lunes, 1 de mayo de 2017

¿Regeneración sindical? También, Gracias



Desde hace unos años son muchas las voces que vienen hablando de regeneración de nuestras instituciones, independencia real y total de los poderes ejecutivo, judicial y legislativo, revisión y mejora de la constitución, leyes de transparencia, anticorrupción, financiación de partidos, mecenazgo, limitación de mandatos a dos legislaturas, etcétera, pero muy poco casi nada se ha oído sobre los sindicatos.

Por eso en el día del 1 de mayo, día internacional de los trabajadores, festivo mundial, y jornada empleada por los sindicatos para reivindicaciones sociales y laborales no estaría de más hablar sobre la necesidad, también, de la regeneración de los mismos.

Es una obviedad que los sindicatos son necesarios, sin ellos no se habría conseguido la jornada de ocho horas y posteriormente otras muchas y necesarias demandas en cuanto a las condiciones laborales que hoy en día disfrutamos y que son dignas de seguir mejorando. Sin embargo los sindicatos, como organización, también precisan de una reflexión para su regeneración, pues adolecen de muchos de los defectos que afectan y que ellos suelen criticar tanto a los partidos políticos como a otras instituciones de nuestra sociedad democrática: transparencia, financiación, limitación de mandatos, ...y sobre todo innovación de ideas y discurso.

Hay sindicatos especializados (sindicatos de profesiones sanitarias, policía, bomberos, controladores aéreos, estibadores,...), la especialización no es mala siempre y cuando la especificidad no olvide el cuadro general del entorno laboral, que suele ser lo habitual; entonces se convierten en organizaciones pseudomafiosas que a los cinéfilos nos recuerdan la oscarizada película de Elia Kazan La ley del Silencio-1954.

Entre los generalistas los hay que siguen anclados en la idea decimonónica de que los empresarios son clones de los personajes descritos en las novelas de Charles Dickens, y puede que alguno, los menos, lo sea, pero se olvidan que ha llovido mucho desde entonces. Su análisis, aunque bueno en el fondo, suele pecar en las formas y muy especialmente en la falta de aportación de soluciones y en la búsqueda de puntos de encuentro para construir, en vez de confrontar.

Hay otros que por su historia y por la doble militancia sindical y política de sus cuadros dirigentes se comportan demasiadas veces como franquicias de dichos partidos y olvidan que una cosa es el ámbito laboral y otro el sociopolítico.

Por último tenemos los que circunscriben lo laboral a un territorio concreto y determinado, coincidente con reivindicaciones nacionalistas, opuestamente alejadas de la idea original de la clase trabajadora y, excesivamente próximas a las oligarquías burguesas de provincias con las cuales hacen también política.

Todos ellos tienen un problema de baja afiliación y de apatía y falta de participación de esas minorías con carnet. La afiliación no se suele realizar tras un análisis razonado y en conciencia, sino que suele ser por una continuidad familiar, por una afinidad política o buscando un interés personal (un puesto mejor) o como mero “impuesto revolucionario” por o para lograr un puesto estable.

En general los asalariados tenemos un déficit de formación de conciencia laboral-sindical y un interés excesivamente sesgado a lo que nos afecta individualmente unido a una carencia de visión global. Esta situación es provocada por las actuaciones de las organizaciones sindicales. En muchas pequeñas y medianas empresas, los “liberados secto-provinciales” sólo aparecen para conformar las listas para las elecciones pues nadie quiere comerse el marrón de ser el representante de los trabajadores y ser mal visto por la empresa o por los cuadros directivos por ser el pepito grillo y de otra por sus compañeros porque “no trabaja”. Desgraciadamente hay de todo y algunos abusan de sus “horas sindicales” para beneficio particular. Se dan casos de quienes sólo las piden los lunes, los viernes o cuando están de noches.

Mientras en las empresas grandes y la administración el tema es muy distinto aquí priman los llamados aparatos o ejecutivas, la democracia asamblearia suele estar muy bien controlada y en algún caso ante el intento de cambio, a los promotores no se les da acceso al listado de afiliados, por aquello de la protección de datos, pero los candidatos oficiales han tenido acceso al mismo. Igualito que en los partidos.

Un escalón más arriba es curioso que en 40 años de democracia hayamos cambiado más de jefes de gobierno que de líderes en las distintas centrales sindicales.

Por último prima más el mal llamado macrosindicalismo, es decir la “política sindical” conseguir más delegados en las siguientes elecciones, que la defensa de los derechos de la población activa (trabajadores y parados – se nos olvida que estos son también parte y no una especie de apestados). Dándose la circunstancia que empresas que están en el mismo polígono y sector, lo que una central sindical defiende en una, en la otra lo critica dependiendo si tiene la mayoría o está en la “oposición” del comité. Tengo un conocido que a las “hojas informativas” de los distintos sindicatos de su empresa las llama “pornografía sindical”.

Estas maneras de actuar son el mal a la afiliación y a la participación interna y a la larga provocarán la desaparición de los sindicatos lentamente. Lo esencial es la defensa del puesto de trabajo y de la mejora en las condiciones del mismo. Quien cuide esto ganará afiliación y podrá fomentar la participación sin miedos, quien haga política y/o comercialicé con los puestos de trabajo tendera a la desaparición lentamente. De ahí la urgencia de una reflexión para una regeneración también sindical. Renovarse o morir.


Nota: Publicado en Navarra información el 01-05-2017.
Y también en Diario de Navarra el 01-05-2017 con el título de A la espera de la regeneración sindical.



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