lunes, 19 de enero de 2015

La cuesta de enero y electoral



Pasado el “atracón navideño” volvemos a la rutina cotidiana o a la cotidianidad rutinaria. Nos encontramos en la vorágine de las rebajas, la vuelta al futbol todos los días de la semana, la cuesta de enero y así como en otoño nos alarmamos con el ébola a las puertas ahora en invierno nos sobrecogemos al escuchar a la niña de Poltergeist decir: “Ya están aquiiií“, y no por los efectos paranormales sino por los “yihadistas” en su versión retornados, lobos solitarios y células pseudo-organizadas. Son interesantes las conclusiones de “Les croisades vues par les Arabes”, 1983 de Amin Maalouf (Príncipe de Asturias de las Letras en 2010) que explican porque el mundo musulmán pese haber ganado las Cruzadas perdió la dinámica histórica “El pueblo del Profeta, desde el siglo IX ha perdido el control de su destino: la mayor parte de los gobernantes no son árabes. Hay una incapacidad de crear instituciones estables: toda monarquía estaba amenazada con la muerte del monarca, y la transmisión de poder provocaba la guerra civil. Además, no existía límite alguno para el poder arbitrario. Desde las Cruzadas, los árabes se han negado a abrirse a las ideas de los occidentales, mientras que los occidentales siempre se han beneficiado de los adelantos de la civilización musulmana: transmisión de la herencia griega, conocimientos científicos, industria, agricultura.” Por último “el mundo musulmán se encerró en sí mismo. Se volvió friolero, defensivo, intolerante y estéril. A partir de entonces el progreso, el modernismo, es algo ajeno, y en los estados musulmanes se han dado fases de occidentalización forzada y fases de integrismo a ultranza fuertemente xenófobo.” Es una pena que la Historia Universal con sus causas y consecuencias este postergada en los planes de estudio y nos centremos en hechos puntuales y locales para manipularlos en función de nuestras ideologías.

De todas maneras en Occidente debemos alcanzar de una vez el difícil equilibrio entre Libertad y Seguridad y también aprender a delimitar la delgada línea roja, como señaló el otro día el Papa, entre libertad de opinión/expresión y respeto al prójimo.

Pero les quería hablar de una palabra. ¡Tranquilos! Que no es ese anglicismo narcisista que se ha puesto de moda y que ya tenía su versión en nuestro vocabulario (auto-fotografía) y que es tan viejo como la aparición de la cámara y va camino de entrar en las 40 principales causas de muerte de nuestra especie, esa que se autodenomina “mono inteligente”. La palabra en cuestión es desafección (falta de afecto, enemistad o aversión hacia alguien o algo, especialmente un régimen político). Es bastante claro el origen y causas de la misma. De un lado nuestra historia, de otro un cumulo y acumulo de hechos que la provocan y alimentan. De entrada la corrupción, que es importante pero que parece cuan vaso de leche derramada o pequeña herida sangrante siempre más de lo que en realidad es. Pero que afecta a todos los niveles, empezando por nosotros mismos cuando caemos en la tentación del sin IVA o del fuera de nómina y que como vemos en cuanto el dinero es de todos la tentación aumenta como en el caso de la federación de peñas de Osasuna. Luego la politización de la Justicia, los ciudadanos normales nos perdemos en los vericuetos legales y no comprendemos el porqué la ley se interpreta en vez de aplicarla, porqué algunos jueces dictan sentencias tan dispares ante delitos similares, porqué tratan diferente a unos y a otros, y vierten opiniones y no hechos en los sumarios, y el secreto de estos es un secreto a voces.

Además nuestros políticos, los que sustentan el poder parecen estar más preocupados en las encuestas que en gobernar y los que están en la oposición están más preocupados en poner palos en la rueda (cuanto peor mejor) que en hacer crítica constructiva, con el único objetivo de alcanzar el sillón, para ocuparse de las encuestas y no de los ciudadanos que les votan. Algunos, la gran mayoría, ni saben cuáles son sus competencias al juzgar por las propuestas de ley o declaraciones que lanzan o piden en los foros -parlamentos autonómicos y ayuntamientos principalmente- y que no tienen nada que ver con sus funciones y sí con brindis al sol ante la galería. ¡Patéticos!. Y a lo hora de hacer su trabajo, legislar, les falta un poco de sentido común como en el caso de poder tener relaciones sexuales a los 14 pero la edad de poder casarse a los 16 o la otra de necesidad del permiso paterno para sacarse una muela, pero en caso de aborto los progenitores ni siquiera son informados.

Los mecanismo de control institucional y financiero, de los cuales tanto presumíamos en el exterior han demostrado no ser tan buenos o quien los tenía que emplear ha manifestado su ineptitud para el cargo o su afecto por lo ajeno.

La desafección afecta también a la dimensión espiritual de la persona. Una veces por ignorancia, otras por falta de cultivo y otras fomentada por desafortunadas actuaciones de las jerarquías eclesiales.

Pero me llama la atención que cuando más demandamos participar me encuentro con noticias como estas sólo un 16% de asistencia en la asamblea de uno de los sindicatos más importantes en una de las empresas más potentes de nuestra comunidad y un 28% de participación en el partido de nueva creación y que dicen las encuestas que va a barrer en este año electoral. Por desgracia estos % son similares a la hora de participar en asociaciones profesionales, deportivas, recreativas, culturales, ONG´s y de padres de alumnos.

Esto refleja cierto “aburguesamiento”, desgana, pereza y desidia a la hora de participar, dejando hacer a otros y luego quejarnos. Y es un síntoma de inmadurez y carencia de cultura cívica de nuestra sociedad, y no sólo desafección, que debemos corregir; pues participar no es sólo manifestarse o asistir, es opinar, criticar, debatir. Les propongo que a lo largo de este año participen activamente en alguna de esas asociaciones de las que pagan sus cuotas y que aprendamos a realizar crítica constructiva para así generar cultura participativa, que buena falta nos va a hacer en este año electoralísimo.

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