¡Alucino pepinillos! Parafraseando la célebre exclamación de un conocido cocinero sería el inicio del primer informe de un extraterrestre tras aterrizar en nuestra mal cuidada casa común, la Tierra.
A
principios de año el sector del automóvil estaba en la picota, era uno de los
sospechosos habituales del calentamiento global junto con la cría de ganado, el
transporte de mercancías y el tráfico aéreo.
El sector
había comenzado su transformación de los vehículos de combustión hacia una gama
de los híbridos, híbridos enchufables, eléctricos, y prototipos de pila de
hidrógeno o con paneles solares, de estos últimos sus primeras pruebas auguran
un futuro a largo plazo. Nada nuevo bajo el Sol. Es lo que ha pasado con otros
sectores caso de la música, del vinilo, a la cinta o casette, al compact disc,
a los ipods y ahora al Spotify. O las televisiones, blanco y negro, color,
pantallas planas de plasma, de Full LD, ahora panorámicas. Exprimir al
consumidor, haciendo que este vaya comprando nuevos “equipos” y mientras uno
sale ya casi está preparada la siguiente generación que lo hará obsoleto. El
ejemplo más claro los teléfonos móviles.
Las
polémicas declaraciones en The Telegraph del director de Polestar, Thomas
Ingenlath, que el mismo ha definido como impropias para el jefe de una
marca de coches eléctricos. Corroboran lo que algunos intuíamos y es que “los
coches eléctricos no
son limpios, considerando toda la cadena de producción”, y ha instado a
todos los fabricantes a ser honestos con sus clientes y a decirles
la verdad. Pero a pesar de ello son nuestra única posibilidad de reducir las
emisiones de CO2.
Otro
hándicap es la generación de suficiente energía eléctrica para que todos los
coches sean eléctricos. Por ello el futuro puede pasar por esas otras vías
(hidrógeno, solares) aunque para ello las grandes compañías han de continuar
con sus alianzas y llegar a acuerdos con los gobiernos para seguir fiscalizando
y “monetarizar” el asunto hasta el punto en el que el contribuyente no se
queje.
En esta
“una de cal y otra de arena” en la que está el sector; nuestros políticos
anuncian ayudas que luego se postergan para la compra de vehículos. Y tan
pronto denostan al sector, como Janet Sanz (la dos de Ada Colau) que pedía que
un plan para evitar que la industria del automóvil se reactivase tras el
coronavirus (abril 2020), para luego tras el anuncio del cierre de la planta de
Nissan de Barcelona amenazar a la multinacional japonesa.
En vez de
elaborar planes de movilidad urbana y diseñar ciudades sostenibles lo que hacen
en realidad es poner el máximo de pegas al uso del automóvil, pero esto asunto da
para otro artículo.
Mientras
piensan en aplicar peajes al transporte por carretera, medida que acabará
revirtiendo en el consumidor final con un aumento de los precios de los
productos a corto plazo, y un menor consumo a largo plazo. Sin embargo, nuestros
dirigentes políticos sólo piensan en como cuadrar sus ingresos en el
presupuesto, aumentando las recaudaciones y se olvidan de la columna de gastos
donde también habría que aplicar la goma, otro tema sobre el que escribir en
breve.
De todas
maneras, en estos momentos siguen muy de cerca los índices de producción
industrial y de exportaciones y se dan cuenta de cómo incide en la economía por
pequeña que sea una de estas fábricas de coches. Así vemos titulares como “se
desploma el 40% la producción industrial por la menor fabricación de turismos”.
Y muestran
satisfacción cuando estas arrancan y anuncian alcanzar su velocidad de
producción, hasta se les escapa la alegría y el alborozo cuando anuncian nuevas
contrataciones.
El sector
privado tiene que producir para que el resto funcione. No hemos aprendido casi
nada desde el 2008, el modelo económico español continúa apoyándose
mayoritariamente en la construcción y los servicios.
Por ello
nuestro simpático Alf, Gurb, ET o como se llame el extraterrestre que escriba
el informe tras sus primeras impresiones flipará en colores por esta
ambivalencia de nuestros dirigentes que tan pronto hieren de muerte a al
automóvil como lo apoyan sin remilgos.
Se
olvidan que la virtud está en el término medio, pero ellos viven de enfatizar
los extremos y no de resolver los problemas. Se alimentan de las encuestas y no
del bienestar de los ciudadanos. No buscan acuerdos sino imponer su criterio.
Ningún
sector debiera ser tratado de esta manera y menos uno de los que hacen que la
economía, tal y como la conocemos se sostenga, otra cosa es que la
reinventemos. Por ello debiéramos tener presente la frase de Anthony “Lee”
Lacocca, creador del mítico “Mustang” y de la “Voyager”: “Encontramos
permanentemente grandes oportunidades disfrazadas de problemas insolubles”.
Nota: Publicado el 19-09-2020 en navarrainformacion.es y el 18-11-2020 en Diario de Navarra.
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