sábado, 21 de febrero de 2015

Un tema recurrente con un nuevo enfoque


Hay una serie de temas que son recurrentes en cada legislatura y muchas veces son usados como cortina de humo para ocultar o dejar de hablar de otros más importantes y urgentes, entre ellos está el aborto. Por desgracia nunca llegamos a un acuerdo consensuado.

En primer lugar tenemos un problema con el léxico en ingles hay dos palabras diferentes para definir el aborto miscarriege cuando es natural y abort cuando es inducido o provocado. En castellano hemos de acudir a un determinante para especificar a cual nos referimos o bien usar la perífrasis que tanto gusta a los meapilas que se la sujetan con papel de fumar como interrupción voluntaria del embarazo.

Como zoólogo, y ahora que está de moda citar estudios sobre animales para hablar de la fidelidad de las parejas o del comportamiento sexual de los individuos. No sé de ninguna especie que se auto-induzca o provoque un aborto/abort. La naturaleza se dice que es sabia y no tira piedras contra su desarrollo y sostenibilidad. Y los genes son egoístas, por ello hay casos de machos adultos que para sobrevivir y/o perpetuar sus genes matan a las crías de otros. Los estudiosos de la vida en lo que no nos ponemos de acuerdo es en los plazos, unos entendemos que la vida comienza en el zigoto, y también que una persona nunca termina de conformarse por mi longeva que esta llegue a ser. Legalmente hasta que no han pasado 24 horas no se puede inscribir en el registro civil al neonato.

En este debate se pasa muy de puntillas por el aspecto psicológico. Aquellos que hemos cosufrido (bien en propias carnes (nuestra pareja), bien en familiares o amigos muy cercanos) un aborto natural es todo un trauma. No puedo pensar lo que debe ser decidir que sea inducido.

Desde el punto de visto de una espiritualidad humanística, está claro que no es muy aceptable. A todos se nos encoje el corazón las noticias de un recién nacido abandonado en la basura, cuando todavía no es persona. Y desde una espiritualidad religiosa, independientemente de si se cree en Yahvé, Alá, Dios, Manitú, Gaia,... la vida es un don recibido del ser supremo y que hay que cuidar, respetar y conservar.

Como persona habituada a trabajar con sistemas de calidad me preocupa el énfasis en poner medios correctores (aborto y píldora del día después) siempre más traumáticos y costosos; y no preventivos (educación, conocimiento y uso de medios anticonceptivos –naturales y artificiales, según preferencias, etc).

Si bien como ciudadano entiendo, pero no defiendo ni comparto, que pueda haber una ley que legisle el aborto y que limite plazos y supuestos, aunque nunca haré uso de ella. Pero independientemente de esto, preocupan dos puntos:

(1)   La visceralidad al enfocar el tema de las ultrafeministas que esgrimen “nosotras parimos nosotras decidimos” lema bastante machista pues para engendrar hacen falta dos (un óvulo y un espermatozoide que por capricho de la naturaleza y supervivencia y mejora de la especie provienen de dos personas de distinto sexo). Y me resulta tan machista porque considera el hombre un objeto, macho semental, de abrir, agitar, usar y tirar o devorar cuan hembras insecto del genero Mantis; y poco se diferencia, del “la mate porque era mía” de los maltratadores, en la cosificación del otro a modo de floreros. Es cierto que la tecnología y la ciencia pueden ayudarnos a engendrar unilateralmente sin intercambio de fluidos, de una manera casi gélida en un tubo de ensayo en una fría sala de hospital. Válido para aquellos que por desgracia y de forma natural o por decisión-opción personal no pueden tener descendencia. Tampoco me olvido del fanatismo yihadista de los defensores de la vida a ultranza, algunos de los cuales se manifiestan desaforadamente por este hecho pero nunca se acuerdan de sus hermanos que pasan hambre y necesidades.

(2)   Y sobre todo, y especialmente, el modelo de persona que proponemos para nuestra sociedad. La calidez del encuentro psicoafectivosexual nos hace transcender en y junto al otro, como iguales, y en el tiempo. Pero un encuentro sexual que sólo nos lleva como único objetivo a procrear nos reduce, degrada e involuciona en la escala evolutiva a meros animales, de los cuales presumimos que somos distintos al menos por nuestra mente, y para muchos por nuestra alma, también. Si el único objetivo del encuentro sexual es nuestra satisfacción sensual, este no es más que simple y llanamente un mero ejercicio de onanismo compartido, que a la larga nos convertirá en aquellos sujetos, que Aldous Huxley describía en Un mundo feliz”, que vagaban cuan masa informe clamando por su dosis de soma, anhelando la siguiente, e idiotizados al servicio de la casta superior, la que domina y controla el mundo y no quiere que pensemos y seamos verdaderamente libres.

Somos libres de decidir, pero esclavos de asumir las consecuencias de esa decisión.






Te agradezco tus cuatro adjuntos. El del aborto acabo de leerlo. Comulgo con todo. De cara a su publicación quizás hay algunas expresiones algo fuertes, aunque reales. 
JLU

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