En plena precaución por la situación económica y sanitaria se ha publicado, con cierto retraso, el definitivo resultado en competencia lectora del informe PISA 2018, en donde no salimos nada bien, con un descenso de 42 puntos. Es alarmante no sólo por el descenso sino además porque cuando se habla de educación se apuesta por las llamadas STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, según sus siglas en inglés) y resulta que si queremos ser capaces de resolver los problemas de estas ramas debemos entender primero que es lo que nos preguntan.
También
este déficit de comprensión lectora explica que muchas personas confundan los
términos equidistancia y ecuanimidad. Así muchos se posicionan como
equidistantes en materias comprometidas para no mojarse y lo asemejan a ser
ecuánimes, que es algo muy distinto.
Equidistancia
quiere decir que un objeto está a igual distancia entre dos puntos o cosas.
Ejemplo Pamplona es equidistante de Logroño, Vitoria, San Sebastián o Tudela.
Uno puede ser equidistante políticamente de Vox como de Podemos, sin esto
querer decir que es de centro, pues ambas ideas políticas le producen el mismo repelús,
pues unos son de extrema derecha como las otras de extrema izquierda.
Ecuanimidad
implica igualdad e imparcialidad en el juicio.
Ecuanimidad
es defender tanto a Vicente Vallés como también al joven periodista Mikel
Urabaien para que ambos nos informen de lo que pasa. Es reconocer la labor del
rey emérito durante la transición, pero también pedir al ciudadano Juan Carlos
que cumpla como cualquier españolito con Hacienda. Cobrar comisiones o recibir
regalos millonarios no es delito, aunque puede ser no ejemplar, pero si puede
ser punible el no pagar los impuestos por estos emolumentos.
Ecuanimidad
es saber que no se puede extrapolar la actuación de un individuo al conjunto
del que es miembro. Algo muy típico en este país, tomar la parte por el todo.
La
compresión lectora es necesaria y muy útil para descubrir que el alcalde de
Estella nos quería confundir al preguntarse: “¿Qué capacidad moral tengo yo
para condenar a nadie?”, refiriéndose a los crímenes de ETA. Aunque en realidad
la confusión la tiene él. No se le pide juzgar a la persona, se le pide juzgar unos
actos de esas personas. Y lo que no es ético es utilizar las armas como único
argumento para defender unas ideas en democracia, lo que es inmoral es asesinar
a personas por llevar un uniforme azul, marrón o verde, o por estar haciendo la
compra en un hipermercado o por vivir en una casa cuartel o pasar simplemente
por allí o por tener otras ideas diferentes a las suyas.
Lo que la
gran mayoría de la sociedad pide es que se condenen esas actuaciones de esas
personas, no a las personas como tales. Tampoco vale pretender confundir con
las actuaciones de algunos miembros de otros partidos o instituciones a los que
la sociedad también ya ha condenado y ha exigido que la justicia actúe sobre
ellas.
En estos
días de vacaciones releo los relatos recopilados en “A sangre y fuego” de Manuel
Chaves Nogales. Y considero que deberían ser lectura obligada en los cursos de
bachiller independientemente del itinerario, por lo menos la introducción de
María Isabel Cintas, el prólogo y un par de relatos de los once.
Ente
otras cosas porque además de profundizar en la memoria histórica, podrán
aprender lo que es el significado de la palabra ecuanimidad y el sentido de la
palabra liberal, no como se utiliza hoy en día restringida a su uso económico,
y como mal sinónimo de neocapitalismo.
Decía
Larra que “Ser liberal en España es ser un emigrado en potencia”. Explica María
Isabel Cintas que “El liberalismo se enraíza en los ilustrados, personas que defendían
el libre desarrollo de la personalidad, la autonomía de pensamiento, la
capacidad de decisión independientemente y soberana, como parte esencial del
ser humano. Y esta autonomía había de ser ejercida desde el diálogo y la
tolerancia, tras la puesta en marcha del libre raciocinio y la no menos libre
actuación del contraste de pareceres”.
Si como
Chaves Nogales queremos ser ciudadanos de una democracia parlamentaria debemos
ser veraces, independientes e imparciales. Y eso sólo se logra con educación,
pero con mayúsculas y con mucha lectura y observación.
Educación
es lo que nos falta, el resultado los rebrotes y las nefastas actuaciones que
pueblan nuestros informativos. Pero es que, a la comprensión lectora, habrá que
añadir la compresión auditiva, pues no entendemos lo que se nos dice y la
visual pues en vez de seguir el buen ejemplo hacemos lo contrario.
Nota: Publicado el 09-08-2020 por navarrainformación.es.
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