En
esta vorágine electoral a la que nos sometió el Sr. Sánchez por el
módico precio de poco menos 200 millones de euros, y estando las
urnas aún calientes, ya se empiezan a sortear las siguientes mesas
electorales,mientras los analistas y tertulianos nos destripan a toro
pasado los aciertos y errores
de los políticos en la campaña y elucubraran alianzas y tipos de
gobiernos que si ¨Frankestein”, que si
de “centro”.
Pero nadie habla de la solución alemana, de los dos partidos más
votados, quizá porque no hemos alcanzado la madurez democrática, y
porque a este lado de los Pirineos, votamos con las emociones y las
ideologías, en vez de con la razón y la cartera. Así en la resaca
electoral nos desayunamos con 26.000 millones de euros que hay que
recaudar de más en los próximos cuatro años. El aperitivo
en 2020 con una
subida de impuestos por valor de sólo
5.654
millones de euros.
Adivinen
quienes los pagarán. De
entrada los que tienen coches de gasoil, se estima que dos euros por
depósito. Pero
no se plantean medidas de mejora en la eficiencia del tan necesario
gasto público.
También
los políticos tras evaluar los resultados retocan la inminente y
próxima
campaña y se preparan a batir el record de kilómetros en la
carretera, emulando el Blues
del autobús.
Como
estamos en primavera y es época de entretiempo, entre elección y
elección hemos tenido el día del trabajo y
he recordado que en
esta conjunción galáctica electoral se
nos olvida que también en
las empresas, fábricas, talleres y
administraciones estamos también de
elecciones sindicales y están pasando prácticamente inadvertidas,
salvo excepciones como
las de
empresas que por su tamaño si se enfrían, se constipa la economía
local e incluso nacional o
las de la administración pues el anhelo de muchos es ser
funcionario.
El
sindicalismo como la política son necesarios. Tristemente, la
defensa de un empleo digno, decente, sigue siendo el objetivo. Digo
empleo, pues trabajo es un concepto más amplio que engloba muchas
ocupaciones no remuneradas y bastantes de ellas,por no decir todas,
de carácter voluntario.
Lo
que muchos ciudadanos pedimos para las elecciones y partidos
políticos, es también necesario y aplicable a las elecciones
sindicales y sindicatos. Transparencia en la gestión y en la
financiación, listas abiertas, y en el caso de los lugares de
trabajo por qué no el voto nominal, sin necesidad de pertenencia a
una candidatura. Claro que esto evitaría la tiranía de los
aparatos, las listas cerradas y en muchos casos la cultura clientelar
instalada en demasiados entornos laborales. Ya se que que muchas
listas han pasado un proceso de primarias, pero la mayoría de las
veces sin otra opción, son lentejas las tomas o las dejas. Y en
otros casos, en empresas pequeñas por lo general, se las ven y las
desean para encontrar compañeros que vayan en las mismas. También
hay una “profesionalización” en los delegados/liberados que se
eternizan hasta la jubilación en el puesto, o bien se dedican a la
carrera sindical, ascendiendo en las estructuras. Cuando no hay
puertas giratorias que los llevan a la política o a puestos en las
empresas de los llamados “staff”, fuera de línea.
Otro
problema es que los sindicatos, en general, caen en la trampa de
hacer política sindical en vez de sindicalismo. Al igual que los
partidos están más preocupados por conseguir un par de delegados
que de defender el empleo y las condiciones del mismo. Se tiran los
trastos a la cabeza para satisfacción de las empresas que no tienen
que esforzarse en el divide y vencerás ya que ellos solos entran en
el juego. En algunas empresas da pena ver como se meten unos
sindicatos con otros públicamente.
Otras
veces el celo por ser los más y mejores reivindicadores pierden los
papeles y las maneras al hablar con la empresa o los representantes
de esta, llegando hasta el empleo del lenguaje soez y de esta manera
perdiendo la razón en el tema, cuando no se busca la confrontación
porque sí, sin aportar soluciones al debate, ni intención.
Este
año, el 3 de abril, hizo un siglo que en España se promulgó la
jornada laboral de 8 horas. Desgraciadamente todavía hay muchos
trabajadores que no lo cumplen, unos por exceso y otros por no tener
empleo. La industria 4.0 comienza a ser una realidad y en los
procesos industriales desaparecen empleos todos los días, por la
robotización y automatización de los mismos. Los grandes gurús
empresariales, como Bill Gates, sugieren que los robots debieran
cotizar, incluso esta idea fue recogida en unas conclusiones del
defenestrado Pacto de Toledo, gracias a la negativa de Podemos.
Mientras los trabajadores y buscadores de empleo tendremos que imitar
a Jennifer López y cantar y la cotización para cuando?.
Nota: Publicado el 8-05-2019 en Diario de Navarra.
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