad que se fundamenta en el tener antes que en el ser. Un modelo que apuesta por la generación de riqueza sin importarle la persona, siendo especulativo en vez de productivo. Debido que hay un gran desequilibrio entre sectores, de la sociedad agropecuaria pasamos a la industrial y ahora a la de servicios, pero los servicios funcionan cuando hay una masa significativa de productores. Las economías que menos mal han aguantado la crisis son las que tenían un sector industrial con músculo.

Para nuestra desgracia cada vez la industria se concentra cada vez más en grupos más grande y las mesas de decisión se alejan de nosotros. Además esas decisiones las empiezan a tomar miembros de generaciones más jóvenes (nerds, freakies, hikikomoris, otakus, etc) con otro recorrido histórico, con lagunas amnésicas, más consentidos o mejor dicho sobreprotegidos y focalizados en sus obsesiones y en la consecución de objetivos, muchas veces toda costa y cuanto antes, sin preocuparles nada más.

Muchos son analfabetos emocionales capaces de despedir a una persona sin pestañear como George Cloney en Up in the air o como le pasó a un amigo que de aguinaldo recibió un despido improcedente y mientras el abogado le comunicaba la decisión, su jefe de cuerpo presente estaba fríamente “guasapeando” en su cachivache electrónico.

Leía una entrevista a Whitney Wolfe en la que definía a sus compañeros de generación como adolescentes que no terminaron de ser aceptados y ahora son muy poderosos y se están vengando de todos.

Llego al límite de mi espacio y dejo pendiente para otro día la reflexión sobre el modelo de persona.

Nota: Publicado el viernes 29-01-2016 con el título "Nuevos aires que huelen a rancio".



Muy buena la reflexión del modelo actual de sociedad. Sociedad enferma sin valores basada en el dinero y ambición sin límites de nuevas generaciones sin escrúpulos en aplastar por subir. Lamentable falta de valores.
II en Faebook