domingo, 5 de noviembre de 2017

Sobre el absentismo laboral

En esta época los consejos de dirección en las empresas elaboran los presupuestos del próximo año, definen objetivos y reajustan sus planes estratégicos a tres, cinco o diez años, si es que los tienen.

Si se ha seguido la prensa, y leído más allá del “procéss”, son varias las noticias que han puesto el foco en el aumento de las bajas laborales, y algunos han querido ver en esto un relajo de los trabajadores provocado por la mejora económica y la supuesta salida de la crisis. Digo bien supuesta pues la semana pasada se publicaba que los afectados por un ERE aún superan el nivel precrisis, por no comentar los niveles salariales.

El absentismo no es un problema únicamente del trabajador por cuenta ajena, tampoco de las empresas es además un problema de la sociedad en general.

Reconocidas empresas han subcontratado estudios a consultorías, seguro que nada baratos, para reducir el problema. Como está de moda en estos informes han realizado estudios comparativos, benchmarking que dicen los entendidos, bien con las empresa del sector e incluso cuando se trata de grupos empresariales entre los diferentes centros. Uno de mis profesores de estadística nos recomendaba no compara peras con manzanas, el tiempo me ha llevado a no comparar tampoco “reinetas” con “golden”, pues unas van mejor para repostería y las otras para la mesa, aunque sobre gustos ya se sabe. Si he llegado a esta conclusión es por pura experiencia, hace unos años padecí una de las primeras deslocalizaciones de una reconocida multinacional, que fue motivo de estudio en las escuelas de negocio, pero un dato que nunca se publicó fue que los rendimientos de uso efectivo de las máquinas de la planta cerrada eran entre un 10 y un 15 % mejores que los de las otras del grupo, pese a su eficiencia en el uso de los medios disponibles, las productividades no eran equiparables la mejor máquina de los agraciados con el desmantelamiento había sido retirada de las otras por obsoleta. Por ello es muy peligroso establecer comparaciones incluso entre centros de una misma empresa cuando no se corrigen ciertas desviaciones inherentes a cada uno.
 
En el caso del absentismo hay que tener muy en cuenta el grado de robotización y digitalización de los procesos, si son eminentemente manuales es muy importante el factor el ritmo de trabajo, pirámide de edad y edad media de la plantilla. Los métodos de control de tiempo se suelen ejecutar en condiciones óptimas y olvidan la fatiga acumulada y la diferente capacidad de recuperación entre operarios de 20 años o de 60. En aras de la competitividad y de su hija putativa la productividad los procesos se han ajustado y eliminado los tiempos de recuperación, y lo que se pretende ganar por un lado se pierde por otro; además los estudios de la cadena de valor han derivado en la subcontratación de tareas “inútiles” incluso con ETT´s y ahora para personas que necesitan una recuperación, una incorporación gradual o que padecen dolencias musculo esqueléticas determinadas y temporales no hay puestos de trabajo que les permitan estar en activo. Por supuesto nada de esto aparece en estos estudios, lo que provocarán el fracaso parcial o total de sus planes de mejorar los índices de absentismo por adoptar medidas poco eficaces, algunas más encaminadas a dar un lustre de cara al escaparate de la responsabilidad “social” corporativa o aún peor para conseguir una buena imagen pública de cara a futuras y próximas negociaciones de convenio.

Ahora con tanta facilidad en el manejo y análisis de grandes datos uno echa en falta que no se hagan estudios por puestos de trabajo concretos, edad de los operarios, características físicas personales que obliguen a posturas inadecuadas, etc., por no añadir la problemática psicosocial de algunos trabajos o entornos de trabajo que se suele obviar pues nadie le quiere poner el cascabel al gato.

Las empresas harían bien en revisar sus protocolos, conozco el caso de un trabajador que no le tocaba hacerse el reconocimiento laboral y tuvo que pedir varios permisos para salir y hacérselo por su cuenta.

También añadir que los trabajadores no somos todos modélicos, en esa amplia banda de grises en las que nos movemos hay un porcentaje de bajas, algunos para su desgracia tienen un motivo psicosomático específico, pero otros, casualmente y la mayoría de las veces, los mismos, habitualmente llegan tarde, fallan algún día al mes, en las mismas fechas del año, etc.

Si se pretende mejorar los índices de absentismo y elaborar un buen plan hay que profundizar y mucho en la idiosincrasia de la empresa; además convendría darle una vuelta al actual sistema de mutuas, pues ya se sabe que quien paga manda. Bastantes veces, demasiadas, se producen situaciones de conflicto de intereses entre empresa, mutua, trabajador y seguridad social. En donde el peor parado es el eslabón más débil, el trabajador, con el añadido de la incomprensión, la pérdida de tiempo y un coste económico que al final lo asume la sociedad y acaba estigmatizando al lesionado.

Gráficos a partir de datos del informe de ANFAC

Nota: Publicado en Navarra Información el 05-11-2017
Y en Diario de Noticias el 22-11-2017

 

Muy buen artículo
MG

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