lunes, 20 de febrero de 2017

¿Por qué lo llaman congreso?



Los ciudadanos de a pie sabemos que normalmente los congresos de los partidos suelen tener dos caras la interna, entre bambalinas donde se corta el bacalao, y los militantes, bueno sus representantes debaten y discuten ideas y líneas de trabajo futuro, etc., y la pública, la del espectáculo, luces, flashes, fotografías, discursos para los telediarios y entrevistas para la prensa.

Últimamente está segunda parte primaba sobre la primera de manera que en algunos de estos congresos, se daba la paradoja que era y es más el congreso del aparato del partido que el de la militancia. De manera que las bambalinas se quedaban en quién y qué silla iba a ocupar y prácticamente todo estaba ya atado y bien atado y el pescado vendido en su totalidad, antes comenzar a entonar el “mis sardinitas que ricas son de Santurce las traigo yo”.

Este año los cuatro principales partidos nacionales tienen congreso, tres de ellos en febrero, pero me surge la pregunta ¿Por qué lo llaman congreso cuando quieren decir cuadillismo? 

Como diría un economista, el patio esta revuelto, la inflación de la personalidad se ha disparado en la cuesta de enero, y los mercados han respondido a ella. La volatilidad del valor se ha incrementado proporcionalmente frente a la incertidumbre en el sector progresista mientras que en los conservadores y liberales las apuestas cierran filas a caballo ganador. Las ideas, valor devaluado, esperan su momento a que alguien las rescate. Prima el objetivo electoral, el resto se evaporan.

Tanto en el PP, como en C´s estos congresos van a servir para alabar y lustrar al líder. La democracia interna en el caso del PP, ha sido acallada, o mejor dicho mercadeada. En el de C´s la falta de seguridad del voto telemático, así como la posible disponibilidad de las listas de militantes por parte del candidato oficial o del aparato y amparados en la confidencialidad para no dejárselas a los candidatos alternativos. Este hecho es algo demasiado habitual en las organizaciones (partidos, sindicatos, etc.) hace que la transparencia de los procesos y la igualdad de oportunidad de los candidatos queden en tela de juicio.

En Podemos estamos asistiendo al chantajismo enmascarado en si no me votáis a mí me voy o el más sutil si no salen mis propuestas no tiene sentido que yo lidere el proyecto del partido. El sempiterno conmigo o todos contra mí.

Y en el PSOE antes de iniciar formalmente el proceso de primarias, estamos asistiendo a postulaciones personales y pre o campañas en toda regla y mientras los barones echan balones fuera apelando a las ideas, para no comprometerse antes de tiempo. La realidad es otra bien distinta pues el debate es sobre personas.
En cualquiera de los casos el personalismo que se instauró en nuestra democracia tras la transición ha llegado a cotas tan altas que hemos sido incapaces de evitar caer en el caudillismo a pesar de haber sufrido una larga “cuarentena” o quizás por eso mismo. O puede que sea un lastre histórico que se inició con Viriato, continuó con El Cid, y renació con Cortés y Pizarro. Y en Navarra su primer caso documentado es Iñigo Arista.

Recomiendo la lectura del artículo “Los desafíos democráticos de los partidos” de Beatriz Becerra, eurodiputada (http://www.elespanol.com/edicion/20170109/184601539_12.html). Muy acertado el punto de la virtud cívica.

Pero mientras no cambien las tornas, y los partidos viejos y nuevos, sean más de lo mismo y no tengan intención de cambiar, muchos súbditos de este sistema preferimos, por el momento, participar y aportar de otra manera a la sociedad. Aunque siempre nos quedará la propuesta de un amigo mío ¿y si formamos el nuestro? Y le respondo para picarle: ¿qué un partido o un congreso de aclamación? Y él me sigue el juego: Las campas de Urdiain, buen sitio son.


Nota: Publicado en Navarra información el 20-02-2017.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario