miércoles, 8 de mayo de 2019

Las otras elecciones


En esta vorágine electoral a la que nos sometió el Sr. Sánchez por el módico precio de poco menos 200 millones de euros, y estando las urnas aún calientes, ya se empiezan a sortear las siguientes mesas electorales,mientras los analistas y tertulianos nos destripan a toro pasado los aciertos y errores de los políticos en la campaña y elucubraran alianzas y tipos de gobiernos que si ¨Frankestein”, que si de “centro”. Pero nadie habla de la solución alemana, de los dos partidos más votados, quizá porque no hemos alcanzado la madurez democrática, y porque a este lado de los Pirineos, votamos con las emociones y las ideologías, en vez de con la razón y la cartera. Así en la resaca electoral nos desayunamos con 26.000 millones de euros que hay que recaudar de más en los próximos cuatro años. El aperitivo en 2020 con una subida de impuestos por valor de sólo 5.654 millones de euros. Adivinen quienes los pagarán. De entrada los que tienen coches de gasoil, se estima que dos euros por depósito. Pero no se plantean medidas de mejora en la eficiencia del tan necesario gasto público.

También los políticos tras evaluar los resultados retocan la inminente y próxima campaña y se preparan a batir el record de kilómetros en la carretera, emulando el Blues del autobús.

Como estamos en primavera y es época de entretiempo, entre elección y elección hemos tenido el día del trabajo y he recordado que en esta conjunción galáctica electoral se nos olvida que también en las empresas, fábricas, talleres y administraciones estamos también de elecciones sindicales y están pasando prácticamente inadvertidas, salvo excepciones como las de empresas que por su tamaño si se enfrían, se constipa la economía local e incluso nacional o las de la administración pues el anhelo de muchos es ser funcionario.

El sindicalismo como la política son necesarios. Tristemente, la defensa de un empleo digno, decente, sigue siendo el objetivo. Digo empleo, pues trabajo es un concepto más amplio que engloba muchas ocupaciones no remuneradas y bastantes de ellas,por no decir todas, de carácter voluntario.

Lo que muchos ciudadanos pedimos para las elecciones y partidos políticos, es también necesario y aplicable a las elecciones sindicales y sindicatos. Transparencia en la gestión y en la financiación, listas abiertas, y en el caso de los lugares de trabajo por qué no el voto nominal, sin necesidad de pertenencia a una candidatura. Claro que esto evitaría la tiranía de los aparatos, las listas cerradas y en muchos casos la cultura clientelar instalada en demasiados entornos laborales. Ya se que que muchas listas han pasado un proceso de primarias, pero la mayoría de las veces sin otra opción, son lentejas las tomas o las dejas. Y en otros casos, en empresas pequeñas por lo general, se las ven y las desean para encontrar compañeros que vayan en las mismas. También hay una “profesionalización” en los delegados/liberados que se eternizan hasta la jubilación en el puesto, o bien se dedican a la carrera sindical, ascendiendo en las estructuras. Cuando no hay puertas giratorias que los llevan a la política o a puestos en las empresas de los llamados “staff”, fuera de línea.

Otro problema es que los sindicatos, en general, caen en la trampa de hacer política sindical en vez de sindicalismo. Al igual que los partidos están más preocupados por conseguir un par de delegados que de defender el empleo y las condiciones del mismo. Se tiran los trastos a la cabeza para satisfacción de las empresas que no tienen que esforzarse en el divide y vencerás ya que ellos solos entran en el juego. En algunas empresas da pena ver como se meten unos sindicatos con otros públicamente.

Otras veces el celo por ser los más y mejores reivindicadores pierden los papeles y las maneras al hablar con la empresa o los representantes de esta, llegando hasta el empleo del lenguaje soez y de esta manera perdiendo la razón en el tema, cuando no se busca la confrontación porque sí, sin aportar soluciones al debate, ni intención.

Este año, el 3 de abril, hizo un siglo que en España se promulgó la jornada laboral de 8 horas. Desgraciadamente todavía hay muchos trabajadores que no lo cumplen, unos por exceso y otros por no tener empleo. La industria 4.0 comienza a ser una realidad y en los procesos industriales desaparecen empleos todos los días, por la robotización y automatización de los mismos. Los grandes gurús empresariales, como Bill Gates, sugieren que los robots debieran cotizar, incluso esta idea fue recogida en unas conclusiones del defenestrado Pacto de Toledo, gracias a la negativa de Podemos. Mientras los trabajadores y buscadores de empleo tendremos que imitar a Jennifer López y cantar y la cotización para cuando?.


Nota: Publicado el 8-05-2019 en Diario de Navarra.

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