sábado, 4 de octubre de 2014

No debe haber información para los malvados

Anonadados y desorientados por los efectos de la penúltima carga de caballería de los jinetes del Apocalipsis, (A saber: La Peste, en su versión del virus del Ébola, que nos deja ver, desgraciadamente, que el primer mundo sólo se mueve por intereses y cuando le ve las orejas al lobo en forma de pandemia, y en donde la comunidad científica no es una excepción, salvo honrosas actuaciones como Pardis Sabeti o Manuel Patarroyo, que comparten gratis sus descubrimientos. El Hambre, reflejada en la última gran migración de la especia humana desde África hacia el norte, con sus pateras, saltos de valla y mafias transfronterizas. La Guerra siempre presente en los numerosos conflictos bélicos (Ucrania, Kosovo, Irak, Siria, Israel, Chad, Sudan, Congo, Sri-Lanka, …), que se van sucediendo y repitiendo en los titulares, para vergüenza de todos e ineficiencia de la O.N.U., Consejo de Seguridad, cascos azules y demás parafernalias. Y por último La Muerte a la cual concluyen los otros tres y que siempre gana su partida de ajedrez.), hemos recibido una noticia tranquilizadora, la detención del Monstruo, no se le puede llamar de otra manera, de Ciudad Lineal, a pesar del ministro del Interior y de los medios de comunicación en general.

La actuación de la policía nacional y demás fuerzas del orden público son de elogiar y reconocer, se les va a condecorar, ¡enhorabuena!. Todo esto en una sociedad, como la española, en donde por motivos de unas malas reformas educativas se olvidó e, incluso, desprecio el reconocimiento público a una labor bien realizada, por aquello de no traumar a los infantes que no querían esforzarse. Este hecho da para un artículo propio. De aquellos polvos vienen estos lodos, generación Ni-Ni, falta de respeto, mala educación y comportamiento incívico en muchos, que no son la mayoría, pero que hacen demasiado ruido y nos confunden.

Y digo bien, pese al ministro del Interior y los medios de información, o más bien de desinformación ya que últimamente las meteduras de pata por no confirmar la veracidad de las fuentes empieza a ser de hacérselo mirar. Pero esto es consecuencia de no saber hacer bien su trabajo o de una laguna en la formación o peor de una ausencia de deontología profesional, o de una mezcla de las tres.

Sin embargo el asunto sobre el que quiero incidir es a la nefasta interpretación del derecho de información. Cada vez los ciudadanos demandamos y exigimos más información. La información se dice es poder, no tanto por ella en si misma, sino por lo que permite a lo hora de acertar en la toma de decisiones en un mundo y entorno cada vez más inciertos.

Está claro que un buen sistema democrático precisa de información veraz, transparente, concreta, precisa y muchas veces, según el asunto hasta concisa. Lo que quiero resaltar es que últimamente vengo observando una tendencia en la que para dar realce a las noticias se aportan una cantidad de datos que la mayoría de las veces son innecesarios, y conviertan a la misma o bien en “el caso” por lo sórdido de los detalles o bien parecen manuales para ser un perfecto delincuente, atracador, violador, asesino, vamos un malvado profesional, o bien dan pistas para que el susodicho pueda seguir con sus actividades delictivas indicando quien y cuantos, cómo, cuándo y dónde actúan las fuerzas del orden, e incluso en este delirio y borrachera de datos se nos aportan los clasificados como secretos de sumario ayudando al infractor y a su defensa a buscar resquicios y vericuetos legales que invaliden el proceso fiscal y por tanto pongan en libertad al indeseable, que se va de rositas y además se ríe del mundo.

Por favor seamos serios y responsables con la información que se da, incluso por el ejecutivo y los responsables policiales y judiciales, y por supuesto, obviamente, por los medios. No debe haber información para que los malvados aprendan e innoven su capacidad delictiva que bastante se esmeran ya en ello.

Y me despido con una frase de un conocido bloguero (Luis Antequera):“Y sin más por hoy sino desearles un feliz y maravilloso día, les despido deseándoles una vez más que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. ¡Hasta mañana!”.


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