En
estas fechas solemos hacer balance del año. A principios de 2020, antes del
virus, hablaba con mi amigo JP de qué el año era bisiesto, año de Olimpiadas y
Eurocopa y tradicionalmente año de males. No imaginábamos la que nos iba a caer
en unas pocas semanas.
2020
pasará como el año del Virus, año maldito, año a olvidar. También porque Trump
perdió su reelección, menos mal, algo bueno.
Entre
las palabras para destacar el año estarán pandemia, coronavirus, Covid-19,
vacuna. Y también normalización o blanqueamiento, según quien la diga, pero
esto da para otro artículo. Pero desde luego el adjetivo es nuevo ”lo que sea”
o No precediendo a un “termino festivo”.
Sin
embargo, ha sido el año de la oportunidad perdida. 2020 fue el año del
centenario del nacimiento de Delibes y también el del centenario del
fallecimiento de ese otro gran novelista, Benito Pérez Galdós y que para muchos
es el segundo gran escritor de nuestras letras tras Miguel de Cervantes.
Oportunidad
para hablar de literatura de la buena y de fomentar la lectura, que tanta falta
nos hace. Galdós es un gran desconocido, literariamente es comparable a Balzac,
Dickens o Tolstoi, es un maestro de la descripción fisiognómica. Galdós, a
pesar de ser canario para orgullo de las islas, es Madrid. La mayor parte de
sus novelas transcurren en la villa y es su mejor cronista. Posee la habilidad
de mezclar personajes históricos con ficticios, los cuales alcanzan la
consistencia histórica de los reales.
Al
margen de su talla literaria, Galdós es un patriota. Esta palabra
desgraciadamente hoy en día está cargada de fanatismo, asociada a la exaltación
y la autocracia, y al secuestro de banderas y escudos. También Galdós es hijo
del liberalismo de 1812, ese liberalismo alejado de la resonancia económica
actual, que adaptaba la realidad nacional el legado de la revolución francesa
pero que se oponía al mismo tiempo a la invasión napoleónica y al absolutismo.
Cánovas
Sánchez, su biógrafo, lo describe "En
toda la obra de Galdós hay una búsqueda permanente de la identidad española. En
sus primeras novelas expresó su fe en la capacidad reformista de las clases
medias. Durante la Restauración advirtió con pesar que las clases medias se
habían integrado en el sistema y habían claudicado ante los poderosos. A
principios del siglo XX consideró que la verdadera patria estaba integrada por
los trabajadores que luchaban para mejorar sus condiciones de vida y construir
una sociedad más solidaria".
En Trafalgar, Episodios
Nacionales, Galdós escribe: “Por primera vez percibí con completa claridad
la idea de la patria, …Comprendí todo lo que aquella divina palabra
significaba, …. Me representé a mi país como una inmensa tierra poblada de
gentes, todos fraternalmente unidos; me representé la sociedad dividida en
familias, en las cuales había,…., hijos que educar, hacienda que conservar,
honra que defender.”
Y Federico
García Lorca rememora su encuentro “...recuerdo con ternura a aquel hombre
maravilloso, a aquel gran maestro del pueblo, don Benito Pérez Galdós, a quien
yo vi de niño en los mítines sacar unas cuartillas y leerlas, teniendo como
tenía la voz más verdadera y profunda de España".
En
1909, habiendo perdido la esperanza en la capacidad trasformadora de la clase
media se opone a la aventura colonial en Marruecos, y que hoy en día todavía
nos colea, con el Sáhara “Antes de intentar conquistas en suelo extraño
habéis de conquistar el suelo propio para la cultura y el derecho, para la
justicia y la libertad”.
El
pensamiento de Galdós se vertebra en la democracia, la denuncia del clericalismo, la
defensa de la república y un socialismo moderado orientado a establecer un poco
de justicia social, condición necesaria para el progreso.
Galdós
no es antirreligioso, entre sus personajes retrata a numerosos curas, unos
codiciosos y fanáticos, otros bienintencionados y generosos. Los linchamientos populares
le ofenden moral y políticamente. Es la persona más moderada y dialogante de la tierra, lo
demuestra su amistad con Menéndez Pelayo o Pereda, escritores conservadores, y
su larga, libre y abierta relación amorosa con la escritora Emilia Pardo Bazán,
que había contribuido con el Carlismo.
Por todo esto, la figura
de Galdós ha sido la gran oportunidad perdida y 2020 un año en blanco, para
haber hablado, además de literatura, de la idea de patria, de dialogar y buscar
acuerdos entre todos en educación, sanidad, política agraria, energética, uso
del agua, inmigración, …,de lo que de verdad preocupa a todos los españoles,
menos a nuestros políticos.
Nota: publicado el 31-12-2020 en navarrainformación.es y el 31/01/2021 en Diario de Navarra.