En esta tierra de conejos, como nos denominarón
los fenicios "i-shepham-im", que se podría traducir como
'costa de conejillos”. Spn en hebreo se lee Saphan y significa conejo, parece
que nos gustan las composiciones en clave de Re. En música, la tonalidad
confiere el carácter de la composición.
Nuestros historiadores a gran parte de nuestra edad
media la llaman Reconquista. Luego vino el descubrimiento de América que
en realidad debiera llamarse redescubrimiento, ya que el descubrimiento
originario lo realizaron tribus de nómadas cazadores que empujados por el
hambre y el frío perseguían a las mandas de caribús y saltaron del Norte de
Asia a Alaska por el estrecho de Bering. Aunque nuevas hipótesis en cuanto a la
viabilidad del corredor y su relación con las fechas de restos humanos en el
continente elaboraran la teoría de una entrada por el Pacífico en una especie
de viaje de Kon-Tiki inverso.
Luego vino la reforma y sus guerras de religión
donde nos declaramos más papistas que el Papá. Posteriormente llegaron las revoluciones
ilustradas, que aquí por aquello de ser diferentes fueron iletradas, y así nos
adentramos en el apasionante siglo XIX con sus revueltas con múltiples
pronunciamientos, primera república y restauración.
Ya en el siglo XX, surge el partido reformista
y luego la II república y tras 40 años de dictadura del régimen,
vino la regeneración democrática gracias al consenso, luego nos llegó la
crisis de la reconversión industrial.
Y tras otros 40 años algunos neorevolucionarios
de sillón ministerial empeñados en seguir la copla en clave de re, a este
periodo, el más largo de democracia, con sus imperfecciones, pero también con
su estado del bienestar, lo quieren llamar régimen de la transición.
Ahora con un quinto del siglo XXI en el macuto y dos
crisis a cuestas seguimos con la interminable reforma educativa y la
olvidada reforma agraria, reinventándonos, refinanciándonos
por enésima vez y replanteándonos el futuro personal y comunitario,
laboral y sanitario, en una repetida y resonante letanía.
Nuestros políticos hablan de reeditar los
pactos de la Transición, lo llaman reconstrucción, renovándonos como
sociedad.
Sin embargo, lo que vemos los resabiados
ciudadanos, mientras temerosos esperamos un repunte o rebrote pandémico,
es una revuelta de tuerca y más que reconstrucción nacional,
influidos por los televisivos “realities” culinarios, lo que va a venir
es la deconstrucción nacional.
En un retorno a nuestra recalcitrante
manera de ser, nuestros políticos, de todos los signos, erre que erre
se lanzan repetidamente al insulto, al filibusterismo parlamentario y al
algebra (palabra de origen árabe que significa reintegración,
recomposición) en las votaciones de congreso, senado, parlamentos
autonómicos y plenos de ayuntamientos.
Es imposible llegar a algún tipo de acuerdo tan
siquiera mínimo, si lo primero que se hace es no reconocer los propios
errores, presuponernos mejor que el otro y retroalimentar la caverna
mediática. No vale criticar al otro y repetir sus conductas y maneras,
nombrando a los amiguetes, reabriendo las puertas giratorias,
menoscabando la ya precaria independencia de poderes
En nuestra comunidad y para no desentonar con la
melodía del re, tenemos plan y se llama Reactivar Navarra, pero
lo que no está todavía nada claro es de que fondos va a disponer y es que el
papel lo aguanta todo hasta el anacronópete ó máquina del tiempo (un inciso ana, significa
hacia atrás; crono, tiempo, y petes, el que vuela; una vez más un español el dramaturgo Enrique
Gaspar se adelantó en casi 10 año y le
ganó la partida a H. G. Wells con la idea de viajar en el tiempo, nuestro ministro
de cultura debiera revindicar a Enrique Gaspar como uno de los padres de la
ciencia ficción, en vez de citar a Orson Welles fuera de tiesto).
Influido por esta escala de re, me animo a reclamar
a nuestros políticos que “se quiten las gafas ideológicas y dejen la mochila
de manías” (@MAMelladoF) abran un resquicio para un debate no ya sereno sino al menos
razonable, pónganse las pilas ya y estén a la altura de una vez o
por lo menos una vez. Esta vez. La disyuntiva es reconstrucción o
deconstrucción nacional.
Aprendan a leer la realidad cotidiana del ciudadano
medio que no será por falta de buenos ejemplos a imitar. Claro que la bondad no
resuena y rara vez ocupa titulares mientras que las malas noticias
venden y se retuitean.
Debiéramos abandonar la clave de re y probar a sonar
en clave de Sí, sí a saber estar, sí a la educación, sí a escuchar al otro, sí
a respetar las ideas del otro, sí al diálogo sosegado, sí al encuentro, sí al
consenso, sí al acuerdo, sí ….
Nota: Publicado en navarrainformación.es el 15-06-2020 y en Diario de Navarra el 24-06-2020.
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