La
semana pasada algunos medios de comunicación se hicieron eco de la
noticia de la carta abierta por la Ciencia en España
(http://www.investigaciondigna.es/wordpress/firma). En el momento de
escribir esta carta al director 24.557 personas se habían adherido a la
misma.
Personalmente
también la he firmado, aunque sólo sea por apoyar al colectivo en el
que me inicie profesionalmente, posteriormente y viendo el percal y la
situación de la investigación hace 20 años, decidí como se dice ahora,
reinventarme. Aunque por deformación profesional (biólogo) prefiero la
expresión de adaptarme, o mejor, sobrevivir, esta última más de
actualidad. Aunque siempre he estado en los distintos puestos de trabajo
y empresas relacionado con la sopa de letras de I+D+i, hasta la actual
crisis, en donde la supervivencia me ha llevado a reciclarme en el
sector del metal y contento.
Por
lo que se ve y por desgracia, la situación de la ciencia y la
investigación no ha cambiado mucho. Sigue el infructuoso debate entre la
ciencia básica y aplicada, el cual ya había zanjado Louis Pasteur en
siglo XIX con la frase “Las ciencias aplicadas no existen, sólo las
aplicaciones de la ciencia.” Y por ende la dicotomía universidad-empresa
cada una en su circulo vicioso.
Por
otro lado últimamente viene imponiéndose la idea economicista de que la
investigación tiene que dar frutos inmediatos. De manera que si una
investigación no es rentable en un corto plazo esta se debe abandonar.
Vamos que la ciencia es como la bolsa que al final del día se recogen
los beneficios. Y sino a otra inversión. Nos olvidamos así de los
esfuerzos de muchos investigadores que incluso llegaron a invertir sus
vidas hasta lograr que los datos no dejaran lugar a las dudas.
Por
último esto se agrava, aquí en España, en donde las transferencias a
las autonomías han dado lugar a 17 planes estratégicos casi clónicos,
Moderna o como se quieran llamar. Generando así un centro de
investigaciones médicas en cada autonomía (CIMA en Navarra, CIBIR en La
Rioja, Centro de Estudios Médicos en Valencia,…), lo mismo para las
energías renovables, los circuitos de velocidad y su relación con la
industria del motor, los centros de investigación de alimentos,
etcétera. En definitiva misma dinámica que la de aeropuertos,
universidades y facultades en todas las ciudades importantes de cada
autonomía.
Y
claro cuando llega el fin de mes, año o ejercicio y el presupuesto ha
sido vilipendiado sin cabeza, sin unificar criterios generales y sin
aunar sinergias, y por el contrario multiplicando gastos; aparece la
cruda realidad de que el dinero no llega y hay que cerrar y despedir.
Aprovechando
la coyuntura actual es momento de definir y consensuar, de una vez por
todas y para todos, la política de investigación, sus directrices
generales y planes de actuación y seguimiento, así como carreras
profesionales y puestos estables para los investigadores y ayudantes.
Que no pase como a los de mi generación, que el doctorado en el mejor de
los casos les ha valido para asegurar plaza en las oposiciones de
educación o para tener que comprar un cuadro menos en la decoración del
hogar y/o ser un operario de cadena supercualificado e infrautilizado.
Ex-becario del plan de Formación de Personal Investigador 1989-1991
Nota: Publicada por Diario de Navarra como Carta de los Lectores el 20-03-2012
Ya te seguimos y leemos
L y CB