“Money,
Money es lo que hace girar al mundo” cantaba Liza Minnely en Cabaret
(1972), en el musical había otra canción que se titula El mañana me pertenece (Tomorrow Belongs to Me), y
ambas las ha entonado con entusiasmo nuestro presidente al regresar de la
“cumbre del reparto”, tras 90 duras horas de negociaciones.
En el
“sorteo del Euromillón”, que es como debiéramos llamar al fondo de
recuperación, a España nos han tocado 140.000
millones para los próximos seis años, de los que 72.700 millones se darán en
ayudas directas.
De
lo que se habla menos es de la letra pequeña, el plan entrará a funcionar bien
entrado 2021 (el 70 % del dinero se
comprometerá entre 2021-22 y el 30 % restante a finales de 2023), para ello es necesario que la Eurocámara de su
visto bueno tras presentar los planes de reformas e inversiones a la
Comisión Europea, que evaluará si cumplen sus recomendaciones económicas
anuales. Además de ser aprobados por mayoría cualificada en el Consejo (al
menos quince Estados miembros que representen el 65 % de toda la población de
la UE). Sin olvidarnos del “freno de emergencia”, si uno o varios países
consideran que hay incumplimientos, podrán elevar el asunto a una cumbre de
líderes comunitarios, con lo que la aprobación del pago se paralizará hasta que
aborden la cuestión.
Y queda el asunto de cómo
se devolverá la deuda, se
crearán nuevas fuentes de ingresos propios para el presupuesto europeo,
empezando por la introducción en 2021 de un gravamen sobre el plástico no
reciclado que deberán pagar los Estados, en definitiva, los contribuyentes.
También en 2021 la Comisión propondrá una tasa digital y un sistema de ajuste
de carbono en frontera, con la intención de igualar el precio de importaciones
desde países con estándares medioambientales más laxos al de la producción
europea, aplicable en 2023.
Tras todo
esto, reflexiono sobre la manía que tenemos de los opuestos, durante este proceso
se ha hablado de frugales y tacaños frente a manirrotos y pedigüeños. Entre los
países llamados tacaños nos encontramos los que siempre hemos puesto como
ejemplo de socialdemocracia a seguir y de estado del bienestar. Y de tacaños,
¡nada!, son los que más ayudas sociales reparten. En algunos de ellos sus
líderes no tienen escoltas, ni coches oficiales, van a trabajar en bicicleta, y
además en sus ejecutivos sólo tienen 12 ministerios.
No será que
el problema en España lo tenemos con los dirigentes de los partidos que se
autodefinen como socialdemócratas y progresistas y que cuando llegan al poder parece
no saben administrar y gestionar lo que hay, predicar con el ejemplo y reducir
gastos innecesarios.
Otro
interrogante surge cuando se refieren al nuevo Plan Marshall, conviene recordar
que dicho plan hizo posible el llamado “milagro alemán”. Pero en este fenómeno
no podemos olvidar que además del dinero americano, el orgullo herido de los
alemanes, y la mano de obra de españoles (Vente a Alemania, Pepe-1971),
portugueses, griegos y turcos, lo esencial fue que hubo una planificación y una
apuesta por el sector industrial como modelo productivo.
En
definitiva, es el viejo dilema de dar un pez o una caña. La acción asistencial
versus la acción transformadora. Si bien es cierto que en la realidad se
necesitan ambas, pero aquí somos más dados a lo primero (el pez asistencial) y
menos a la segundo (la caña trasformadora). Tras la crisis económica parece no
aprendimos mucho, y salvo unas pocas iniciativas seguimos anclados al modelo
productivo del ladrillo y la hostelería vinculada al turismo.
Y además
nos dejamos meter goles con la mano, todavía está sin secar la firma del
acuerdo entre Marruecos y Reino Unido que prolonga el pacto que el “hermano”
magrebí mantenía con Gran Bretaña dentro de la Unión Europea de manera que los
británicos se cuelan en nuestro vecino del sur acaparando sectores: energías
renovables, industria, explotación de gas y petróleo, servicios, finanzas,
fosfatos, incluso educación y formación profesional.
En cuanto
al dinero que vamos a recibir no debemos olvidar que una parte ya está
comprometida, aquí varios ejemplos:
En ERTE
hasta septiembre tenemos un agujero de 44.000 millones.
Las
ayudas extra a los autónomos y la extensión de los ERTE van a costar 4.200
millones más de lo previsto, datos de la AIReF (Aurotidad Independiente de
Responsabilidad Fiscal), y empieza a ser costumbre que dicho organismo saque
tarjeta a los planes del gobierno. Ya aviso que la caída de la economía
española sería del 12.4%.
La
atención a los funcionarios en la sanidad pública, es decir la desaparición de
Muface (Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado), Mugeju
(Mutualidad General Judicial) e Isfas (Instituto Social de las Fuerzas Armadas)
y que el Sistema Nacional de Salud los asuma cuesta 760 millones extra. Pero
esto da para otro artículo.
Y la esperadísima
financiación autonómica en octubre.
Pero
disfrutemos que tenemos “money, money” y la vida es un cabaret.
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