Ya
sea por mi “deformación” académico-profesional, ya por mi afición al género
negro, ya saben novelas y cine de espías, policía y bajos fondos, o por mi
imperfecta fe (quiero querer creer) pienso que las cosas no pasan por
casualidad. Me refiero a que no es casual que justo cuando se inicia la campaña
de la renta, salen a la luz los papeles de Panamá, la operación Ave Fénix
(nuevo caso Mario Conde), a que el expresidente Aznar utilizó los mismos medios
o trucos que el señor Monedero para pagar menos a Hacienda. Parece que el único
ministerio que pese a estar en funciones trabaja al 120% es el “chupasangres”
de Hacienda.
Al
margen de la culpabilidad (que deberán demostrar las investigaciones policiales
y fiscales) o no de los implicados, y espero que en caso de ser culpables les
caiga todo el peso de la ley, hay varias ideas sobre las que quiero que
reflexionen.
La
primera es la de “difama que algo queda”. La lucha por las cuotas de venta y
audiencia de los medios nos sirven titulares sensacionales y sensacionalistas,
según la pluma o la voz del medio en cuestión, que algunas veces lo que hacen
es levantar calumnias manchando el nombre de las personas que aunque demuestren
su inocencia ya están marcadas para siempre. Les recomiendo sobre este tema de
las etiquetas puestas dos películas muy interesantes La duda de 2008 con Philip Seymour Hoffman y La caza de 2012 con Mads
Mikkelsen. La mayoría de las personas nos quedamos con el titular y no
profundizamos en el resto del texto o noticia o buscamos más información o
contrastamos otras fuentes. Con lo que el mal ya está hecho, aunque al tiempo
el difamado gane una, suculenta o no, indemnización en los tribunales.
La
segunda idea es la de que, como se dice ahora, no marida lo justo con lo legal.
Una cosa puede ser legal pero no justa, entendido como éticamente aprobable. Es
obvio que es legal tener una empresa en donde uno quiera, pero no es ético, o
no parece, inscribirla en un paraíso fiscal. Los ciudadanos de a pie a lo que
aspiramos es que nuestros legisladores hagan sus trabajo (eso cuando de una vez
se pongan de acuerdo en formar un gobierno estable a nivel nacional y a nivel
local demuestren saber estar, empezando por la presidente del Parlamento Foral,
que en vez de dar ejemplo nos ha regalado su enésima “cutrez”) de manera que
las leyes sean cada vez más justas. Pero ya el papa Francisco en el punto 211
de la Laudato Sí nos advierte que “la
existencia de leyes y normas no es suficiente a largo plazo para limitar los
malos comportamientos, aun cuando exista un control efectivo. Para que la norma
jurídica produzca efectos importantes y duraderos, es necesario que la mayor
parte de los miembros de la sociedad la haya aceptado a partir de motivaciones
adecuadas, y que reaccione desde una transformación personal”.
La
tercera idea viene de esa transformación personal, porque todos, o casi todos
utilizamos los mecanismos legales a nuestro alcance para pagar lo menos posible
a Hacienda. Está meridianamente claro que Ramón García parado, Cristina Gracia
enfermera contratada, Juan Otamendi profesor de secundaria o Josetxo Aramburu
trabajador de VW, lo tienen bastante complicado para disimular la mayoría de
sus ingresos pues vienen vía nómina controlada. Sólo les queda trampear con el
IVA, o alguna “chapuzilla” echa en negro. Pero hay otros que lo tienen más
fácil, cuando sus ingresos dependen de la facturación que ellos emiten.
Por
otro lado todos conocemos personas cercanas que usan la ley para desgravar lo
máximo posible y no nos parece delito que pongan a nombre de sus descendientes
o cónyuges ciertos bienes, que metan ciertos gastos personales en las cuentas
del negocio o en su contabilidad de autónomo, aconsejados por sus asesores
contables. Cada vez son los menos los que llevan su propia contabilidad. Si las
asesorías han triunfado ha sido por este “ahorro” que compensa la factura de
las mismas, además del tiempo y el hecho de tener que saber de todo. Punto este
que compromete la viabilidad de muchas pequeñas empresas unipersonales.
Pero
claro estas asesorías están aquí, no en Gibraltar, Bahamas, Liechtenstein. El
problema es que vivimos en mundo global para lo bueno y para lo malo. Y la
única forma de cambiarlo, y mejorarlo, es empezando por la transformación
personal.
Para
ello tenemos que empezar por hacer algo que se cultiva muy poco hoy en día y es
auto interpelarnos con sinceridad y en soledad, preguntándonos: ¿quién esté
libre de pecado?, que tiré la primera piedra.
Nota: Publicado en el Diario de Navarra el 18-04-2016.
Estimado Jesús,
Acabo de leer tu artículo en la web del DN. Claro, razonado, y al grano. ¡Gracias!
RE
Muy divertido el artículo de hoy...jjjj
JO
Ya lo he leido. A mi me gusta mucho como escribes.
MªEB