En los tebeos o comics nos
encontramos que las ciudades tienen su héroe particular en Metrópolis vive
Superman, en Gotham tienen a Batman y Spiderman está en Nueva York, recientemente
en Madrid han aparecido unas pintadas/grafitis con Carmena como Superman/woman
y como no íbamos a ser menos en Mordor-Iruña surgío Katakrakaren Armiarma
Gizona, al que encontramos demasiado habitualmente armando mucho ruido en la
cuenca de Pamplona.
Parece que un remedio casero
contra las arañas es la maceración de ajos en alcohol diluido al 50%, aunque lo
mejor es emplear el látigo de la indiferencia como kriptonita y buscar nuevos
iconos que reflejen y puedan representar mejor el carácter de nuestra urbe.
Como saben los aficionados a
los comics originalmente La Gata (Catwoman) aparece en la primavera de 1940
como rival de Batman, originalmente es un personaje con una dualidad entre
héroe o villano, ya que tenía su propio código moral que le prohíbe cometer
ciertos delitos (asesinatos) algo que no coincide con la mayoría de los
malvados de las historias de viñetas. Ese mismo otoño en El secreto de vida
de Catwoman se aclara su origen y define mejor su personaje.
Como no podía ser menos ha
dado la casualidad que en el invierno de 2017 en los arrabales de Pamplona
Mordor, en el actual término municipal de Barañain, antiguo concejo de la vieja
Iruñea ha nacido una heroína, pero ha pasado desapercibida para la mayoría de
los habitantes de la Cuenca, ocupados en las luchas idiomáticas de la
escolarización, perplejos ante la no subida inicial de las pensiones de
viudedad del Aldaketaren Laudito y preparados para el prioritario cambio de la
ley de símbolos que es la principal preocupación de los ciudadanos antes que
llegar a final de mes o saber si este año le llamaran para operarse. A pesar de
que Trump y especialmente los medios insisten en colárnoslo en esa lista de
prioridades vitales, mal que les pese a Barkos, Mendoza, Ollo, Solana, Laparra,
Domínguez, Elizalde, Beaumont, Ayerdi y
Aramburu. Una alineación que todos los navarros nos conocemos mejor que las de
Vasiljevic. Ya sé que me dejo a Herrera pero es la única que de momento no da
de que hablar lo cual es probablemente más que un logro, un demerito en su
expediente.
Y ahora sin ironías, ni
sarcasmos, hablando en serio. Siento no ser habitante de Barañain, tengo
envidia sana de su concejal Battitte Martiarena Valdés de
Baztarre, aunque electa por la coalición de IE-Equo. Una persona que entiende
que la política es para buscar el bien de los habitantes de su municipio y si
para ello debe estar de acuerdo con la oposición así lo hace. Y además tiene
las hechuras de explicar su posición sin pelos en la lengua. (http://www.diariodenavarra.es/participacion/cartasaldirector/contenidos/8ce19_con_intencion_clarificar_posicion_batzarre_1177_109.html). Ole sus …. A pesar de que en
la red han surgido respuestas airadas a su actuación que las mentes más
cerriles no entienden y persiguen.
Personas así son las que dignifican la profesión
política, son pocas pero deben merecer nuestro respeto y aplauso. ¿Cuantas veces
nos quejamos de que los políticos son meros bustos que asienten las directrices
del líder?, ¿cuantas veces pedimos que haya libertad de conciencia en las
votaciones?, y ahora que alguien lo hace y lo explica la lapidamos o ignoramos.
Lo repito, me gustaría vivir en Barañain, pero
cambiarme de municipio es antieconómico, también entiendo que por los mismos
motivos Battitte no quiera trasladarse. La solución podría pasar por solicitar
que Barañain vuelva a ser parte de Pamplona, así los votantes que no tenemos
vendas en los ojos podríamos votar por alguien que defiende a los vecinos
independientemente de con quien se tenga que aliar, aunque para algunos sean lo
más recalcitrante. Y es que siempre vemos la paja ajena y no la viga y las
orejeras que nos impiden la visión de los nuestros. Estamos demasiado despistados
por los titulares e ideologizados para detectar cuando aparece una nueva “superhéroe”
en nuestros extrarradios.
Nota: Publicado en Navarra información el 24-02-2017.