jueves, 31 de diciembre de 2020

Galdós, la oportunidad perdida

 

En estas fechas solemos hacer balance del año. A principios de 2020, antes del virus, hablaba con mi amigo JP de qué el año era bisiesto, año de Olimpiadas y Eurocopa y tradicionalmente año de males. No imaginábamos la que nos iba a caer en unas pocas semanas.

2020 pasará como el año del Virus, año maldito, año a olvidar. También porque Trump perdió su reelección, menos mal, algo bueno.

Entre las palabras para destacar el año estarán pandemia, coronavirus, Covid-19, vacuna. Y también normalización o blanqueamiento, según quien la diga, pero esto da para otro artículo. Pero desde luego el adjetivo es nuevo ”lo que sea” o No precediendo a un “termino festivo”.

Sin embargo, ha sido el año de la oportunidad perdida. 2020 fue el año del centenario del nacimiento de Delibes y también el del centenario del fallecimiento de ese otro gran novelista, Benito Pérez Galdós y que para muchos es el segundo gran escritor de nuestras letras tras Miguel de Cervantes.

Oportunidad para hablar de literatura de la buena y de fomentar la lectura, que tanta falta nos hace. Galdós es un gran desconocido, literariamente es comparable a Balzac, Dickens o Tolstoi, es un maestro de la descripción fisiognómica. Galdós, a pesar de ser canario para orgullo de las islas, es Madrid. La mayor parte de sus novelas transcurren en la villa y es su mejor cronista. Posee la habilidad de mezclar personajes históricos con ficticios, los cuales alcanzan la consistencia histórica de los reales.

Al margen de su talla literaria, Galdós es un patriota. Esta palabra desgraciadamente hoy en día está cargada de fanatismo, asociada a la exaltación y la autocracia, y al secuestro de banderas y escudos. También Galdós es hijo del liberalismo de 1812, ese liberalismo alejado de la resonancia económica actual, que adaptaba la realidad nacional el legado de la revolución francesa pero que se oponía al mismo tiempo a la invasión napoleónica y al absolutismo.

Cánovas Sánchez, su biógrafo, lo describe "En toda la obra de Galdós hay una búsqueda permanente de la identidad española. En sus primeras novelas expresó su fe en la capacidad reformista de las clases medias. Durante la Restauración advirtió con pesar que las clases medias se habían integrado en el sistema y habían claudicado ante los poderosos. A principios del siglo XX consideró que la verdadera patria estaba integrada por los trabajadores que luchaban para mejorar sus condiciones de vida y construir una sociedad más solidaria".

En Trafalgar, Episodios Nacionales, Galdós escribe: “Por primera vez percibí con completa claridad la idea de la patria, …Comprendí todo lo que aquella divina palabra significaba, …. Me representé a mi país como una inmensa tierra poblada de gentes, todos fraternalmente unidos; me representé la sociedad dividida en familias, en las cuales había,…., hijos que educar, hacienda que conservar, honra que defender.”

Y Federico García Lorca rememora su encuentro “...recuerdo con ternura a aquel hombre maravilloso, a aquel gran maestro del pueblo, don Benito Pérez Galdós, a quien yo vi de niño en los mítines sacar unas cuartillas y leerlas, teniendo como tenía la voz más verdadera y profunda de España".

En 1909, habiendo perdido la esperanza en la capacidad trasformadora de la clase media se opone a la aventura colonial en Marruecos, y que hoy en día todavía nos colea, con el Sáhara “Antes de intentar conquistas en suelo extraño habéis de conquistar el suelo propio para la cultura y el derecho, para la justicia y la libertad”.

El pensamiento de Galdós se vertebra en la democracia, la denuncia del clericalismo, la defensa de la república y un socialismo moderado orientado a establecer un poco de justicia social, condición necesaria para el progreso.

Galdós no es antirreligioso, entre sus personajes retrata a numerosos curas, unos codiciosos y fanáticos, otros bienintencionados y generosos. Los linchamientos populares le ofenden moral y políticamente. Es la persona más moderada y dialogante de la tierra, lo demuestra su amistad con Menéndez Pelayo o Pereda, escritores conservadores, y su larga, libre y abierta relación amorosa con la escritora Emilia Pardo Bazán, que había contribuido con el Carlismo.

Por todo esto, la figura de Galdós ha sido la gran oportunidad perdida y 2020 un año en blanco, para haber hablado, además de literatura, de la idea de patria, de dialogar y buscar acuerdos entre todos en educación, sanidad, política agraria, energética, uso del agua, inmigración, …,de lo que de verdad preocupa a todos los españoles, menos a nuestros políticos.

Nota: publicado el 31-12-2020 en navarrainformación.es y el 31/01/2021 en Diario de Navarra.

viernes, 18 de diciembre de 2020

Aportación al debate: ¿Dónde están los cristianos?

Bastantes personas, muchos creyentes, seguimos con gran interés y expectación la polémica que recientemente

se inició con el artículo de Diego S Garrocho preguntando ¿dónde estaban los cristianos? y ha continuado con distintos artículos.

En principio llama la atención que se pregunten por la presencia de los cristianos cuando desde diferentes ámbitos de la sociedad civil se quiere relegar a la dimensión espiritual de las personas a una faceta personal e intimista, alejada y excluida del ágora de la sociedad. De un lado, los sectores progresistas que quieren monopolizar y ser la voz de los desfavorecidos, de otro el conservadurismo que se siente interpelado por su hipócrita fariseísmo y por último una parte de la institución eclesial la cual debiera hacer autocrítica y repensar como usar los muchos medios de que dispone y los pocos frutos que consigue. Quizá en parte porque en ciertos estamentos eclesiales la dimensión social de la fe asusta e incluso disgusta.

Hemos de tener claro que el cristianismo no es una ideología. Ser cristiano consiste en el seguimiento de Jesús de Nazaret, siendo plenamente conscientes de las imperfecciones y defectos de cada uno. El ser cristiano es una vivencia de fe, un desarrollo de la dimensión espiritual de la persona, que además se apoya y ayuda en una comunidad.

Por ello el cristianismo es muy rico en su diversidad, hay cristianos católicos, protestantes (luteranos, anglicanos, evangelistas, calvinistas, etc.), ortodoxos (griegos, rusos y orientales) y coptos. Y dentro de todas estas variantes del cristianismo hay distintos enfoques de vivir la fe y ponerla en práctica. Yendo desde el ascetismo, pasando por la vida contemplativa y acabando en la compaginación de la reflexión con la acción. Además, esta acción se puede clasificar en asistencial o transformadora, la última además de lograr la conversión de las personas, también busca la renovación de las estructuras para que estas sean expresión de un mundo nuevo y más humano.

Coincido con José María Torralba en que hay que buscar el equilibrio entre el racionalismo (reducir la religión a un valor simbólico, perdiendo la dimensión trascendente y a una religión sin Dios) y el fideísmo (la incapacidad de dar razón de la fe, alcanzando una actitud reaccionaria ante la realidad). La falta de equilibrio provoca en ambos casos que la religión se reduzca a la moral.

Si bien es cierto que en los medios de comunicación y especialmente en las redes abundan los titulares fáciles, la falta de respeto, el exceso de tertulianos y que el debate serio y profundo con datos y argumentos ha sido suplantado por la polémica y un exceso de sentimiento, …la pregunta lanzada por Garrocho nos debe interpelar profundamente a los cristianos. Pero rotundamente no estoy de acuerdo, como algún participante ha sugerido en el debate, que el rito y el culto sea el campo de batalla a elegir, pienso que la exhibición de la religiosidad no es la manera de participar en la sociedad.

Considero que los cristianos además de dar razón de la realidad (testimonio) desde su fe con alegría y amor a la libertad, aportan su papel distintivo y que es el fomento de espacios de encuentro, en donde todos sumen y se puede construir un “nosotros” común y plural, en donde nadie sea más, pero tampoco menos que el otro. Lo que ahora se llama cultura del encuentro.

Hay iniciativas interesantes pero muchas veces no tienen todo el eco que debieran como la de AC que en 2008 reunió a políticos de distinto signo, del arco del Parlamento Foral de aquel entonces, para dialogar sobre el compromiso político de los cristianos, y cuya buena acogida por parte de los políticos fue inversamente proporcional a la de una parte de la jerarquía eclesial diocesana.

O la presencia, aunque minoritaria, en España de Pax Romana (Movimiento de Intelectuales Cristianos), cuyo grupo navarro Solasbide, desde hace seis años, anualmente organiza un encuentro abierto de dialogo con personas de la sociedad navarra tratando diversos temas como la dimensión pública de la religión, la convivencia religiosa y democrática, el dialogo por la paz, la Europa social y los jóvenes, el trabajo digno y decente, el cuidado de la casa común.

Quiero creer que el Espíritu Santo alimenta con su soplo este debate para ayudar a que poco a poco los cristianos seamos más visibles en la sociedad y nos animemos a participar sin miedo y ésta sea más permeable a nuestra presencia y abierta a escucharnos.

Nota: publicado el 20-12-2020 en Diario de Navarra y el 21-12-2020 en navarrainformacion.es


sábado, 12 de diciembre de 2020

Tropezando en el mismo gen

Replicación de la figura del válido y resurgimiento del cortesanismo versión neoprogre

En biología la teoría Dawkins del gen egoísta redefinió la teoría de la evolución de Darwin, a su vez en Sociobiología Wilson afirma que los mismos instintos que guiaban la conducta animal también subyacían en nuestros comportamientos y cultura, surge el concepto de “meme”[1] o “gen social”.

En sendas conversaciones con dos conocidos surge la misma idea ciudadanos versus cortesanos y como la historia ha moldeado a ingleses, franceses y españoles. De forma que los dos primeros se convirtieron en ciudadanos mientras que nosotros nos anclamos en cortesanos.

Carlos I criado en Flandes y que desconoce las costumbres y el idioma al llegar a España se rodea de una corte de colaboradores de confianza, que le aconsejan. Felipe II hereda un imperio y consolida el primer reino moderno creando una administración desconocida hasta entonces. Gran parte de los administrativos de la burocracia son universitarios de Alcalá y Salamanca y en menor cantidad de la nobleza. Los llamados Austrias menores y su desapego por la gestión delegan el gobierno en los válidos (Duque de Lerma con Felipe III y Conde Duque de Olivares con Felipe IV) y con ellos la “burrocratización” y el cortesanismo alcanzan su esplendor. Con el cambio de dinastía parece que España iba a entrar en la Ilustración, pero Carlos IV declina el gobierno en su favorito Godoy ante las camarillas y disputas cortesanas del conde Floridablanca y el de Aranda. Con la llegada de Fernando VII retrocedimos medio siglo y caímos en el absolutismo a partir de ahí la historia se nos puso cuesta arriba unas veces por nuestra falta de visión unida a la ignorancia y otras por circunstancias truculentas, asesinato de Prim, incomprensión con Amadeo I, restauración y muerte prematura de Alfonso XII que nos abocan a un sistema ficticio de bipartidismo que nos lleva a la corrupción fundamentada en el caciquismo y en el clientelismo político. La II Republica lejos de ser la solución se convierte en un guirigay en donde no se llegan a acuerdos y prima la revolución frente a las reformas necesarias. Tras el desierto, de cuarenta años de la dictadura de un oportunista, en donde el enchufismo fue la norma, cogemos el último vagón del tren de la historia. Los gobiernos democráticos de Suarez, González y Aznar con sus luces y sombras nos meten en Europa y convergemos en el euro.

Sin embargo, una vez más nuestro gen social se expresa unido a la curva del recorrido histórico mundial, el yihadismo nos golpea y Zapatero, otro personaje con flor, nos retorna ochenta años atrás, a la casilla inicial en esta partida de la Oca. Posteriormente, el estafermo Rajoy, registrador, espera y deja hacer, corriendo el turno.

Y aquí estamos con Sánchez, con dos elecciones en el macuto y más de 900 días de lo que llaman gobernanza y todavía sin presupuestos.

Como Sísifo, los españoles en una vuelta de tuerca repetimos la historia, las nuevas generaciones de españolitos quieren ser youtubers e influencers, o como mínimo funcionarios. Los talludicos, que son afortunados por tener un puesto de trabajo, sueñan con la ansiada jubilación que cada vez se aleja más; y los desafortunados esperan la nueva sopa boba de los subsidios y hacen colas virtuales en las oficinas del SEPE. En donde “el vuelva usted mañana” de Mariano José de Larra es el eslogan que torna a estar de moda.

En la villa y corte triunfa el “neovalido”, Iván Redondo, hombre a la sombra de Sánchez que hace y deshace a su antojo. Y que va camino de ser el nuevo gran inquisidor tras el mostrador del ministerio 24 de este gobierno, el Ministerio de la Verdad.

Los nuevos cortesanos ahora ya no se reúnen en La Granja ni en los Jardines del Moro, debajo del Palacio Real, tampoco van al Monte del Pardo, ni siquiera a la Zarzuela. Ahora la corte es monclovita, la cifra de asesores ha pasado de los 128 de Rajoy, a los 777 de Pedro y Pablo, a los que hay que sumar los inexistentes de Sanidad, y que a cuenta de los nuevos y esperados presupuestos se van a repartir un montante de 44 millones. Además, la ley deja un resquicio en la norma de nombramientos de Director General, que deben ser funcionario, pero permite la excepción si no hay nadie apto para el puesto. Con el gobierno progresista las excepciones, de momento, llegan a 26. Algunos sí que progresan. Haciendo cierto el viejo dicho castellano con recomendación hasta en el infierno.

Ayuso en Madrid tiene, por valido, a MAR, Miguel Ángel Rodríguez, quien fue ministro portavoz con Aznar. Con el estado de las autonosuyas, los validos y cortesanos se pueden multiplicar por 17, suma y sigue.

Ansío que cuanto antes se produzca una mutación en nuestro gen social o que por favor nos apliquen un CRISPR que nos cure de esta enfermedad congénita del valido y del cortesanismo versión neoprogre, y nos recupere en ciudadanos maduros de un estado del siglo XXI.


Nota: Publicado en navarrainformacion.es el 12-21-2020.


[1] Unidad teórica de información cultural transmisible de un individuo a otro, o de una mente a otra, o de una generación a la siguiente.