Por fin llego la tan ansiada “desescalada”. A
nuestros políticos les encanta acuñar nuevos vocablos y no entiendo porque no
se habla de desconfinamiento o vuelta a la “normalidad”, o si gusta la
terminología montañera de “escalada” o ascenso a la cotidianidad preCovid19.
Mientras seguimos en este arresto domiciliario
voluntario, cautivos y desarmados ante la ventana virtual en donde nuestro parlante
busto presidencial nos deleita con su nuevo capítulo semanal. (Se han fijado en
lo repeinado que aparece y que en más de cuarenta días no le ha crecido el
pelo, ¿usará peluquín o es que su peluquero es el único del gremio que dispone
de bula? Sin embargo, su asesor de vestuario sigue sin encontrar una corbata
negra.)
Ante este auto impuesto, por responsabilidad, secuestro
corremos el riesgo de ser víctimas del síndrome de Estocolmo y cualquier
apertura por limitada y regulada que sea la celebramos con jolgorio y algarabía
rayando la infracción y perdiendo el sentido común. Pero ante todo los perros y
los niños primero, luego sálvese quien pueda.
Nos parece normal que se intervenga el precio
de las mascarillas, pero no protestamos porque el IVA sea del 21% y que además
tengan un recargo (no se explica este salvo que sea porque a posteriori y ante
la presión social se reduzca el IVA) de equivalencia del 5,2% lo que hace que
más de una cuarta parte del precio de cada mascarilla vaya a las arcas del
estado.
Sin embargo, los centros de investigación
biomédica permanecen cerrados, cuando más falta hacen, y no lo digo yo, lo avisa
uno de nuestros eminentes científicos el bioquímico Mariano Barbacid.
Muestro mi estupor por lo callados que están los
animalistas porque la temporada taurina pesa a la suspensión de las ferias,
está en pleno apogeo, no hay tarde que no haya faena.
Vaya por delante que esta crisis es nueva para
todos, pero lo que no tiene un pase, ni siquiera por el bombero torero, son los
continuos bailes de cifras, ahora no ahora si con el uso de las mascarillas, y
viceversa con la realización de las pruebas a toda la población, la tardanza en
empezar el famoso estudio masivo que para cuando tengamos sus conclusiones finales
estaremos en la quinta fase y el continuo trato como a parvularios.
Hace años en un curso de Resolución de
Conflictos hicimos una dinámica en las que algunos compañeros se les puso sobre
la cabeza, y sin que lo vieran ellos, un letrero de como el resto teníamos que
tratarlos, tras veinte minutos, casi todos ellos habían acabado asumiendo el
papel que el resto les impuso.
Defiendo lo público y es necesario, pero
también quiero una gestión eficiente y eficaz por lo no trago con todo, y menos
con el pesado ritmo de la administración. Los primeros Erte´s tramitados
cobrarán el mes de marzo a mediados de mayo. Los trabajadores, especialmente
los de cuenta ajena y los falsos autónomos hemos de ser flexibles, como un
equipo de gimnasia rítmica, pero la administración, ni con todas las
existencias de voltadol forte es capaz de superar su ancestral artrosis
reumatoide.
Me aburre la insistencia de que nuestra sanidad
está en peligro, si lo está es por su mala gestión, como la educación, la
economía y tantas otras cosas, por parte de los políticos de uno y otro signo.
Atención, en 2017, año más próximo del que he encontrado los datos, el gasto en
Sanidad respecto al PIB de Portugal fue de 5.99% y el de España 6.26%. gasto
muy similar en ambos países y en principio ligeramente a favor nuestro.
Entonces ¿cómo podemos explicar las tan distintas cifras de la crisis del
coronavirus en dos países vecinos y con hábitos culturales similares y
dependientes del turismo? Portugal lleva unos 20.000 contagios y 1.000 muertos
y España lleva más de 200.000 contagios, un cero más, y casi 25.000 muertos.
La respuesta es la gestión. En Portugal el
presidente de la República es de un partido de derechas y el primer ministro es
socialista, pero han actuado como un gobierno de concertación formando un
bloque constitucional frente a partidos extremistas y con tan sólo dos muertos
por Covid decidieron decretar el estado de emergencia. Igualito que nosotros
que lo hicimos cuando algunos alcaldes decidieron tomar medidas en sus
localidades como Haro, Igualada, Madrid y ante el desborde de algunos
hospitales, las UCI´s al borde del colapso y los tanatorios con lista de
espera.
Una nueva lección que nuestros vecinos a los
que casi siempre tratamos con cierta suficiencia nos han dejado. Presumimos de
nuestra transición, pero ellos la iniciaron antes, con la revolución de los
claveles de la cual en estos días ha sido su aniversario.
Y nosotros a esperar el reestreno del clásico
de Spielberg Encuentros en la tercera fase (1978) aunque pueda
convertirse en el de 28 días después (2002) ó 28 semanas después
(2007); el Rubicón, con gran alborozo, lo hemos cruzado este fin de semana.
Nota: Publicado el 03-05-2020 en Navarra Información.
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