Hay
un dilema que se plantean tanto los lectores como los amantes del cine, como
los modernos “seriofilos” y es que va antes la realidad o la ficción. Para
algunos la realidad va antes por ser la fuente de inspiración y el campo de
observación de escritores y guionistas. Aunque a veces es la obstinada realidad
lo que imita o copia la ficción. Y es que empieza a ver demasiadas afinidades,
similitudes o coincidencias entre nuestro recién y flamante presidente Pedro
Sánchez y su esposa Begoña Gómez con el matrimonio Underwood.
Estimado
lector queda avisado que a partir de estas líneas se desvelaran las líneas principales
de la conocida serie de Netflix, a la cual estaba enganchado Barack Obama,
Castillo de naipes (House of Cards), la cual es una adaptación de una miniserie
de la británica BBC basada en una novela de Michael Dobbs. Por una vez y sin
que sirva de precedente los norteamericanos han mejorado la versión. En ella el
maquiavélico, cínico y ambicioso principal personaje brillantemente
interpretado por Kevin Spacey, nada más comenzar nos sorprende rompiendo la
llamada cuarta pared para dirigirse al espectador haciéndonos participes de sus
pretensiones políticas y juicios de valor de quienes le rodean. Frank Underwood,
que es el nombre del personaje, no ve colmada sus aspiraciones políticas y se
siente minusvalorado por sus compañeros del partido demócrata y desde ese
momento maniobra para no sólo alcanzarlas sino además lograr la dimisión del
presidente de Estados Unidos, en su favor y así llegar al famoso ala oeste de
la Casa Blanca y en sucesivas temporadas, salir reelegido posteriormente contra
viento y marea. ¿Esta trama no les resulta ligeramente familiar? Pero lo mejor
es que su cónyuge es rubia, magníficamente interpretada por Robin Wright, además
de una brillante ejecutiva que dirige una ONG para cultivar su propio ego e
influencia. Deseosa de poseer un mayor protagonismo internacional decide
cambiar su organización y no duda en llevar a cabo recortes y despedir a
aquellos que la entorpecen en sus propósitos, compartiendo las ansias de poder
y el pragmatismo sin límites de su marido. Como ven la realidad española se
empieza a parecer a la ficción norteamericana. Por ello algunos esperamos con
gran interés la sexta y última
temporada de la serie que se anuncia para noviembre de este año.
Y
es que, sin llegar a los cien días de gobierno, el señor. P. Sánchez tiene
demasiados palotes en su cuenta de debe en la línea de despropósitos, agravios
y desaciertos.
Empezando
por el medio millón de euros de la reforma de la Moncloa, siguiendo por el
aumento de un 30% de costes del Consejo de Ministros y de la colocación de
numerosos asesores. Me parece que el viejo profesor socialista Tierno Galván no
se refería a este tipo de “colocación” cuando dijo aquello de: “El que no esté
colocado que se coloque”.
Sin
olvidar que parece que ha rescatado la yenka para baile del verano con lo de
“palente” y “patras” con el tema de la inmigración y según este o no con Angela
Merkel.
Otro
asunto que indigna al españolito medio es como habiendo empezado en junio en su
nuevo puesto se tomen todos los del Gobierno un mes de vacaciones. Cuando a
cualquier currito en esa situación le corresponden dos días por mes trabajado.
O sea, ni una semana, y ellos se van cuatro. Ya sé que no es lo mismo, pero un
poco de vergüenza y de guardar las formas no estaría de más sobre todo cuando
muchos de nuestros compatriotas tienen contratos por ETT y ni siquiera tienen
días y otros son autónomos y falsos autónomos y andan haciendo encaje de
bolillos para pillar unos días de descanso en verano.
Pero
la guinda la pone la excusa de la agenda cultural nocturna. Personalmente
entiendo que un presidente debe facilitar el trabajo a su equipo de seguridad y
seguir los consejos oportunos en esa materia. Pero venderme el usufructo de un
avión público para asistir a un concierto de rock con su esposa adornándolo con
una visita al alcalde de Castellón, es querer llamarnos tontos a la cara.
Sobre
gustos no hay nada escrito más espero que el asesor de cultura, se gane el
sueldo y le sugiera que el año que viene aproveche mejor la agenda nocturna y se
acerque por Olite, Mérida y Almagro; mejor que un concierto de un grupo de
segunda fila, será ver al Brujo en escena, o a Lolita revindicando la feminidad
y libertad de la mujer en Fedra o disfrutar a Lope de Vega y Calderón de la
Barca en un corral como antaño, rompiendo una lanza por el teatro gran olvidado
junto con la danza.
Ya
sé que la vida es un sueño…y los presidentes cada vez más se parecen a los
bombones de Forrest Gump, que hasta que no los pruebas no sabes si serán dulces
o amargos.
Nota: Publicado el 15-08-2018 en Navarra Información.