Me
disponía a acabar un artículo, cuando la efervescente actualidad informativa se
cruza en mis deseos. La especie humana, es el único animal que tropieza dos
veces en la misma piedra. Tras la crisis de las vacas locas, los diversos
incidentes de la gripe aviar, el SARS y el ébola, amén de las últimas
toxiinfecciones alimentarias parece que no hemos aprendido casi nada, para
evitar alarmar a la población y que los políticos de turno dejen de sacar pecho
para presumir haciendo valido el dicho de “dime de lo que presumes y te diré de
lo que careces”.
Tras
la retrasmisión en directo de la guerra del Golfo, vino el atentado casi en
directo de las Torres Gemelas, y ahora nos superamos con la retransmisión cual
Carrusel Deportivo o Radio Estadio, según la emisora preferida del lector, del Coronavirus
Covid-19. En donde, minuto a minuto, nos comentan las incidencias del suceso
desde cada localidad y los nuevos casos, ingresos y fallecimientos sustituyen a
los goles, tarjetas y penaltis de la jornada liguera.
El
ciudadano de a pie ya se ha familiarizado con las matemáticas de una
epidemiología, el paciente cero, el modelo SIR que clasifica a la
población en tres grupos: los
S de
susceptibles, las personas que podrían infectarse; los I de Infectados, aquellos
que ya han sido infectados; y los R de recuperados, aquellos
que se infectaron y ya han superado la enfermedad y no transmiten el virus, el número
R0, "erre sub
cero", que nos estima el número de personas que un enfermo puede infectar;
y las maneja como las cotizaciones en bolsa
Ahora sabemos que el RO del dichoso de virus es de 2,5 pero
que las paperas son de 10 y el sarampión de 15. Y que lo ideal es llegar a 1 o
menos para no ser una epidemia.
También sabemos que, en el año 2019, sólo en España, la vulgar gripe afectó,
redondeando hacia arriba, a unas 70.000 personas y murieron 6.300. En el
momento de escribir este artículo los datos a nivel mundial son de 109.500 y fallecidos 3.816.
Ante estos datos uno se
pregunta, ¿por qué esta psicosis paranoica? En parte es por el insistente y
permanente bombardeo de todos los medios incluidas las redes sociales y a todas
las horas. Lo que llamo pandemia 5G. De otro es lo que, parafraseando a
Clinton, diríamos: ¡Es la economía, estúpido! Ante una nueva enfermedad la
población susceptible es el 100%. Las previsiones calculan que con un 30% de
afectados se produciría un colapso en la economía y el sistema sanitario se
desbordaría, de ahí la enfermiza obsesión por controlar el número de afectados
y que este no suba en exceso, pero los virus no entienden de fronteras ni de
leyes.
Por eso, y como avisan
en la plaza de toros de Pamplona en los encierros: “¡Por favor dejen trabajar a
los dobladores!” Y los dobladores son: los biólogos estudiando al virus y su
forma de replicarse, buscando sus puntos débiles, para que los farmacéuticos y
químicos preparen antivirales eficaces, los médicos realizando un buen triaje y
diagnóstico, las enfermeras y auxiliares atendiendo y cuidando de los
pacientes, los psicólogos y los capellanes escuchando y calmando a los
enfermos. En todo este potaje informativo ha habido muy pocas voces sensatas
como la de mi compañero de facultad en su artículo “Diez buenas noticias sobre
el coronavirus”.
A pesar de nuestra
tecnología y ciencia seguimos anclados y atados a nuestros miedos atávicos, a
lo desconocido y a la muerte, de ahí esta espiral que nos envuelve e impide que
aflore el sentido común.
Lo que hay es una
pandemia de ausencia de sentido común, y de una visión reducida de miras,
centrada en lo económico-especulativo, de ahí que las empresas no quieren
perder y preparen medidas excepcionales para gestionar sus riesgos, y los
políticos, como siempre, más pendientes de los sondeos y del postureo que de
actuar.
Pero lo que me indigna
es la falta de amor al prójimo. Al año mueren miles de personas, bastantes más
de hambre (24.000 al día) y de malaria que de esta nueva gripe; sin embargo, no
nos preocupan ni nos ocupan, aun cuando las medidas para evitarlas están al
alcance de la mano, porque esto no reporta beneficios económicos y las pérdidas
no son nuestras. Otro dato, la vida de las personas se acorta de
media casi 3 años debido a la contaminación del aire; a nivel mundial causó 8,8 millones
de muertes prematuras adicionales al año, en 2015.
Por no citar la ola de
racismo e incomprensión con los colectivos afectados por la enfermedad, algunos
de ellos ya han sido demonizados, caso de asiáticos, evangelistas, gitanos.
La realidad supera la
ficción y parece que vivir en carne y hueso el remake de Contagio (2011)
es superior a nuestras fuerzas, aunque estoy seguro de que no llegaremos a Yo
soy leyenda (2007) o El último hombre vivo (1971), y la poción mágica de
Asterix nos ayudará a vencer a Coronavirus (Asterix en Italia, 2017). Mientras
el viejo dicho “Haro, Paris y Londres” vuelve a triunfar en el siglo XXI.
Jesús Bodegas Frías
Vocal de la Junta del
Colegio Oficial de Biólogos (La Rioja, Navarra y Cantabria)
Nota: Publicado el 10-03-2020 en navarrainformación.es y el 17-03-2020 en el Blog de El Español.
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