Nuestra
constitución ya es cuarentona y son muchos los que piden que pase
por quirófano para hacerse unos retoques, ya saben, unos
estiramientos de piel por aquí y allá para quitar arrugas, retirar
acumulamientos de grasas que deslucen la figura, un poco de botox
para lucir tersa, y algún implante para luchar contra la gravedad y
senectud muscular. Mientras los ciudadanos, a juzgar por las noticias
y titulares, estamos con el despertar hormonal preadolescente que
presagia un estirón de crecimiento, que bien encauzado nos hará ser
una sociedad adulta pero mal encarrilado nos llevará a pretender una
eterna juventud y a una crisis de personalidad con trazas de
trastorno bipolar.
La
democracia es el menos malo de los sistemas de gobierno con los que
la humanidad se ha dotado. Su grandeza estriba en una persona un
voto. Voto que es un derecho y un deber. Algunos se olvidan de la
segunda parte y no lo ejercen. Así el indice de absentismo crece y
esto hace que los escaños se repartan permitiendo la aparición u
otorgando más peso a ciertas formaciones. Otros en el intercambio de
cromos y sillones con el que han envilecido el sistema colocan a sus
amigos en puestos en donde manipulan encuestas y previsiones de voto
que luego ante la realidad de las urnas provocan irritación entre
sus votantes y simpatizantes. Por último algunos no entienden que el
sistema se basa en el gobierno de las mayorías pero respetando a las
minorías, y sólo se quedan con esta idea cuando ellos son las
minorías pero se olvidan de la misma al alcanzar la mayoría aunque
sea por unión post-electoral con otros grupos. Y así pretenden a
posteriori,
cambiar la situación de lo perdido a
priori
fundamentalmente por no hacer auto-crítica, un mal muy español,
criticar todo y a todos, pero ponerse uno ante el espejo nunca. Esa
falta de humildad se traduce en no saber escuchar a la sociedad en su
totalidad, en pretender tener la verdad absoluta y por
ende
en no saber vender su proyecto al resto de la ciudadanía. No podemos
olvidar que la alternancia también es parte del sistema, que ayuda a
su reactivación y a que no se anquilose.
Estos
días y de un tiempo a esta parte, los niveles de tolerancia brillan
por su ausencia o más bien por estar en números rojos. Y nos
estamos mostrando como la sociedad del acoso. Desgraciadamente
tenemos acaso familiar, acaso escolar, acoso laboral, acoso sexual y
acoso social. Este último se ha demostrado a lo largo de la historia
de mucha maneras. Acoso racial el cual combatimos luchando contra la
segregación, el apartheid y aboliendo la esclavitud. Acoso religioso
para ello nos constituimos en sociedades aconfesionales o laicas,
según lo acordamos. Acoso por estatus social frente al que nos
vacunamos con un sistema educativo que permite ser un ascensor
social, pero sobre esto ya hablaremos otro día. Y ahora añadimos el
acoso ideológico por pensar o votar diferente.
Es
extraordinario como sociedad estamos superpreocupados por el cambio
climático. La principal consecuencia del cambio de clima es la
desertización o desertificación que a la larga conlleva el
aislamiento de las poblaciones de los seres vivos en reductos donde
hay unas mínimas condiciones y esto nos lleva a la endogamia y esta
a la falta de riqueza en el ADN, a individuos enfermizos y al final
incluso a su esterilidad con la desaparición de la especie, perdida
de eslabones de la cadena trófica y ruptura del ciclo de la vida.
Esto mismo es extrapolable a la sociedad, las sociedades cerradas
tienden a la desaparición por falta de capacidad de adaptación a
los cambios. La diversidad es sinónimo de riqueza.
La
Educación y el Respeto al diferente son la llave para erradicar el
Acoso, de cualquier tipo. La tolerancia es la manifestación de ese
respeto.
Estos
días se ha hablado mucho de consenso. Pero el consenso no es el
objetivo, es una consecuencia. El objetivo es convivir, es decir
vivir con, y para ello hemos de sentarnos, dialogar, conocernos y
buscar lo que nos une para construir algo en común. Y así podrán
llegar los acuerdos y un consenso entre todos. Pero partiendo desde
el respeto al otro, al diferente.
La
pregunta que debemos responder es si queremos seguir profundizando en
una sociedad del acoso y de la imposición por derribo del otro y
cerrarnos en nuestra concha hasta el ostracismo y el ocaso.
Un
último apunte la moda del acoso la hemos llevado al extremo más
intrascendente de nuestra vida e inventamos el acoso deportivo
persiguiendo al que no es de nuestro equipo o del pelotari que nos
gusta. Y se nos olvida que el juego es de dos, porque sino no habría
juego. Y jugar contra la pared es un aburrimiento.
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