Se
nos está imponiendo una jerga de sopa de letras, iniciales de palabra del
inglés que vienen a sustituir a vocablos en castellano, en el lenguaje de
gestión que dentro de poco vamos a necesitar un diccionario para no iniciados.
Ahora el CEO (Chief Ejecutive Officer)
es el Gerente de toda la vida, y el QM
(Quality Manager) el Director de Calidad, el CRM
(Customer Relationship Management) es un modelo de gestión de toda la
organización, basada en la satisfacción del cliente (u orientación al mercado según
otros autores), y el necesario BSC (Balanced
Scorecard) es el Cuadro de Mando Integral (o CMI, la moda de las iniciales ya traspasa los
idiomas) con sus múltiples y fríos indicadores que nos indican cómo va nuestra
competitividad y productividad.
Uno de estos indicadores a escala nacional, que
suele hacerse público periódicamente, es el de las IT (incapacidad temporal),
vamos las conocidas bajas, ya sea en número de ellas o en horas o euros
perdidos por ellas. Toca hacer balance al final de año y la tendencia, que es
lo importante según los expertos analistas, es que han aumentado y esto lo
traducen en que la crisis se está superando. Extraña relación que parece ser
cierta, porque los “malditos trabajadores” pierden el miedo a perder su trabajo
y se “cogen” la baja. Esto es lo que dicen con otras palabras políticamente
correctas.
Esta afirmación parte de una falacia ya que
el trabajador no se “coge” la baja, se la dan los servicios médicos, ya sea de
la Seguridad Social o de la mutua de turno que tiene subcontratados los
servicios correspondientes con la empresa.
Normalmente la política de gestión de este
indicador es punitiva ya que la visión predominante es que los afectados
padecen de pereza y holgazanería. Por ello se descuentan sin sueldo los primeros
días de incapacidad, se percibe un % de la base reguladora, no se cobran todas
los pluses según convenios, etcétera, en definitiva se castiga al afectado. De
esta manera lo que ocurre es un círculo vicioso porque por no caer de baja, los
enfermos van a trabajar y contagian a otros compañeros, o siguen trabajando
pero sus dolencias no les permiten alcanzar la productividad objetivo e incluso
profundizan en la gravedad de la lesión con lo que el tiempo de recuperación
aumenta y a la larga se produce el efecto contrario y los costes totales aumentan.
Y tras un tiempo de relativa mejoría los índices se disparan negativamente.
No voy a negar que es cierto y está
demostrado que hay un porcentaje de ovejas negras, que le echan cara al asunto
y viven del cuento, todos conocemos alguno de estos “compañeros” en nuestro
entorno laboral, que faltan sistemáticamente uno o dos días cada cierto tiempo
o siempre llegan tarde.
Es necesario un nuevo enfoque y si se
premiase a los trabajadores que tienen la suerte o la salud de hierro y no
enferman, ni se lesionan, con un día de vacaciones por cada x tiempo sin
incapacidad, o en función del % de bajas de su sección, o departamento y de su
tramo de edad a lo mejor cambiaba la tendencia. También si se controlase mejor
a los jetas que no van a trabajar pero luego están ejerciendo otra actividad
productiva, como hay casos; los buenos trabajadores que son la mayoría no le
echarían cuento, como sugieren algunos.
Otro tema a estudiar es la incorporación tras
una incapacidad, hoy en día está todo protocolizado, y una lesión o
intervención tiene tantos días de baja, pero se nos olvida que hay trabajos que
requieren más esfuerzos, las modernas cadenas de trabajo poco difieren de la
versión “chapliniana” de Tiempos
Modernos salvo que, en algunos casos, el entorno del puesto es más limpio y
luminoso.
No hay procedimientos de incorporación en
casos sensibles como bajas largas o de vuelta de intervenciones quirúrgicas y
el retorno a la rutina es de 0 a 100, ayer de baja y hoy a producir al 100%. En
trabajos que requieren cierto esfuerzo o que están sometidos a cierto
rendimiento medido es necesario física y psicológicamente planificar la
incorporación para evitar recaídas.
Tampoco hay una política formativa en
prevención de lesiones hay una carencia a la hora de enseñar a calentar y
estirar en función del puesto de trabajo y la actividad requerida en el mismo.
No todos trabajamos en la oficina.
Mención especial es la posibilidad de que las
incapacidades por contingencias comunes las asuman las mutuas, como algunas
empresas empiezan a contratar o querer hacerlo. No parece que pueda haber una
gestión de este tipo sin presiones hacia el trabajador cuando la mutua y la
empresa son parte interesadas económicamente. Al margen de un posible trato
discriminatorio frente al resto de la población no activa.
El 2017 puede ser un buen año para empezar a
cambiar el modo de gestionar las IT y dejar de tratar a los señores
trabajadores como meros RRHH.
Lo llevas claro...Vamos a seguir así o a peorrrrr
AM
Eres un crack!!!
EJ
Bravo
VG
Totalmente de acuerdo
JA
Tienes que hacer un libro recopilando tus artículos , como hacen los tertulianos.
Y con un poco de suerte hasta cobras derechos de autor. Si te haces podemita todo el día en la Sexta.
JAL
Ahora que te paguen por columna.
MG
Aplausos
EB
Nota: Publicado en Navarra información el 02-01-2017.
Y en Diario de Noticias el 03-01-2017.
AM
Eres un crack!!!
EJ
Bravo
VG
Totalmente de acuerdo
JA
Tienes que hacer un libro recopilando tus artículos , como hacen los tertulianos.
Y con un poco de suerte hasta cobras derechos de autor. Si te haces podemita todo el día en la Sexta.
JAL
Ahora que te paguen por columna.
MG
Aplausos
EB
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