Hay una parte
de la generación conocida como los “baby boom” que creció en paralelo a la
carrera espacial, coleccionando cromos con la perra Laika, los macacos rhesus,
llamados Albert, el cosmonauta Yuri Gagarin, y los astronautas Armstrong,
Collins y Aldrich y su viaje a la Luna. Sus primeros recuerdos televisivos son
en blanco y negro de una especie de muñeco Michelin flotando sobre la
superficie lunar o pendientes del desenlace del Apolo XIII, en su primer
televisor o en el del vecino. Por aquel entonces los vecinos eran casi uno más
de la familia y como no todos tenían televisión para los hechos importantes se
compartía salón y aparato.
Luego
vino el color y los dibujos de Hanna-Barbera de Los autos locos con
Pierre Nodoyuna, su perro Patán y Penélope Glamour y sus carreras locas.
Ahora
avanzado el siglo XXI peinando canas, y algunos acunando su primer nieto, se
encuentran con otra carrera, la loca carrera por la vacuna contra un microscópico
virus que se parece a un asteroide de los que salían en los cromos de su
infancia.
Una
pandemia no deja de ser más que una enfermedad “nueva”, de la cual inicialmente
no sabemos nada o muy poco y que afecta a muchas personas de muchos países a la
vez y que provoca una alta mortandad.
El
control de la enfermedad pandémica pasa por estudiar al elemento que la provoca
para actuar en varias líneas:
- - ver
cómo afecta en el individuo para poder encontrar tratamientos que lo curen.
- - evitar
su contagio y propagación con medidas de contención, que en el caso del
coronavirus son uso de mascarilla, extremar la higiene con lavado de manos y
desinfección de objetos y distancia social. O adquiriendo la mal llamada “inmunidad
de rebaño”. Lo siento, pero rebaño es para los animales, las personas van en
grupo y lo correcto sería emplear la expresión inmunidad de grupo. Supongo que
este error es por alguna traducción literal. Dicha inmunidad se logra o bien
pasando la enfermedad y así generar los anticuerpos necesarios o bien consiguiendo
una vacuna.
La primera opción conlleva el riesgo de que, si la enfermedad es letal, una parte de la población muera en el intento, lo cual no es éticamente viable: Sin embargo, algunos dirigentes no dudaron en iniciar ese camino hasta ver que era un suicidio colectivo y cambiaron de opinión al enfermar algunos de ellos o sus parientes cercanos y por la presión mediática. Eso ha hecho que casi desde los momentos iniciales se apostase por encontrar una vacuna como la panacea.
Y así nos
encontramos ahora inmersos en la loca carrera por la vacuna, la cual tiene
demasiadas similitudes con la carrera espacial. Todos quieren ser el primero en
alcanzar el objetivo y no se escatiman en gastos. Ahora lo llaman inversión y
algunos políticos se dan cuentan que apostar por la ciencia merece la pena. Hay
una única diferencia con la competición espacial y es que la comunidad
científica aparentemente está compartiendo, gracias a la tecnología actual, sus
avances casi al momento. Los plazos se han acelerado y acortado.
Digo
aparentemente porque lo que es similar en este recorrido es el interés
geopolítico-económico que hay detrás. Rusia nos anuncia el lanzamiento de su
Sputnik V, nombre dado a su vacuna, con una nueva Laika que es la hija de
Putin. China dice que ya está probando otra con sus voluntarios forzosos de su
ingente ejército. Estados Unidos contraataca en que pronto iniciará pruebas con
personas, y Europa ídem de lo mismo. Las farmacéuticas que están detrás han
puesto su calculadora a funcionar dos dosis (inicial y recuerdo) por persona
son unos 15.000 millones de vacunas a x euros por dosis da un total de muchos
ceros detrás de un número mayor. Ya se han dado cuenta que unos de los cuellos
de botella es la producción de los viales para contener las dosis. Otro que
debe ser una distribución universal, pero algunos gobiernos ya han adelantado
dinero para financiar proyectos a cuenta de ser los primeros en disponer de la
ansiada prevención.
Muchos
ministros, de aquí y del extranjero, pronto pusieron fecha, pero la ciencia
lleva su tiempo, y poco a poco la van retrasando.
Un tema
que parece tabú es que las vacunas no son fáciles de “descubrir” y menos cuando
de virus hablamos. Llevamos algo más de cuarenta años con el virus del Sida y
no henos logrado una, y la más famosa la de la gripe, es una vacuna anual y con
un porcentaje de acierto que no es homogéneo en todas las campañas.
La
esperanza es lo último que se pierde mientras tendremos que tirar de paciencia,
mascarilla, higiene, desinfección y distanciamiento social, el cual los latinos
lo llevamos bastante mal. Tendremos que aplicarnos en esta asignatura ahora que
el curso comienza sino queremos suspender y repetir confinamiento.
Nota: Publicado el 28-08-2020 en Diario de Navarra, el 30-08-2020 en navarrainformacion.es y el 11-09-2020 en El Español.
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