En
esta época los consejos de dirección en las empresas elaboran los presupuestos
del próximo año, definen objetivos y reajustan sus planes estratégicos a tres,
cinco o diez años, si es que los tienen.
Si
se ha seguido la prensa, y leído más allá del “procéss”, son varias las
noticias que han puesto el foco en el aumento de las bajas laborales, y algunos
han querido ver en esto un relajo de los trabajadores provocado por la mejora
económica y la supuesta salida de la crisis. Digo bien supuesta pues la semana
pasada se publicaba que los afectados por un ERE aún superan el nivel
precrisis, por no comentar los niveles salariales.
El
absentismo no es un problema únicamente del trabajador por cuenta ajena,
tampoco de las empresas es además un problema de la sociedad en general.

En
el caso del absentismo hay que tener muy en cuenta el grado de robotización y
digitalización de los procesos, si son eminentemente manuales es muy importante
el factor el ritmo de trabajo, pirámide de edad y edad media de la plantilla. Los
métodos de control de tiempo se suelen ejecutar en condiciones óptimas y olvidan
la fatiga acumulada y la diferente capacidad de recuperación entre operarios de
20 años o de 60. En aras de la competitividad y de su hija putativa la
productividad los procesos se han ajustado y eliminado los tiempos de
recuperación, y lo que se pretende ganar por un lado se pierde por otro; además
los estudios de la cadena de valor han derivado en la subcontratación de tareas
“inútiles” incluso con ETT´s y ahora para personas que necesitan una
recuperación, una incorporación gradual o que padecen dolencias musculo esqueléticas
determinadas y temporales no hay puestos de trabajo que les permitan estar en
activo. Por supuesto nada de esto aparece en estos estudios, lo que provocarán
el fracaso parcial o total de sus planes de mejorar los índices de absentismo
por adoptar medidas poco eficaces, algunas más encaminadas a dar un lustre de
cara al escaparate de la responsabilidad “social” corporativa o aún peor para
conseguir una buena imagen pública de cara a futuras y próximas negociaciones
de convenio.
Ahora
con tanta facilidad en el manejo y análisis de grandes datos uno echa en falta
que no se hagan estudios por puestos de trabajo concretos, edad de los
operarios, características físicas personales que obliguen a posturas
inadecuadas, etc., por no añadir la problemática psicosocial de algunos
trabajos o entornos de trabajo que se suele obviar pues nadie le quiere poner el
cascabel al gato.
Las
empresas harían bien en revisar sus protocolos, conozco el caso de un
trabajador que no le tocaba hacerse el reconocimiento laboral y tuvo que pedir varios
permisos para salir y hacérselo por su cuenta.
También
añadir que los trabajadores no somos todos modélicos, en esa amplia banda de
grises en las que nos movemos hay un porcentaje de bajas, algunos para su
desgracia tienen un motivo psicosomático específico, pero otros, casualmente y
la mayoría de las veces, los mismos, habitualmente llegan tarde, fallan algún
día al mes, en las mismas fechas del año, etc.
Si
se pretende mejorar los índices de absentismo y elaborar un buen plan hay que
profundizar y mucho en la idiosincrasia de la empresa; además convendría darle
una vuelta al actual sistema de mutuas, pues ya se sabe que quien paga manda. Bastantes
veces, demasiadas, se producen situaciones de conflicto de intereses entre
empresa, mutua, trabajador y seguridad social. En donde el peor parado es el
eslabón más débil, el trabajador, con el añadido de la incomprensión, la pérdida
de tiempo y un coste económico que al final lo asume la sociedad y acaba estigmatizando
al lesionado.
Gráficos a partir de datos del informe de ANFAC
Muy buen artículo
MG
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