Va por ustedes es un homenaje a todas estas personas,
la mayoría anónimos que, en esta crisis del Coronavirus, están dándolo
todo (sanitarios, fuerzas de seguridad, bomberos, agricultores y ganaderos,
industria alimentaria, farmacéutica, transportista, personal de limpieza, etc..)
pero muy especialmente a los que desparecen de nuestras vidas, y nos dejan por
esta moderna peste, máscara de ese jinete del apocalipsis llamado Muerte que
los lleva a jugar la última y amañada partida.
En esta guerra incruenta dentro de nuestras numerosas
bajas quienes merecen una mención de honor son ellos, nuestros mayores
(abuelos, padres y madres). Son conocidos por la generación silenciosa pero ahora
que les ponemos letras, ellos son los miembros de las generaciones R, S y T; R
de resistencia, S de supervivencia y T de transición.
Son unas generaciones que, en este país, les toco
nacer en el peor momento de su historia, la incivil guerra y sus consecuencias.
La guerra les robo la alegría y les secuestro la inocencia de su infancia. En
su adolescencia tuvieron que soportar hambre y penurias, en su juventud
sacrificios, algunos más que otros porque sin comerlo ni beberlo fueron
estigmatizados por las decisiones de sus antecesores y se les marcó o señaló
con la p de perdedores. La gran mayoría, igual daba vencedores como perdedores,
emigraron, de sus pueblos a las ciudades en busca de un futuro que no la había
o estaba vetado para ellos en sus pueblos. Muchos emigraron en busca de esas
oportunidades que no encontraban en la autarquía de nuestro país, otros porque
no estaban cómodos con los tiempos que se vivían. Forjaron el milagro alemán,
con Vente para Alemania, Pepe (1971) y fueron las Españolas en Paris (1971).
Se pluriemplearon o metieron horas hasta la extenuación (La gran familia-1962)
para sacar, sacarnos, a sus familias adelante, inculcándonos respeto, espíritu
de superación y ganas de trabajar, se convirtieron en Los nuevos españoles
(1974). Algo que parece que nosotros no estamos sabiendo hacer con nuestras
progenies. Durante la transición nos dieron una lección de llegar a acuerdos, consenso
lo llamaron, cediendo por un bien común superior construir un nuevo país en democracia.
Algo que algunos de sus hijos y nietos, se han olvidado y en vez de ser
ecuánimes, han optado por reverdecer el frentismo y con memoria selectiva
presumen de algunos de sus antepasados represaliados y se olvidan de sus otros antepasados
que fueron activos represores, o estraperlistas y chaqueteros, que lograron que
ellos ahora puedan estar en el candelero.
Llego el ansiado cambio y con él, la reconversión
industrial, que algunos les dio un zarpazo, y fue preludio de nuevos horizontes
de futuro donde la economía iba a centrar todo
Llegada su ansiada jubilación, no tuvieron tampoco
respiro, y disfrutaron poco de ella. Los tiempos habían cambiado, y tuvieron
que ayudar en la “conciliación familiar”, se convirtieron en canguros de sus
nietos y algunos hasta en padres y madres suplentes. Cuando no ha acoger la
vuelta al hogar familiar de sus hijos e hijas separados, divorciados o
maltratados. Pero esto no quedo ahí, vino otra nueva crisis, la financiera-económica
y tuvieron que compartir su pensión y otra vez también su casa con sus
descendientes en paro, desahuciados, o con grandes apuros para llegar a fin de
mes.
Ahora que tras duros años parece que se veía la
luz al final del túnel, ellos ya achacosos que iban a poder ver como sus nietos
estudiaban y empezaban a pelear en un mundo que tanto ha cambiado, presumiendo
de sus logros y preocupándose, como no y una vez más, por sus desengaños, les
golpea una nueva crisis.
Una plaga, pandemia, provocada por una
microscópica partícula que se ceba con ellos, agravado por la falta de
previsión, las improvisadas reacciones en cadena y un exceso de ignorante y
presuntuoso optimismo inicial de que no nos iba tocar, los confina en sus casas
en arresto domiciliario, sin poder salir ni ver a sus seres queridos. Y lo peor
si enferman los internan en fríos hospitales aislados para no contagiar al
resto, sin una mano familiar que los acompañe en esos momentos que tristemente
puede que sean los últimos. Además, las noticias del colapso de las UCI´s y su
disponibilidad para ellos son dramáticas. Y a los supervivientes nos invade la
angustia y congoja de no haber podido estar con ellos y lo que es más duro no despedirles
como se merecen porque hemos de estar confinados para evitar contagiar a los
que siguen vivos.
Nunca podremos agradecer los esfuerzos que estas
generaciones han hecho por todos y el cruel e inhumano final que el destino y nuestras
torpes actuaciones les han deparado.
Por todo esto va por ustedes, se lo debemos.
Nota: Publicado en Navarra Información el 04-04-2020, en El Español el 21-04-2020 y en Diario de Navarra el 08-06-2020.
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