domingo, 15 de marzo de 2015

El TBO de la realidad



Somos varias las generaciones de españoles que hemos crecido con los personajes del TBO y el gran Ibáñez, algunos incluso se iniciaron en la lectura con las viñetas de sus comics. Y esta semana pasada una vez más la cruda realidad supera la ficción más estrafalaria, brindándonos la oportunidad de reírnos un poco, en vez de llorar como Boabdil.

Empezamos con “Rompetechos (Vizcay) y el ventilador”. El caso Osasuna va a pasar de entuerto/sainete a tragedia griega, batiendo todos los record de temporadas de series míticas de la televisión mundial, y que ni el mismísimo Sófocles hubiera sido capaz de imaginar. Además de tener como personajes secundarios a  Pepe Gotera y Otilio (Peralta y demás implicados en los “supuestos” amaños) con sus chapuzas a domicilio. 

No solo parece que se compraban partidos, que encima no se ganaban, además se perdía el dinero por el camino e incluso hay indicios de fraude fiscal por pagas de primas en dinero negro a los propios jugadores de Osasuna. Como dice mi amiga Maite “para ir al baño y no echar ni gota, Jesús”.

Como si esto no fuera poco, en Madrid nos aparecen los hermanos Zipi y Zape* (los comisarios Villarejo y García Castaño) con sus grabaciones (se ve que esto es la última moda en las grandes ciudades de nuestro pequeño país, acuérdense de las del restaurante La Camarga de Barcelona) al defenestrado “procandidato” Ignacio González en el titulo de “Los gemelos y el misterio del ático”.

Luego nos aparece la penúltima tira de “Carpanta* y sus 40 primos” que no sólo tiraban de las tarjetas opacas, mal llamadas “black,” para sus pantagruélicas comidas sino que además financiaban sus “chiringuitos”. 

En días como estos da vergüenza ser afiliado de un sindicato de clase y especialmente de los comunicados que sus dirigentes realizan sobre ciertos temas: “UGT devolverá el dinero si Torres cometió alguna irregularidad en el uso de su tarjeta black”. Como si usar el dinero de los humildes ahorradores para papelería fuera algo de lo más normal. “Hay que predicar con el ejemplo”, como un trabajador dijo en la otoñal asamblea extraordinaria de UGT-VW.   
Para rematar la faena nos aparecen los agentes de la TIA que tras el “Caso Faisán” se cubren de gloria en el “Asunto Plazaola”. 

Empiezan a ser muy preocupantes las goteras de las tuberías del aparato del estado. Sus fugas superan a las pérdidas de la red de aguas que algunos estudios cifran en el 50%. En una España en donde la mayor parte de su territorio pertenece a la llamada seca. 

Para atajar este problema la única solución parece aplicar a rajatabla las leyes ya que la lucha antiterrorista se enmarca en una nueva modalidad de guerra, y es conocido que en las guerras se impone el código militar y pasar información al “enemigo” es delito de alta traición. 

Ya me veo a Mortadelo y Filemón huyendo a Katmandú o Sebastopol, quizás alguno de ellos con los libros de química debajo del brazo.

Como contraportada del nuevo y último número del comic nos queda la 13, Rue del Percebe, en el ático tenemos a “Los extraordinarios viajes de Gulliver”, perdón quise decir Zapatero, el expresidente que en su retiro dorado ha descubierto un poco tarde el gusto por ir al extranjero, cuando hace unos años padecía el síndrome del viajero y era sabido su pánico a volar o era agorafobia y salir de su despacho en la Moncloa, la verdad con tanta crisis y apretarme el cinturón no me acuerdo bien.

Y unos pisos más abajo la deplorable versión española de “La tenienteO'Neil (1997)” que aquí la titulamos “La comandante Zaida”, con una segunda parte, libre versión del “El ministro y yo (1975)” que nos hace llorar en vez de reir.

 

En los sótanos nos encontramos al gobierno en pleno con mono de currelas y preocupados en sustituir el término “imputado” por “encausado”. Todo un derroche del conocimiento del vocabulario de nuestro diccionario de la RAE. 

 

A veces me pregunto si en la nueva oficina del DNI no tendrán un registro, como el que poseen en el Arzobispado con los apóstatas, y así poder adjurar de mi nacionalidad para inmediatamente salir corriendo a la primera embajada que encuentre para solicitar asilo político y que espero que no sea la de Venezuela, ni la de Corea del Norte, ni la de Irán, ni la de…, me parece que a este paso me quedan pocas. Será mejor acudir a la primera iglesia y acogerme a sagrado, como en tiempos del Siglo de Oro.

 

Como decía al principio mejor reír, que llorar, y como decía el maestro que inventó el “salto de la rana” bastantes cornadas nos da la vida. Menos mal que pronto llega la primavera, con su inevitable cambio de hora, y la sangre altera. Que la disfruten.

 

 

 

* Zipi y Zape y Carpanta son personajes del humorista Escobar