domingo, 18 de septiembre de 2016

Un nuevo curso



En esta tensa espera en la que nuestros políticos nos han instalado, y mientras los votantes nos preguntamos ¿Y ahora qué?, ellos juegan a ver quién es el agua y quién el aceite, con la intención de ver lo que sucede en las elecciones gallegas y vascas, a la vez que tratan de afianzar sus maltrechos liderazgos, ya sea por casos de corrupción de unos y otros (Barberá, Barcenas, Griñán yChaves), ya sea por anteponer sus intereses personales, el querer ser presidente, frente a los generales, en esto no se salva ninguno, tampoco Iglesias, y ni siquiera Rivera a pesar de sus vanos intentos de hacer faena por la diestra o al natural. Y así vemos con asombro como en un país que quiere ser laico, en vez de aconfesional, aumenta el número de conversos. ¡Cuánto S. Pablo se nos cae del caballo! y quienes reniegan de la Navidad ahora buscan requiebros leguleyos para adelantar o retrasar los terceros comicios en un año. Por suerte el FMI nos mira con buenos ojos y eleva las previsiones macroeconómicas para este ejercicio; algo querrán cuando hace un par de años nos señalaban como un desastre. Pero el “desgobierno” empieza a pasar factura en las escasas expectativas laborales.

Sin embargo el mundo sigue tirando “pa´alante”, ha comenzado el curso y el debate sobre las tareas escolares, se ha quedado acallado por los ajustes en el organigrama foral con su polémica en esa jaula de grillos que es la red social del trino o más bien del graznido, ironías aparte.

La resaca olímpica y la tabarra que nos dieron con las 28 medallas de Phelps, no tiene comparación con lo poco que se oye hablar de los “paraolímpicos” y de Teresa Perales con sus 26 medallas, claro que ella es mujer, va en silla de ruedas y para su desgracia aragonesa. Si fuera extranjera seguro que copaba más titulares, sería la protagonista de un par de series televisivas y de un al menos un “biopic”, vamos una biografía, con nominaciones aseguradas para la actriz que la interpretará.

El nuevo opio del pueblo, el futbol, ha vuelto, con sus dosis de liga, copa y competiciones europeas, ocultando el hedor que despiden las instituciones que las manejan. El candidato de Putin, hasta aquí teje sus hilos, ha ganado en la UEFA.

Mientras en Estados Unidos entramos en la recta final de sus elecciones. Al igual que aquí hay cuatro candidatos, aunque sólo hablamos de dos. Para empezar las elecciones tiene un día fijado y concreto y nunca se adelantan o se atrasan a conveniencia del que gobierna. Siempre son el martes después del primer lunes del mes de noviembre del año bisiesto. Allí los cuatro candidatos son sexagenarios el republicano Trump con 70, la demócrata Clinton con 68, la candidata del partido verde Stein con 66 y Johnson, del partido libertario con 63. Algo que aquí es impensable, a los mayores de cuarenta y todos ya nos los queremos ni en la Caixa, ni en el Corte Inglés, ni en VW que quiere rejuvenecer su plantilla de Landaben debido a los ritmos y cargas de trabajo. Eficiencia alemana lo llaman, aunque es navarra.

Las encuestas están muy ajustadas dado que Trump ha moderado su mensaje tras sus múltiples patinazos debido a su lenguaraz verborrea y ha admitido públicamente que Obama nació en Estados Unidos. A poco que siga el empate técnico le veremos con un Corán en la mano y bebiendo vodka, en vez de bourbon. Cualquier cosa por arañar un voto. ¿A quién me recuerda este hombre salvando las distancias y parecidos físicos? Y es que Trump tiene asegurado el voto del blanco anglosajón y protestante (57% frente al 33% de su contrincante), pero la que puede ser la primera mujer presidente de Estados Unidos se impone con fuerza entre los votos de mujeres, latinos y afroamericanos.

Tradicionalmente a los europeos nos gusta más el candidato demócrata, la excepción puede ser Jimmy “Cacahuete” Carter, que ni siquiera se ganó la reelección, pese a los acuerdos de Camp David. Aunque tengo la sensación que cuando han gobernado los republicanos nos ha ido mejor, simplemente porque no nos hemos engañado, ya que estos no se mueven un ápice de sus postulados y por tanto sabemos a qué atenernos. No es el caso de los demócratas que pensamos que van a hacer algo y luego barren para su casa. Y para muestra un botón, tras ocho años de Obama en el gobierno y un premio Nobel de la Paz, inmerecido, bajo el brazo, Guantánamo sigue estando abierto hasta el amanecer, las tropas norteamericanas no se han movido ni de Irak, ni de Afganistán y la situación de Siria está peor, que ya era difícil de imaginar, por no hablar de Libia, un quebradero de cabeza, un hervidero peor que cuando gobernaba Gadafi y a tiro de piedra de la vieja Europa.

Por la cuenta que nos trae a los habitantes de este pequeño planeta que se ha instalado en un largo y cálido verano será mejor que gane Hillary. Aunque en la campaña americana se ha introducido un nuevo factor y es el de la salud de los candidatos.

Otra cosa a copiar del otro lado del charco es el debate sobre la capacidad, y no desalud, de nuestros candidatos, ¿aprobaría alguno? Aunque me temo que instalados en la oclocracia, el gobierno de la masa, nada ya podemos hacer, pese a las advertencias de Aristóteles.

Nota: Publicado en el Diario de Navarra el 27-09-2016 con el título de "España y las elecciones americanas".

 

Cuanto tiermpo sin verte... Jjj.
JO 

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