sábado, 24 de septiembre de 2016

La paradoja de la administración



La reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, polémicas al margen de cómo se debe aplicar, ha dejado en evidencia que nuestra justicia tiene dos marchas una muy lenta que se aplica la mayoría de las veces y otra extraordinariamente ultrarrápida y que actúa muy ocasionalmente como cuando por otra sentencia europea se puso en libertad instantánea a un número de elementos peligrosos por sus actividades terroristas o por delitos de violación múltiples, creando una gran alarma social y perdiendo la pista de algunos de estos.

Además para los que estamos educados en la ejemplaridad se pone una vez más de manifiesto que nuestra administración, para desgracia de los contribuyentes y ciudadanos, reiteradamente es la primera en incumplir las normas.

Ya sabíamos que en materia fiscal no trata por igual a un club de futbol, a una empresa grande, a alguien de fama o prestigio, que a un humilde contribuyente, una micropyme, a un autónomo.

Algunos ya conocíamos que en materia laboral deja mucho que desear, pues es la primera que incurre en atropellos. Contratos a los docentes de principio o mitad de curso hasta junio cuando el período lectivo de un curso va de septiembre de un año a agosto del siguiente, de esta manera se ahorraban los costes de vacaciones.

Ahora hay otra modalidad que se da en otros departamentos y es el contrato semanal pero de lunes a viernes para ahorrarse los costes del fin de semana, días improductivos. Luego nos quejamos de precariedad laboral y es nuestra administración la primera que la favorece.

Algunos recordamos, que fue un gobierno de Felipe González quien abrió la caja de Pandora al permitir las empresas de trabajo temporal. No sería de extrañar que dentro de poco las vacantes de la administración las gestione alguna empresa de este tipo, ya que en la práctica para los contratados es como si lo estuvieran haciendo, sino fuera porque este sistema es clientelar. Y los afectados saben que si denuncian la situación desaparecerán misteriosamente de las listas o su número de teléfono se trastocará y nunca más serán contactados. Se han dado algunos casos en los que a la parte contratante ante un error en el contrato se le ha invitado a romperlo para volver a realizarle uno nuevo ajustando los horarios o los días de manera que la beneficiada es la administración, ahorrándose descansos, vacaciones, o meteduras de pata del responsable de redactar el contrato, algo impensable en la empresa privada, donde las meteduras de pata se pagan personalmente, especialmente si son reiteradas. Algunas de estas circunstancias se dan a veces en connivencia con los sindicatos, que se lavan las manos alegando que la denuncia debe ser realizada por la persona afectada o defendiendo al funcionario que ha errado.

Muchas veces, la mayoría, estas actuaciones, lejos de beneficiar a la sociedad a la que debe servir la administración, van en detrimento de la calidad del servicio que debe prestar. Cómo es la de esperar quince días para cubrir las bajas en docencia, de manera que por un lado nos quejamos de la calidad del sistema educativo y por otro privamos a los alumnos de esas horas de clase; dándose casos tan kafkianos como que en un centro y una misma asignatura por diversas circunstancias ha habido tres sustitutos y los alumnos han perdido así un total de 45 días de clase en esa materia.

Estos hechos da igual quien sea el gestor político que esté detrás, pues unos por unas causas y los otros por las mismas u otras que se inventan, el número de no conformidades, reclamaciones o quejas sigue en aumento, ya sea por adjudicaciones irregulares o desconocimiento del reglamento, ya sea por perdida o retrasos inexplicables en la tramitación de expedientes, ya por trato diferencial entre sectores, ya por retrasos en las devoluciones de extras, o por aplicaciones de leyes que nunca se debieron aprobar porque se sabían injustas pero políticamente eran idóneas y rentables para perjudicar al que entonces estaba en el gobierno fuera quien fuese.

El caso es que los paganos siempre somos los mismos. Siendo paradójico que la herramienta con la que nos dotamos para vivir en sociedad, (al pasar del clan, a la tribu, después a las polis y ahora al estado,) que es la administración, en vez de defender y proteger al débil lo hace más vulnerable. Algo estamos haciendo mal y es claramente mejorable.

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