En
esta tensa espera en la que nuestros políticos nos han instalado, y mientras
los votantes nos preguntamos ¿Y ahora qué?, ellos juegan a ver quién es el agua
y quién el aceite, con la intención de ver lo que sucede en las elecciones
gallegas y vascas, a la vez que tratan de afianzar sus maltrechos liderazgos,
ya sea por casos de corrupción de unos y otros (Barberá, Barcenas, Griñán yChaves), ya sea por anteponer sus intereses personales, el querer ser
presidente, frente a los generales, en esto no se salva ninguno, tampoco
Iglesias, y ni siquiera Rivera a pesar de sus vanos intentos de hacer faena por
la diestra o al natural. Y así vemos con asombro como en un país que quiere ser
laico, en vez de aconfesional, aumenta el número de conversos. ¡Cuánto S. Pablo
se nos cae del caballo! y quienes reniegan de la Navidad ahora buscan requiebros
leguleyos para adelantar o retrasar los terceros comicios en un año. Por suerte
el FMI nos mira con buenos ojos y eleva las previsiones macroeconómicas para
este ejercicio; algo querrán cuando hace un par de años nos señalaban como un
desastre. Pero el “desgobierno” empieza a pasar factura en las escasas
expectativas laborales.
Sin
embargo el mundo sigue tirando “pa´alante”, ha comenzado el curso y el debate
sobre las tareas escolares, se ha quedado acallado por los ajustes en el
organigrama foral con su polémica en esa jaula de grillos que es la red social del
trino o más bien del graznido, ironías aparte.
La
resaca olímpica y la tabarra que nos dieron con las 28 medallas de Phelps, no
tiene comparación con lo poco que se oye hablar de los “paraolímpicos” y de
Teresa Perales con sus 26 medallas, claro que ella es mujer, va en silla de
ruedas y para su desgracia aragonesa. Si fuera extranjera seguro que copaba más
titulares, sería la protagonista de un par de series televisivas y de un al
menos un “biopic”, vamos una biografía, con nominaciones aseguradas para la
actriz que la interpretará.
El
nuevo opio del pueblo, el futbol, ha vuelto, con sus dosis de liga, copa y competiciones
europeas, ocultando el hedor que despiden las instituciones que las manejan. El
candidato de Putin, hasta aquí teje sus hilos, ha ganado en la UEFA.
Mientras
en Estados Unidos entramos en la recta final de sus elecciones. Al igual que
aquí hay cuatro candidatos, aunque sólo hablamos de dos. Para empezar las
elecciones tiene un día fijado y concreto y nunca se adelantan o se atrasan a
conveniencia del que gobierna. Siempre son el martes después del primer lunes
del mes de noviembre del año bisiesto. Allí los cuatro candidatos son
sexagenarios el republicano Trump con 70, la demócrata Clinton con 68, la
candidata del partido verde Stein con 66 y Johnson, del partido libertario con
63. Algo que aquí es impensable, a los mayores de cuarenta y todos ya nos los
queremos ni en la Caixa, ni en el Corte Inglés, ni en VW que quiere rejuvenecer
su plantilla de Landaben debido a los ritmos y cargas de trabajo. Eficiencia
alemana lo llaman, aunque es navarra.
Las encuestas están muy ajustadas dado que Trump ha moderado su mensaje tras sus
múltiples patinazos debido a su lenguaraz verborrea y ha admitido públicamente
que Obama nació en Estados Unidos. A poco que siga el empate técnico le veremos
con un Corán en la mano y bebiendo vodka, en vez de bourbon. Cualquier cosa por
arañar un voto. ¿A quién me recuerda este hombre salvando las distancias y
parecidos físicos? Y es que Trump tiene asegurado el voto del blanco anglosajón
y protestante (57% frente al 33% de su contrincante), pero la que puede ser la
primera mujer presidente de Estados Unidos se impone con fuerza entre los votos
de mujeres, latinos y
afroamericanos.
Tradicionalmente
a los europeos nos gusta más el candidato demócrata, la excepción puede ser
Jimmy “Cacahuete” Carter, que ni siquiera se ganó la reelección, pese a los
acuerdos de Camp David. Aunque tengo la sensación que cuando han gobernado los
republicanos nos ha ido mejor, simplemente porque no nos hemos engañado, ya que
estos no se mueven un ápice de sus postulados y por tanto sabemos a qué
atenernos. No es el caso de los demócratas que pensamos que van a hacer algo y
luego barren para su casa. Y para muestra un botón, tras ocho años de Obama en
el gobierno y un premio Nobel de la Paz, inmerecido, bajo el brazo, Guantánamo
sigue estando abierto hasta el amanecer, las tropas norteamericanas no se han
movido ni de Irak, ni de Afganistán y la situación de Siria está peor, que ya
era difícil de imaginar, por no hablar de Libia, un quebradero de cabeza, un
hervidero peor que cuando gobernaba Gadafi y a tiro de piedra de la vieja
Europa.
Por
la cuenta que nos trae a los habitantes de este pequeño planeta que se ha
instalado en un largo y cálido verano será mejor que gane Hillary. Aunque en la
campaña americana se ha introducido un nuevo factor y es el de la salud de los
candidatos.
Otra
cosa a copiar del otro lado del charco es el debate sobre la capacidad, y no desalud, de nuestros candidatos, ¿aprobaría alguno? Aunque me temo que instalados
en la oclocracia, el gobierno de la masa, nada ya podemos hacer, pese a las
advertencias de Aristóteles.
Nota: Publicado en el Diario de Navarra el 27-09-2016 con el título de "España y las elecciones americanas".
Cuanto tiermpo sin verte... Jjj.
JO
Cuanto tiermpo sin verte... Jjj.
JO
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